Aguante, Cateriano, por Diana Seminario
Aguante, Cateriano, por Diana Seminario
Diana Seminario

“La ministra de Energía y Minas debe irse”, “ ni conoce el tema”. Esas afirmaciones podrían ser atribuidas a más de un líder de la oposición, pero no. Se trata de Daniel Abugattás, primer presidente del Congreso durante el gobierno de y, al parecer, –otrora– hombre de confianza de Ollanta Humala y .

Estas declaraciones de Abugattás a Mariella Balbi se dan luego de que en el Congreso se aprobó el dictamen que incorpora una disposición complementaria a la Ley 30130 y autoriza “a  Perú-Petro para que, previa evaluación y mediante negociación directa, suscriba el contrato de explotación de hidrocarburos del lote 192 a Petro-Perú”.

En una clara evidencia de que el Ejecutivo ha perdido la poca autoridad que le quedaba en su propia bancada, los integrantes de Gana Perú, junto con el fujimorismo y los disidentes del nacionalismo y otros legisladores que votaron en abrumadora mayoría (71 votos a favor, 10 en contra y 12 abstenciones) lograron imponerse, muy a pesar de la posición del gobierno, del primer ministro y de los ministros de Energía y Minas y de Economía y Finanzas.

No hubo razones técnicas que pesaran sobre las políticas, y el fujimorismo –en una sorpresiva decisión– echó por tierra los pocos activos que se le atribuyen al gobierno de los 90: haber terminado con el pernicioso estatismo de los 70 y 80.

Más allá del peligro que trae consigo esta tan comentada medida, las consecuencias políticas son de pronóstico reservado. El Gabinete que preside Pedro Cateriano queda seriamente lesionado después de este golpe de quien se supone debiera ser su soporte en el Legislativo.

Quizá el primer ministro debió intuir este desenlace , cuando durante su presentación en el Parlamento hace casi dos semanas, fue el propio Víctor Isla y Ana María Solórzano quienes iniciaron el camino para quitarle los candados legales a Petro-Perú y este obtuviera la autorización para explorar.

Lo curioso –por decirlo de algún modo– es que tanto Isla como Solórzano no actúan “por la libre”. ¿Alguien puede creer a estas alturas que son capaces de una medida tan audaz sin contar con el aval de la pareja presidencial? Y si fuera lo contrario, quiere decir que –desgraciadamente– estaríamos frente al desgobierno.

La situación de Pedro Cateriano es bastante incómoda, carece de bancada y pareciera que al presidente Ollanta Humala y a su esposa poco les importa su futuro al mando de la PCM.

Ante este panorama, quizá algunos en su lugar se alejarían del cargo, y estarían en todo su derecho y razón. Pero, confiamos sinceramente, por el bien de la democracia y en pos de una ordenada transición democrática, que Pedro Cateriano se quede. Si él se va, Humala tendría pocas cartas de recambio, y quizá Víctor Isla ya está calentando en la banca para entrar.

Tal vez las formas y modales del primer ministro no han sido en muchos casos los mejores, y desde aquí hemos discrepado más de una vez con él. Pero lo que no le podemos negar son sus convicciones democráticas que podrían asegurarnos un proceso electoral sin sobresaltos. Aguante, Cateriano.

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