"Se aprobó la reforma del CNM, pero aún hace falta aprobar los siete proyectos de ley enviados por el Ejecutivo, y realizar otras reformas".
"Se aprobó la reforma del CNM, pero aún hace falta aprobar los siete proyectos de ley enviados por el Ejecutivo, y realizar otras reformas".
Jaime de Althaus

La justicia plebiscitaria que estamos viendo tiene el potencial de destruir no solo a Fuerza Popular sino a una parte importante del ‘establishment’ político de la democracia peruana, con resultados impredecibles para el 2021. Si a esto le sumamos leyes desastrosas que amenazan la estabilidad fiscal, y una reforma política que agravará la mala calidad de nuestra democracia, lo que vemos es que el país se nos va de entre las manos.

Del caos, sin embargo, puede salir el orden, si nos concentramos en convertir este Pachacuti en una oportunidad para el cambio positivo.

En medio de todo, hay un hecho, frágil es cierto, que se puede aprovechar: Keiko Fujimori ha pedido poner fin a la guerra política y ha convocado al presidente Vizcarra y a las fuerzas políticas a “construir juntos una agenda de reencuentro nacional”, y ha prometido que la impulsará sea cual fuere su suerte judicial. Debió ser así desde el principio. Ahora la propuesta es casi póstuma, pero es la única fuente posible de regeneración. Debe ser tomada para alcanzar un acuerdo político que saque adelante las reformas necesarias. Eso es lo que importa.

Lo primero es ver la manera de lograr que el presidente vuelva a apoyar la bicameralidad porque, como ya he argumentado, vamos al peor de los mundos: sin bicameralidad y sin reelección de congresistas. Una cámara única de novatos puede provocar cualquier cosa. El Congreso podría ofrecer rectificar los cambios a la cuestión de confianza, que alteran el equilibrio a favor del Congreso en un país que necesita un Ejecutivo fuerte. Pero si no lo hace, sus asesores deberían explicarle que tampoco es tan grave, porque la bicameralidad como tal introduce un límite al poder del Congreso. El Senado tendería a corregir cualquier abuso de la Cámara de Diputados. Y siempre se podrá después enmendar lo de la cuestión de confianza.

Lo segundo es allanarse a las observaciones que el Ejecutivo tendría que hacer a la ley de negociaciones colectivas en el Estado, que son una bomba de tiempo fiscal que estallará más temprano que tarde.

Es el momento, luego, para sacar adelante las reformas laborales y la precisión al art. 27 de la Constitución. Existe un clamor para esto. Fuerza Popular ya no tiene nada que perder y tendría todo por ganar, porque se avanzaría hacia una legalidad laboral inclusiva.

Hasta el momento, el único resultado esperanzador de todo esto es la gran reforma del sistema judicial, insoslayable luego del abismo de corrupción revelado en los audios. Podríamos lograr un sistema judicial moderno, eficiente y meritocrático en el mediano plazo. Sería revolucionario. Pero se necesita liderazgo y determinación. Se aprobó la reforma del CNM, pero aún hace falta aprobar los siete proyectos de ley enviados por el Ejecutivo, y realizar otras reformas. De los siete, dos han sido aprobados en la Comisión de Justicia, otros tres ya tienen predictamen y los últimos dos aún no han sido debatidos. Es indispensable darle prioridad inmediata al que crea el consejo para la reforma del sistema de justicia, presidido por el presidente de la República. Y poner a la sociedad civil y a las universidades a seguir el proceso. Adelante.