Las candidaturas de Acuña y Guzmán, por Erick Sablich
Las candidaturas de Acuña y Guzmán, por Erick Sablich
Erick Sablich Carpio

Tanto como enfrentan procesos en el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) que amenazan la continuidad de sus candidaturas. 

Lo de Acuña es insostenible. Prácticamente, todas las semanas surgen nuevas denuncias en contra del candidato de Alianza para el Progreso del Perú. La lista incluye acusaciones por maltrato familiar por parte de su ex esposa, plagios en su tesis doctoral, falsos aportes a su partido, plagios en su tesis para optar por el título de ingeniero químico, reuniones con Vladimiro Montesinos, plagios en su tesis para obtener una maestría en la Universidad de Lima, la apropiación de la autoría de un libro que en realidad fue escrito por un ex profesor suyo y, finalmente, la entrega de dinero en plena campaña con fines proselitistas.

Acuña pasó por méritos propios de convertirse en la primera gran novedad de la campaña a casi monopolizar sus escándalos. Estos son muy graves, pero con una salvedad, atañen a cuestiones netamente morales (y potencialmente penales), que no están contempladas por la ley como causales de exclusión del proceso electoral.

El ex alcalde de Trujillo no debería ser apartado, por ejemplo, por los reiterados y comprobados plagios de obras ajenas.

Lo que sí constituye una evidente infracción sancionable con su exclusión del proceso es la entrega de S/10.000 a comerciantes de Chosica, hecho revelado por “Panorama” el último domingo y confirmado por el propio candidato. Por lo tanto, el JNE debería actuar prontamente en este caso, aplicar el artículo 42 de la Ley de Partidos Políticos y retirar a César Acuña Peralta de la contienda.

En el caso de Guzmán, el tema es más discutible. De un lado, Todos por el Perú incumplió una serie de normas y formalidades que afectan el proceso de elección interno de la plancha presidencial de dicha agrupación. Ello denota improvisación, informalidad e incompetencia en personas que pretenden manejar un país entero.

No se trató de una “mano negra” como irresponsablemente alegó el candidato. Y no se trata tampoco de minimizar el cumplimiento de obligaciones legales como meros “trámites administrativos” o de presionar a los órganos de justicia denunciando persecuciones cuando es evidente que los errores se originaron en Todos por el Perú. Uno esperaría más estatura de un aspirante a jefe del Estado, por decir lo menos.

Sin embargo, y con prescindencia de si las encuestas le dan 1% o 20% de intención de voto (porque ese no es el argumento), la asamblea extraordinaria del partido de Guzmán que convalidó su proceso de elección parece haber subsanado las omisiones detectadas en el partido morado sin que se haya afectado el principio de democracia interna. Como sostuvo Jaime de Althaus ayer en este Diario, los miembros del partido cuya voluntad buscan proteger las formalidades incumplidas ya dejaron claro lo que quieren: que Guzmán sea su candidato. El JNE, en consecuencia, lo debería dejar competir.

En cualquier caso, lo que resulta inaceptable es que a 50 días de las elecciones estemos más preocupados por descifrar quiénes son los candidatos que en discutir sus propuestas. Un embrollo fina cortesía de nuestras autoridades congresales y electorales.

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