“Me parece razonable la idea de que las grandes áreas geográficas tengan representación, pero no me parece bien que eso vaya en contra de penalizar la proporcionalidad de Lima”. (Foto: Paco Sanseviero)
“Me parece razonable la idea de que las grandes áreas geográficas tengan representación, pero no me parece bien que eso vaya en contra de penalizar la proporcionalidad de Lima”. (Foto: Paco Sanseviero)
Jaime de Althaus

En esta entrevista, el politólogo Martín Tanaka analiza el futuro de los proyectos de reforma política y de la relación entre el Ejecutivo y el Congreso.

— ¿Cuál es tu apreciación acerca de la situación política, luego de la cuestión de confianza y de la manera como esta se resolvió? ¿El proceso está encaminado? ¿Habrá resultados?
A ver, yo creo que había muchos riesgos, pero al final se ha producido una suerte de empate, estamos como en un intermedio, el desenlace todavía falta verse, pero confío en que la cooperación terminará primando porque los temas pendientes en el fondo no son tan controversiales. El tema más caliente en el que los fujimoristas quizá podían oponerse, la modificación del Consejo Nacional de la Magistratura, ya se aprobó. Sobre el bicameralismo, ya se aprobó lo esencial, el establecimiento de dos cámaras. Y sobre la reelección de congresistas, ya varios han dicho que tampoco les asusta aprobar eso. Entonces, yo creo que al final van a converger en un acuerdo aunque, claro, la oposición va a tener que marcar sus propios términos, no dar la impresión de que los están zarandeando. Ahora, ¿qué ocurrirá más allá de la primera semana de octubre? Ya no sé, porque seguramente han quedado muchas rencillas y muchos egos heridos que esperemos no reaparezcan más adelante.

— Bueno, el presidente de la República jugó a presionar al Congreso con el pueblo, a enfrentarlo al pueblo. ¿Este juego presidencial, que algunos llamarían populista, está dentro de los límites de la democracia?
Yo creo que lo que ha ocurrido está dentro de las reglas de juego. Ahora, ciertamente era un camino muy peligroso, pero al final el presidente creo que consiguió lo principal, que es transmitir la sensación de urgencia, que la ciudadanía se ponga detrás de estos reclamos y creo que la mayoría percibe que todo pareciera haberse destrabado y estar avanzando a la velocidad que el gobierno quería. Entonces el gobierno ha recuperado iniciativa, se ha legitimado, ha logrado acelerar el asunto, imponer un poco sus condiciones aunque también se dio cuenta de que no podía imponer una cuestión de confianza amarrándola a la aprobación de los cuatro proyectos tal como están y en tal plazo, porque la constitucionalidad de eso era muy discutible. Asumir que porque no le daban razón en eso tenía las armas para cerrar el Congreso era jugar unas cartas muy osadas sobre la base de una interpretación constitucional cuestionable. Entonces, afortunadamente no llegaron a jugar esa carta, que estaba rondando por ahí.

— Hay quienes afirman que en el entorno de Martín Vizcarra hay halcones a los que les habría gustado que el Congreso rechazara la cuestión de confianza para poder cerrarlo y convocar a uno nuevo casi sin Fuerza Popular. ¿Tú crees que eso estaba presente en los deseos?
Sí, yo sí creo que era un escenario verosímil en el sentido de que la percepción que se tenía hasta el viernes de la semana pasada era que el Congreso estaba de alguna forma boicoteando las iniciativas del presidente. Creo que en muchos había ese cálculo de que, “miren, si esto va a seguir así, bueno ya juguemos la carta de cerrar el Congreso y convocar elecciones”.

— Pero la Comisión de Constitución estaba avanzando… ¿El presidente está haciendo populismo político? Por ejemplo, con el planteamiento de la no reelección de congresistas, que es muy popular pero que puede ser muy destructivo institucionalmente…
Yo creo que en cierta medida sí, es algo que me preocupa. Cuando aparecieron los audios de la corrupción en el Poder Judicial el presidente siguió un camino que me pareció bien: nombró una comisión de expertos que formuló propuestas muy razonables y eso fue al Congreso. Pero inesperadamente le suma a esto la reforma política, que no se sabe de dónde viene. Los temas del financiamiento político y del bicameralismo pueden entrar dentro de lo razonable, pero el tema de la no reelección parece ser una bandera pensada para ganar popularidad y así hacer viables las otras cosas. Pero si esto se estudiara con seriedad, creo que ninguna comisión de expertos habría llegado a esa conclusión, ¿no?

— ¿Te parece interesante la propuesta de 50 distritos binominales para elegir diputados?
Lo que me preocupa es el tamaño y la proporcionalidad, digámoslo así. Porque en la entrevista que le hiciste a Raúl Molina, señala que ellos no están pensando mucho en el criterio de proporcionalidad poblacional sino en representar provincias y áreas geográficas del país.

— Pero áreas que tengan una realidad económica o social.
Ok, eso me parece bien, pero siendo una Cámara de Diputados chica, de solamente 100, la subrepresentación que tendría Lima creo que sí sería preocupante.

— Eso sí porque Lima, según esa propuesta, tendría solo 12 o 14 diputados de 100, que no se compara con el 32% poblacional. Habría que incrementar el número de distritos binominales para Lima.
Sí, hacer crecer el Congreso. Que la Cámara de Diputados tenga un poco más de 100 para que Lima tenga su proporción...

— Lo mismo en el Senado, ¿no? Porque se está hablando de cinco senadores para Lima y Callao y seis macrodistritos. ¿Te parece buena la idea de elegir a los senadores en distritos macrorregionales?
Me parece en general razonable la idea de que grandes áreas geográficas del país tengan representación, pero no me parece bien que eso vaya en contra de penalizar la proporcionalidad de Lima. Porque, siendo realistas, los centros de investigación, las universidades, la actividad profesional, están concentrados en Lima. Entonces, si tú penalizas excesivamente a Lima, vas a perder calidad de representación. Eso llevaría a pensar con más cuidado el tamaño de las cámaras, el diseño de las circunscripciones y no sé si con la premura en la que estamos se vaya a poder hacer bien.

— De acuerdo, porque sería bueno recuperar para la política lo que podríamos llamar la élite nacional, profesional, empresarial, académica, y que lamentablemente está en Lima
Sí, efectivamente, hay que combinar esta iniciativa de darle más peso a las regiones y ámbitos geográficos en el conjunto del país, pero claro, no penalizar Lima. Se puede tener las dos cosas.

— ¿Y qué opinas de la idea de introducir otra modificación constitucional que no ha sido planteada, de elegir al Congreso junto o después de la segunda vuelta electoral?
De acuerdo. Lo propusimos en Transparencia. Ayudaría a sincerar la situación del Congreso en función del resultado presidencial. Creo que esta experiencia que estamos viviendo es muy elocuente, una bancada oficialista muy, muy pequeña. Los electores habríamos pensado quizás de otra manera si hubiésemos tenido la ocasión de elegir al Congreso en segunda vuelta, con más información.

— Ahora, en las reformas no se está planteando nada para reconstruir un sistema de partidos…
Se ha planteado aspectos parciales, que no necesariamente apuntan al núcleo de los problemas. Hay dos cosas que deberían empujarse. Una, la democratización interna de los partidos: que por ejemplo ONPE tenga mucha más injerencia en la organización de los procesos de selección de los candidatos. Si quieres ser más radical, elecciones primarias de los partidos políticos. Y luego otro tema, clamoroso, es el escándalo de que tengamos tantos partidos que son solamente un membrete, una etiqueta. Lo vemos en la elección municipal. Los candidatos dicen: “Voy a ser candidato y ahora voy a ver con qué grupo político voy”, ¡y puede ser cualquiera! Ricardo Belmont termina siendo candidato de la extrema izquierda. Entonces me parece que claramente una reforma política debería apuntar a desaparecer a esos partidos membrete que no tienen ninguna consistencia y deberíamos quedarnos con los partidos que tienen algo...

— ¿Cómo lo haces?
Debería haber requisitos muy exigentes para mantener el registro. No puede ser que si tú no te presentes a una elección, mantengas el registro. Que si te escondes en una alianza, mantengas el registro. Y así sucesivamente. El Perú no está para tener veintitantos partidos políticos inscritos. Y eso tiene consecuencias en el caos que estamos viendo en las elecciones regionales y municipales.

— Dicho sea de paso, en la reforma que ha planteado el Ejecutivo se elimina el voto preferencial para la elección de senadores, pero se mantiene para diputados, pese a que estos se eligen en distritos binominales en donde no habría necesidad. ¿Tiene sentido mantener el voto preferencial?
Esos problemas se presentan porque no se ha discutido el tema de la democracia interna de los partidos. Podemos tener lista cerrada en el Senado, pero, claro, la condición tiene que ser que haya un proceso democrático que defina esos candidatos. En Diputados también debería haber un proceso interno que seleccione a dos y que vayan en un orden determinado, pero eso no se ha discutido.

— ¿Qué va a pasar con Fuerza Popular, que no es un membrete? Ha perdido mucha aprobación, pero si reduce mucho su presencia, podría dejarle abierto el campo a una izquierda que quiere cambiar el capítulo económico de la Constitución…
Bueno, yo creo que ellos tienen pendiente una buena evaluación de su actuación en el último tiempo que los ha llevado a perder aceptación ciudadana muy aceleradamente. Pero lo que se está viendo en los últimos días es una actitud más cooperativa respecto a la aprobación de los proyectos y referéndum, pero al mismo tiempo ellos ya están señalando algo que es totalmente legítimo: “Oigan, estamos muy metidos en la discusión judicial e institucional, pero qué pasa con la reconstrucción, qué pasa con la anemia”. Y me imagino que esa será su línea más adelante, cuando haya pasado esta discusión, poner énfasis en las limitaciones de las políticas públicas y retomar su perfil crítico y opositor por ese lado.

— El problema de las políticas públicas es que el Estado no funciona. Entonces, habría que hablar también de la reforma del Estado. Si hay un principio que se ha impuesto a partir de la reforma judicial, es la meritocracia. ¿No habría que exigir meritocracia en todo el Estado?
Así es, tenemos la implementación de la carrera pública, la Ley Servir, y la percepción es que está medio congelada y no se ve de parte del Ejecutivo un impulso para sacar eso adelante.

— Ahora, la corrupción es la manera como funciona el sistema a todo nivel. ¿Cómo hacemos para realmente disminuir la incidencia en la corrupción?
Yo creo que los casos de corrupción son mayores en los últimos tiempos porque ha habido mucho más dinero, hemos tenido una institucionalidad que no se ha fortalecido a la par que ha crecido la economía, y además el país se ha descentralizado. Entonces esa combinación de cosas ha generado muchas oportunidades para la corrupción. Frente a eso hay que fortalecer una carrera pública en el Estado, y debe reunirse este Consejo por la Reforma del Sistema de Justicia, en donde participan el presidente de la República, el presidente del Congreso, el presidente del Poder Judicial. Pero no se reúnen. Y yo extrañaría iniciativas más claras y más enérgicas por parte del empresariado respecto a temas de integridad, probidad, de relación con la política, con el sector público. Porque el sector privado termina siendo extorsionado e involucrado en las redes de corrupción...

— Pactos antisoborno...
Ese tipo de cosas. Hay un Consejo Privado Anticorrupción que debería hacer sonar más fuerte su voz. Y creo que es muy importante en el corto plazo resolver este entrampamiento de la renuncia de Pedro Chávarry, que se ha politizado mucho, se convirtió en una lucha entre derecha bruta y el caviarismo. Una buena salida es la que ha propuesto Proética: que se vayan todos de la Junta de Fiscales Supremos y que la Asamblea de Fiscales Superiores reconstituya este ente y pueda trabajar con más credibilidad, ¿no?

— ¿El régimen político peruano, que es un híbrido entre presidencialismo y parlamentarismo, casi único, funciona bien?
A mí no me parece que tengamos un mal diseño en nuestro régimen político. No me parece mal la combinación entre presidencialismo y parlamentarismo que tenemos porque trata de lograr un equilibrio. Ok, el presidente forma el gobierno, pero requiere la aprobación del Parlamento, entonces el Ejecutivo no puede excederse en su enfrentamiento con el Parlamento porque corre el riesgo de no poder formar gobierno o tener censura de ministros. Y en el otro extremo, si es que el Parlamento obstruye al Ejecutivo, el Ejecutivo tiene el recurso de la censura de los gabinetes y el cierre del Congreso y de nuevas elecciones como ocurre en un régimen parlamentario. Por esa razón es que yo creo que el cambio en el Reglamento del Congreso desnaturaliza el precepto constitucional y el Tribunal Constitucional debería eliminarlo. Y creo que no deberíamos tenerle tanto miedo a la eventualidad esta de que el presidente diga: “Miren, no me dejan gobernar, cierro el Congreso y convoco nuevas elecciones”. Eso no deberíamos tomarlo como un trauma, sucede en regímenes parlamentarios: si los ciudadanos perciben que el presidente se excedió al hacer eso, lo van a castigar en la elección y si la gente sintoniza, simpatiza con el presidente, pues el gobierno tendrá una mejor correlación en el Parlamento.