La noche del 5 de abril de 1992, un mensaje a la Nación del entonces presidente Alberto Fujimori marcó un punto de quiebre para el Perú.

Desde el inicio de su alocución, el ex jefe de Estado criticó duramente al Congreso de la República y Poder Judicial e indicó que estas instituciones le impedían a su Gobierno “continuar avanzando por la senda de la reconstrucción nacional y el progreso, y el pueblo del Perú conoce la causa de este entrampamiento”.

En esa línea, Fujimori acusó que desde el Parlamento y el Palacio de Justicia “existía una falta de identificación con los grandes intereses nacionales” y los acusó de trabar las acciones de su mandato.

“A la inoperancia del Parlamento y corrupción del Poder Judicial, se suma la evidente actitud obstruccionista y conjura encubierta contra las esfuerzos del gobierno por parte de algunas cúpulas partidarias. Estas cúpulas que son una expresión de la poliquetería tradicional que actúan con el único interés de bloquear las medidas económicas que conduzcan al saneamiento de la situación de bancarrota que precisamente ellas dejaron”, manifestó.

De esta manera, el entonces mandatario capitalizó el descontento hacia los partidos tradicionales, a quienes la ciudadanía culpaba por la crisis económica y el avance de Sendero Luminoso.

“Hay grupos a quienes les interesan que fallen las estrategias de pacificación, porque no se atreven a tomar posición clara frente al terrorismo”, agregó.

“DISOLVER, DISOLVER EL CONGRESO” Además, Fujimori señaló que, según él, el Congreso le recortó facultades a la figura presidencial al “pretender negarme la posibilidad de observar en total o en parte la ley del presupuesto”.

Anticipando lo que sería el golpe, el ex presidente afirmó que “no podemos esperar tres años más para que lleguen al Parlamento ciudadanos identificados con los reales intereses del pueblo, no podemos esperar un día más para llevar adelante la reorganización total del Poder Judicial”.

Argumentó que el Perú se jugaba en ese momento su futuro, y puso como excusa que la llamada reconstrucción del país necesitaba de la eliminación de toda resistencia y freno.

“Sin lugar a duda ni el Parlamento ni el Poder Judicial son hoy agentes de cambio, sino frena a la transformación y progreso”, dijo antes de anunciar su decisión, que sería parte de la historia: “he decidido tomar las siguientes trascendentales medidas: primero disolver, disolver temporalmente el Congreso de la República hasta la aprobación de una nueva estructura orgánica del Poder Legislativo, la que se aprobará mediante un plebiscito nacional”.

Luego, ordenó la “reorganización total” del Poder Judicial, el Consejo Nacional de la Magistratura, el Tribunal de Garantías Constitucionales y el Ministerio Público. Paradójicamente, afirmó que la reforma tenía el objetivo de ser transparente y evitar actos de corrupción en estas instituciones.

Cuando concluyó su mensaje, los militares y tanques del Ejército salieron a las calles e impidieron la labor de la prensa. Además, las fuerzas policiales agredieron al entonces presidente del Senado Felipe Osterling y al decano del Colegio de Abogados de la época, Raúl Ferrero. El mensaje de Fujimori dio inicio al quiebre de la democracia.