El próximo 5 de octubre, Perú y Argentina se enfrentarán en el leyendario estadio de Boca, donde se definirá quién obtiene su boleto al Mundial de Rusia 2018.
El próximo 5 de octubre, Perú y Argentina se enfrentarán en el leyendario estadio de Boca, donde se definirá quién obtiene su boleto al Mundial de Rusia 2018.
Miguel Villegas

Desde el aire, la Bombonera es una furiosa boca abierta. Así se ve. Es más que un juego semántico sobre el barrio: la Bombonera es Boca. No hay otro estadio en el mundo que resuma tanto un lugar. Desde la platea a la que irán los peruanos por 193 dólares, el vértigo te enfrenta con una tribuna demasiado 90 grados; más que tribuna, un tribunal. Desde la cancha es pasto, como cualquier otro. ¿Por qué entonces Argentina dejó River para ir a la Bombonera? Este es un ensayo sobre la real influencia del estadio de Boca Juniors en un jugador de fútbol en estos tiempos. Local o visitante. Creas o no.

EL TÉCNICO

En 1987, Ángel Cappa dirigió a Boca Juniors en cuatro partidos. Fue por una licencia por salud del técnico principal, César Luis Menotti y según los números de El Gráfico ganó tres partidos (4-2 a Armenio y 1-0 y 5-2 a Newell’s) y empató uno (2-2 con Armenio). Pero Cappa ya conocía la Bombonera, no era nueva ni ajena. Ese año llegó como asistente de Menotti y trabajaba en las inferiores, así que allí miraba cómo las tribunas cobraban vida los domingos. El corazón en la Boca, se entiende. Treinta años después, Cappa vive el retiro con autoridad de filósofo. Sobre la Bombonera, una cancha donde fue local, dice: “No creo que la cancha esta vez tenga influencia decisiva. Además, no hace mucho Argentina llevó un partido con Brasil a Rosario, a la cancha de Rosario Central, que es más o menos como la Bombonera en cuanto a la presión: ganó Brasil cómodamente”. Cappa tiene, además, un mensaje para los ex San Martín a los que dirigió en su última etapa peruana, en 2012: Ramos, Butrón, Gallese, Corzo y Cueva. “Se lo merecen todo”. Y sobre Christian, el muchacho de Huamachuco, un secreto que prueba su constancia, de cuando no lo quería ni el señor que cobra la renta. “Estuve con él en Madrid, cuando pasó por el Rayo Vallecano y no lo pusieron nunca, incomprensiblemente. Y vi cómo, en ese momento, no se entregó y siguió entrenando y tratando de ganarse un lugar. ¿Sabes qué hizo? Pidió jugar, y jugó, en el segundo equipo, para no perder ritmo. Hoy se ve el resultado”. Al final de la Eliminatoria, Cappa podrá ver en la cancha cuánto creció el pequeñín.

EL JUGADOR

Ya no era el flaquito que ascendió a Primera con Mandiyú de Corrientes y le sacó lágrimas de alegría a Tota, la mamá de Maradona. José Basualdo tenía un nombre, entre Olarticoechea, Batista y Troglio. Lo fichó Boca en 1998 y desde ahí pasó sus años maravillosos: tres títulos locales, una Libertadores y la Copa Intercontinental. “Miro a Perú ahora y no me sorprenden uno o dos: ¡me sorprenden todos!”, dice ‘Pepe’, hoy técnico de Cerro de Uruguay, que en 2005 pisó Lima y fue subcampeón de un Apertura con la ‘U’. “Los jóvenes pueden asumir responsabilidades y eso lo ha demostrado la selección. Y lo más importante, el que entra siente lo mismo. Los resultados acompañan, obvio, pero ahí necesitamos la entereza del jugador”, añade. ¿Perú debe temer a la Bombonera? “Cuando para la pelota y un jugador se lesiona, los minutos, la verdad, duran horas. Cuando no hay juego, ahí se siente. Cuando se para todo, la gente no para y bueno, eso puede influir si el jugador no tiene pies de plomo. La primera vez que fui, a mi vuelta de Alemania con Vélez, me tocó perder y noté la diferencia que hay entre Europa y Sudamérica: se sienten mucho los pies de la gente en el césped. Ricardo [Gareca] lo sabe, eh, que jugó en Boca, así que no es nuevo”. Pies de plomo. Cabeza fría. Oídos tapados. Buen consejo.

EL PERIODISTA

Los 12 años son una edad inconforme: eres muy chico para tener DNI pero puedes colarte en una fiesta. O muy chico para ir solo a la cancha, aunque ahí adentro puedes ser un barra brava. Ezequiel Fernández Moores tenía esa edad cuando ‘Cachito’ Ramírez eliminó a Argentina del Mundial del 70. El que sería un reto de iniciación inolvidable, lo fue. “El partido de 1969 fue mi primero con la selección. Me llevó mi padre a la platea. No me quedó tan grabada la decepción popular, sino el golazo que marcó ‘Toscano’ Rendo, tan bello como inútil, porque el 2-2 no alcanzó. Y de por vida me quedó grabado el nombre de Oswaldo ‘Cachito’ Ramírez”, recuerda hoy, mientras termina su columna para La Nación de Argentina. Autor de Díganme Ringo (Planeta), sobre la vida del boxeador Oscar Bonavena, Fernández Moores mira la Bombonera con la frialdad del que no le ve chimpunes ni cabeza para hacer goles. “Puede entenderse que los jugadores, acaso desorientados, frustrados porque sienten cierto bloqueo con la selección, hayan pedido ellos en voz baja el cambio de estadio. Como si fuera esa persona que decide recortarse la barba para sacarse la mufa. Saben que no alcanza, pero precisan hacer algo que ayude a evidenciar que debe haber un cambio. Esa presión puede favorecer a Perú”. Hace una semana, Fernández Moores habló con ‘Cachito’ en un programa de radio. Dice que el audio del noble testimonio del peruano lo ha escuchado ya, varias veces. Como música.

EL PERUANO

Fue, con distancia, el seleccionado peruano que mejores influencias tuvo en los 90. Lo dirigieron Valdano y Cappa, Ranieri, Maturana y fue alumno de Juan Carlos Oblitas, el técnico más decisivo del medio en esos años. Con ese pasado –y desde esa altura–, la carrera del ‘Chemo’ entrenador no podía tener errores. No correspondía. Pero bueno, los tuvo: cuando aceptó dirigir a Perú rumbo a Sudáfrica 2010 de arranque le fue mal (2 puntos de 12 posibles), tuvo que reorganizar el equipo por indisciplina (el Caso Golf) y enfrentarse a la crítica de la gente (70% de desaprobación). Pero fue justo en esa Eliminatoria que ocurrió una situación parecida a la de hoy: Maradona dirigía a Argentina y el partido que definía si quedaba fuera o no del Mundial lo jugó con Perú. En cancha de River. Con un clima feroz: por el diluvio que cayó en Buenos Aires y por la tensión que atravesaba las paredes. Lejos de los medios y anclado en España, Del Solar tuvo un breve contacto con Somos: “Vamos a jugar contra Argentina en Buenos Aires y todo el mundo cree que va a ser un partido fácil. ¿Te imaginas que pierdan el partido y luego se queden sin Mundial?”, dice vía telefónica. ¿Es la Bombonera el estadio más temido de Sudamérica? “Con la ‘U’ jugué una vez la Copa Libertadores ante Boca. Aquí ganamos 1-0 y allá perdimos 2-0. Sí se siente la presión, es duro. Pero debemos aclarar algo: la hinchada que va a ver a la selección no es la misma que va por Boca los domingos. Es diferente. Es como acá: no va la hinchada de la ‘U’ o Alianza en Eliminatorias, es otro tipo de público. No es la misma presión”. Y corta el teléfono.

El próximo octubre sabremos si es el mes de los milagros o las desgracias.

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