Unas 69 personas fueron asesinadas por huestes de Sendero Luminoso y por orden de la dirección de este grupo terrorista, encabezada por Abimael Guzmán. (Archivo El Comercio)
Unas 69 personas fueron asesinadas por huestes de Sendero Luminoso y por orden de la dirección de este grupo terrorista, encabezada por Abimael Guzmán. (Archivo El Comercio)
Redacción EC

El 3 de abril de 1983, Sendero Luminoso perpetró la conocida masacre de , en Ayacucho, uno de los hechos más sanguinarios registrados en los años del terrorismo. Hoy se cumplen 35 años desde aquella matanza.

Según registró la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) los actos perpetrados en el distrito de Santiago de Lucanamarca, provincia de Huancasancos, Ayacucho, fueron una venganza ordenada por la cúpula senderista ante la resistencia de las comunidades de la zona a la infiltración terrorista.

Todo Huancasancos fue considerada como una de las zonas más convulsionadas por la ola terrorista durante los primeros años de la década de los ochenta, la cual tuvo su punto más alto luego de la llegada de la policía antisubversiva "Sinchis" en marzo de 1983.

Ya con presencia policial, y ante los abusos de las columnas de Sendero Luminoso que ya estaba en Lucanamarca desde hacía años, la propia comunidad se organizó para enfrentar a las huestes de Abimael Guzmán.

Según la CVR, el hecho que desató la matanza fue el 22 de marzo de 1983, cuando un grupo de comuneros llegó al escondite de Olegario Curitomay, cabecilla senderista de la zona, y procedió a asesinarlo.

El domingo 3 de abril de ese mismo año, un grupo de unas sesenta personas encabezadas por Hildebrando Pérez Huarancca e integrada por conocidos senderistas como Víctor Quispe Palomino, ingresaron a Santiago de Lucanamarca con la orden de aniquilar a la población como "sanción ejemplar" por haberse rebelado.

En la masacre, Sendero Luminoso acabó con la vida de 69 personas entre hombres, mujeres y niños.

"La muerte de las sesenta y nueve víctimas se produjo cuando se hallaban bajo un total estado de indefensión y desventaja, en circunstancias que les resultaba imposible defenderse o resistir y que no constituían en modo alguno amenaza a la vida o la integridad de los elementos subversivos", señala la CVR en sus conclusiones.