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mamás de la selección
Miguel Villegas

Antes de tomar sus abrigos e irse, Roxana Chávez y Tatiana Quiroz acarician la réplica de la como si se tratara de un bebé. Saben cómo hacerlo. Hay más cosas en la mesa aquí, en Las Bolena de Miraflores: los guantes del último partido de Eliminatorias de , la medalla al mejor atleta del colegio La Inmaculada de , fotos de cuando tenían un año, dos, diez; el bautizo, un cumpleaños, una foto de la Navidad. También está, intacto, el recuerdo de la noche en que nunca se acabó la noche y Perú, es decir, sus hijos, clasificaron al .

—Cuando Aldo me vio, me dijo: ¿dónde estabas, mamita linda?

—Mi Pedro también. Y le dije que lo amaba con todas mis fuerzas.

Luego siguen hablando entre ellas, y de dos de los mundialistas más queridos de la selección, como si fueran niñitos que juegan al fútbol todos los días con sus amigos, tienen que hacer las tareas y piden su plato favorito cuando se portan bien. Como si no fueran estos dos héroes deportivos. Tengo la sensación de que lo único que quisieran hacer este domingo, Día de la Madre, es volverlos a cargar.

DÍA DE LA MADRE

Los tiempos en que y eran unos niños pasaron. Pero hay cosas que no van a olvidar, silencios que prefiero callar. Cuando jugar al fútbol solo era un sueño, cuando parecía incluso una pesadilla, los domingos por la mañana Aldo y Pedro se despertaban temprano a la mañana solo para correr a abrigarse en cama de mamá, ese paraíso. Cuando todos los domingos eran igualitos. “No necesita que sea el Día de la Madre para que Aldo lo haga: se mete todos los días”, dice Roxana. “Pedro ya se casó, tiene una hermosa familia, pero cada vez que puede viene y lo hace”, cuenta Tatiana. Son las mamás de dos de los héroes de la selección. Cuando no tenían capa ni galones y, más bien, cuando todos los miedos se iban metidos debajo de esa frazada. El lugar en el mundo de los hijos.

Todos los recuerdos de Tatiana Quiroz y Roxana Chávez este sábado en Somos.

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