Una de las nuevas reformas que el gobierno ha anunciado es la del sistema de salud, fin para el cual el Poder Ejecutivo ha solicitado facultades legislativas al Congreso. No cabe duda de que, en este tema, necesitamos una reforma radical. Como comentamos en un pasado editorial, un informe de la Defensoría del Pueblo muestra que la gestión de los hospitales sencillamente ha colapsado. Por ejemplo, casi 50% del centenar de los centros de salud estudiados no cuenta con especialistas en medicina interna ni con desfibriladores, la mitad de áreas de obstetricia no tiene agujas de epidural para realizar cesáreas y el 41% de los equipos de los hospitales necesita ser reemplazado o reparado. Además, alrededor de 18% de los hospitales tiene servicios higiénicos sucios y 11% de los ambientes de hospitalización no cuenta con lavatorios para el personal. A todo esto se le suman las interminables colas para atender a los pacientes.

¿Cómo mejorar esta situación? Pues, para empezar, es necesario invertir más en los hospitales. Pero, además, es imprescindible realizar reformas para que los recursos existentes se utilicen de una manera más efectiva. Un primer paso en esa dirección es que estos se entreguen a las instituciones que mejor los invierten. Y eso se logra creando un sistema que dé a los ciudadanos libertad para decidir dónde atenderse y que asigne los recursos a las instituciones preferidas por el público.

Esta idea ya se ha implementado parcialmente. Los hospitales de la Solidaridad (Sisol) son conocidos por su rapidez de atención y eficiencia, y han firmado un convenio con el Seguro Integral de Salud (SIS) del Ministerio de Salud (Minsa) y otro con Essalud, para atender a los asegurados de ambos sistemas. A través de ese convenio, además, se han definido las tarifas que dichos fondos le pagan a Sisol por las intervenciones médicas. De esta forma, un asegurado del SIS o de Essalud puede atenderse en un hospital de la Solidaridad en lugar de hacerlo en un establecimiento del seguro al que pertenece si siente que el Sisol lo atiende mejor.

¿Cómo así nació esta iniciativa? Ocurrió que el Sisol se percató, ya en octubre del año pasado, que de los 12 millones de consultas anuales que atienden los hospitales de la Solidaridad en Lima, 35% era de asegurados de Essalud y 5% del SIS, que no lograban ser atendidos en sus respectivos servicios o que sencillamente preferían ir al Sisol (pagando 8 soles por consulta simple o incluso más si se trataba de algo más complejo). A raíz de ello, el Sisol promovió la firma de los mencionados convenios y consiguió que las consultas ya no las paguen los asegurados sino sus entidades aseguradoras y que los fondos lleguen a los hospitales que mejor saben administrarlos.

¿Cómo podríamos profundizar esta buena idea? Primero, habría que modernizar la gestión de los hospitales del Minsa y Essalud siguiendo un modelo parecido al del Sisol, para que también puedan competir entre ellos por atraer pacientes. Recordemos que los hospitales de la Solidaridad son una forma particular de asociación público-privada, donde la municipalidad pone la infraestructura y un grupo de médicos privados atiende e incluso pone los equipos. Así, la iniciativa privada ha llevado a que la administración sea más eficiente. Inspirándose en este modelo, se podría concesionar los hospitales del Minsa y de Essalud o tercerizarse algunas funciones específicas.

Finalmente, el último paso de una reforma en este sentido sería extender el mismo principio a establecimientos del sector privado. A través de convenios con ellos, se podría permitir que pacientes que hoy acuden a instituciones de salud públicas se atiendan en clínicas a cambio del pago de una tarifa subsidiada por el Estado. Todo esto, además, es algo que ni siquiera requiere una nueva ley, pues la de contratación con establecimientos públicos o privados ya ha sido consagrada en el reglamento de la Ley de Aseguramiento Universal en Salud.

De lo que se trata, en buena cuenta, es de que los pacientes puedan acudir adonde mejor los atiendan. Y que el dinero, finalmente, llegue a las manos de quien sepa invertirlo mejor.