El primer ministro sigue buscando consensos con el resto de partidos. Así lo declaró el domingo, cuando además precisó que él logrará acuerdos políticos concretos en temas claves como la seguridad (a diferencia de su antecesor).

Nos parece estupendo que el señor Villanueva crea en el diálogo. El problema, sin embargo, es que mientras él invierte tiempo en persuadir a otras fuerzas políticas de caminar juntas en la misma dirección, varios de sus ministros permanecen estáticos, como quien se detiene a mirar el piso porque no sabe hacia dónde avanzar.

Un ejemplo de esto es el del ministro del Interior, quien hasta hoy solo ha ejecutado un escuálido 28% de su presupuesto de inversión pública (algo similar a lo que sucede en los sectores de Relaciones Exteriores, Ambiente y Defensa).

¿Qué proyectos no han visto la luz por culpa de esta inacción? Solo por citar los casos más graves (en los que no se ejecutó ni un sol del presupuesto para seguridad) tenemos la construcción y equipamiento de comisarías a lo largo del país, el mejoramiento del servicio de lucha contra la corrupción de la policía, la construcción de un destacamento antisubversivo en Lima, la implementación de sistemas de videovigilancia, telecomunicaciones y de identificación balística en dos regiones, el mejoramiento del servicio de investigación de una oficina de criminalística, la construcción de un almacén para droga incautada y el mejoramiento de los servicios de inteligencia de la Dirandro, entre otros.

Teniendo en cuenta la actual situación del crimen, esta ineficiencia resulta imperdonable. El gobierno, por lo demás, no necesita ningún gran acuerdo nacional para corregirla. Por eso, los esfuerzos de persuasión del señor Villanueva estarían mejor invertidos si se concentrasen en convencer a ministros como el del Interior de que es hora de que empiecen a hacer aquello para lo que fueron elegidos: producir resultados.

PILAS PARA LOS HOSPITALES Como informó ayer una nota de Juan Vargas en nuestro suplemento Día_1, el Ministerio de Salud realizará un ‘roadshow’ para presentar sus 15 proyectos de asociaciones público-privadas (APP). Estos se sumarían al proceso en marcha que busca entregar a manos privadas lo que será la primera APP de este sector: la gestión de diversos servicios del Instituto Nacional de Salud del Niño. En este caso, el proyecto consiste en tercerizar a organizaciones privadas el mantenimiento de la edificación y del equipamiento clínico, así como la operación de servicios de lavandería, limpieza, seguridad y gestión de residuos, entre otros aspectos administrativos.

Se trata de una idea sencilla pero que puede ayudar a resolver el problema de la ineficiencia en la gestión de los recursos del sector. Un ejemplo de esto último es, como recogió Día_1, el del hospital de Ventanilla. Su construcción demoró cuatro años y se invirtió más de S/.4 millones adicionales a los S/.11,3 millones originalmente previstos. Además, la falta de mantenimiento de sus equipos hizo que, dos años después de inaugurada, la institución perdiese otros S/.2 millones. Como si esto fuese poco, según una evaluación realizada en el 2010, el hospital habría tenido egresos 18% superiores a los proyectados, a pesar de que atendía a 44% menos de las consultas esperadas y de que realizaba 33% menos intervenciones quirúrgicas de las previstas.

Las APP pueden ayudar a superar este tipo de situaciones de mala gestión de los recursos, ya que, si el privado involucrado no cumple con los detallados estándares de servicio establecidos, es amonestado con una reducción de sus ingresos o hasta con la pérdida del contrato.

El ministerio, sin embargo, se quedó a medio camino. Si podemos ponerle las pilas al servicio de limpieza de un hospital encargándoselo a un privado, ¿por qué bajo la misma lógica no hacemos lo mismo con la atención médica?