El JNE se dispara a los pies, por Cecilia Valenzuela
El JNE se dispara a los pies, por Cecilia Valenzuela

Durante toda una semana la ciudadanía esperó que el Jurado Nacional de Elecciones determine si podía o no seguir en la carrera presidencial. El propio Guzmán armó una carpa frente al local del mayor organismo electoral en el jirón Lampa, en el Centro de Lima, y se instaló en compañía de sus seguidores en vigilia permanente.

Ayer al mediodía, el esperado fallo del JNE solo se pronunció sobre el Comité Ejecutivo Nacional y el color del símbolo de Todos por el Perú; el destino de las candidaturas a la presidencia y al congreso del partido de Guzmán se lo dejó al Jurado Especial Electoral de Lima Centro, ubicado en la avenida De la Policía en Jesús María. Toda una burla para el electorado que esperaba una definición, y para el propio Guzmán que, por cierto, estuvo acampando y haciendo vigilia frente al local equivocado.

A estas alturas, el futuro de Guzmán continúa siendo incierto, el Jurado Nacional le ha pateado el problema al Jurado Especial, y el fallo del Especial puede ser apelado ante el Nacional; nadie sabe cuántas semanas más esa candidatura tendrá un pie en la calle. ¿Por qué no se resolvió este problema a fines de diciembre?

Este ambiente enrarece el proceso y distorsiona la oferta electoral. ¿Eso es lo que realmente se merece el electorado peruano?

Increíble, pero el JNE necesitó cinco días hábiles para dejar las cosas peor de lo que estaban, confundiendo a la opinión pública y debilitando su imagen como organizador, director y fiscalizador de los procesos electorales de nuestro país. Su afamado fallo, tres en contra de Guzmán y dos a favor, resultó tan confuso y medroso que un par de horas más tarde la oficina de prensa del JNE tuvo que publicar un comunicado aclarando y puntualizando los aspectos de su definición.

La autoridad, cuando además es juez, no puede dejar de lado ni la ley ni los plazos que hacen que esta sea pertinente. De manera irresponsable el fallo del JNE no toma en cuenta el efecto que su inconsistencia causa entre la desconcertada ciudadanía. En el texto se exponen los argumentos de la minoría antes que los de la mayoría, algo nunca visto. Fuentes dignas de crédito afirman que el presidente, el vocal Francisco Távara, es el responsable de tan enrevesada redacción, él emitió uno de los dos votos en minoría y habría privilegiado su ego a sus deberes institucionales. ¿Será esa la misma razón por la que se niega a renunciar al doctorado honoris causa que le otorgó la universidad de Acuña?

La debilidad del vocal Távara para enfrentar los problemas que presentan algunos candidatos se hizo evidente hace unas semanas cuando se conocieron los plagios en la tesis doctoral, precisamente, de César Acuña; en esa ocasión, igual que ahora, Távara pateó la responsabilidad, pero peor porque lo hizo hasta el otro continente. Y ahora resulta que la expulsión del candidato de Alianza para el Progreso depende de la Universidad Complutense de Madrid y no del ente electoral peruano. Recientemente Acuña volvió a violar la ley electoral regalando dinero en efectivo: hay dos candidatos en la cuerda floja y el JNE no actúa sumariamente.

A la informalidad de Guzmán y a la inmoralidad de Acuña se suma entonces la debilidad del JNE, un organismo que actúa en estos días sin considerar al ciudadano, sin tener en cuenta lo importante que es para democracia que la opinión pública confíe y respete a la autoridad electoral.