La ministra de Educación, Marilú Martens, escuchó el miércoles las críticas y las preguntas de los congresistas de la comisión de su sector en el Congreso. (Alonso Chero / El Comercio)
La ministra de Educación, Marilú Martens, escuchó el miércoles las críticas y las preguntas de los congresistas de la comisión de su sector en el Congreso. (Alonso Chero / El Comercio)
Gustavo Kanashiro Fonken

La ministra de Educación, , está a puertas de enfrentar una interpelación en el pleno del Congreso, el pedido fue presentado ayer por la tarde a iniciativa de congresistas de Fuerza Popular y del Frente Amplio. De aceptarse la iniciativa, se convertiría en la cuarta integrante del gabinete ministerial que será sometida a esta figura.

La complicada huelga de maestros que empezó hace dos meses en Cusco y que, con el paso de las semanas, se fue extendiendo hasta llegar a la mayoría de las regiones del país, pone en riesgo el año escolar de millones de niños. La incapacidad que ha mostrado el Gobierno en ponerle punto final a estas medidas de fuerza, según han señalado diversos congresistas de la oposición, es el principal motor detrás de la interpelación.

"La gestión de la ministra Marilú Martens no ha sido de las más felices. Cometió una gran cantidad de errores, como la demora en encontrar una solución a la protesta de docentes. No ha habido una estrategia adecuada ni una buena coordinación para lidiar con el problema entre el Ministerio de Educación (Minedu) y el resto del Ejecutivo", dijo a El Comercio el analista político Enrique Castillo.

La complicación en la que se ha visto envuelta la gestión de Martens es la incapacidad de negociar con un dirigente que sea reconocido por la mayoría de los docentes que todavía siguen tomando las calles. "Pero ese problema es consecuencia de otro error, que fue el no haber identificado a interlocutores válidos de antemano. La falta de información la llevó a firmar acuerdos que calmaron un sector pero enardecieron a otros", añadió Castillo.

Para Fernando Tuesta, los problemas se remontan hasta la abrupta salida del ex ministro de Educación Jaime Saavedra. "Era un conocedor del sector y creo que tenía un equipo mucho más acertado. Tras el cambio a la ministra Martens, mantuvieron los lineamientos generales pero empezó debilitada a afrontar problemas que con Saavedra no hubieran escalado a tal punto", señaló en declaraciones a El Comercio

- Cuestión de oportunidad -

Enrique Castillo opina que, pese a la gran cantidad de errores en la gestión, el someter a una interpelación a Marilú Martens es "inoportuno".

"El Congreso debería empujarla a solucionar el problema, a que se dedique las 24 horas y todos sus sentidos en este conflicto. En lugar de eso, la distraen con una interpelación para la cual va a tener que prepararse", comentó el analista.

A esto le sumó el hecho de que una ministra interpelada solo empoderará a los manifestantes. "En buena cuenta, vemos un Congreso que castiga a la ministra. Por eso ella se verá limitada ante la masa de maestros con demandas legítimas", acotó.

Es esa misma línea opinó Fernando Tuesta. "Si es que hay un peor momento para interpelar a la ministra de Educación, es este", manifestó.

- Como el caso Vizcarra -

Tuesta comentó que, debido a la coyuntura, lo ideal sería esperar que pase la crisis, que se encuentre una solución antes de cualquier interpelación. "Cuando surgió el fenómeno de El Niño costero, hubo un intento de interpelar al ministro Vizcarra y se tuvo que suspender. Igual debería ocurrir acá", dijo.

Sin embargo, evitó pronosticar si la interpelación desencadenará en una censura o posible renuncia de la ministra Marilú Martens.

Quien sí se animó a pintar un panorama sombrío para la ministra fue Enrique Castillo. "Ha sufrido un desgaste tremendo y tiene una situación complicada. No ha estado a la altura y creo que mantenerla en el cargo complicaría las cosas. Me parece que solucionado el problema, lo más probable es que la mayoría del Congreso exija su renuncia o la censure", estimó.

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