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Nora Sugobono

Empezó con una afición por los cómics. Vladimir Velásquez (40) es un coleccionista nato; lo ha sido siempre. Se zambulle, se obsesiona y no se detiene hasta que se adueña del tema. Su fascinación por las historietas lo llevó a descubrir el Centro de Lima: callecitas, rincones y todo lo que se esconde en ellos. En su búsqueda por ejemplares únicos –mientras más raros eran, mejor– terminó topándose con tesoros de los que jamás había escuchado. Primero fueron las publicaciones. Entre ellas, Variedades, una revista peruana ilustrada de inicios del siglo XX. Con aquel hallazgo se avivó algo en él que no volvió a apagarse: el apetito por seguir descubriendo cómo era la vida en la Lima del pasado. Era posible saberlo a través de dibujos, grabados, fotos y documentos. Todo estaba –está– aquí.

En 2009 Vladimir abrió un blog para difundir su colección privada. Las redes sociales, algunos años más tarde, le ayudaron a confirmar que había más personas con su mismo interés. Lima Antigua tiene hoy 161 mil seguidores, pero ese es solo el comienzo. Han pasado diez años desde que comenzó en el mundo digital y Velásquez todavía pasa sus fines de semana por el Centro en búsqueda no de historietas, sino de historias. Queda mucho por saber, insiste. Incluso con un conjunto de piezas que consta de siete mil documentos (entre fotos, revistas, periódicos, libros y avisos publicitarios), aún queda mucho por saber. De hecho, las fotografías han sido claves en el éxito de su página: el 85% de su colección son imágenes, que van desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la segunda del siglo XX. Parece que los limeños queremos ver para creer.

Lima Antigua se ha convertido en un referente cuando hablamos de patrimonio. 
Posteo todos los días al menos una vez. Pero para que tengas una idea: en Facebook solo está publicado el 5% de las fotos que tengo.

Tu siguiente paso va más allá del universo digital: quieres abrir una Casa Cultural.
Estamos tocando puertas. Es difícil, porque es apostar por un país culto, por una población con memoria y con identidad. Lo que más nos interesa es el trabajo con las nuevas generaciones.

Casi todos los días pasamos por calles, casonas, monumentos o plazuelas donde el descuido se ha normalizado.
Llevo mucho tiempo digitalizando mi colección privada para volverla pública, para compartirla gratuitamente con la gente. Me da cólera que teniendo tanto espacio histórico, tanta documentación, no sepamos ponerlo en valor. El ciudadano tiene mucho que ver en esto, pero es un problema que les compete a las autoridades. La idea es trabajar en conjunto para que el Centro Histórico no se convierta en un gran mall.

Tu página está abordando el tema desde una visión más práctica. En noviembre alertaste que la casa donde nació Ricardo Palma se ofrecía como comercio (para ser restaurante o almacén, entre otros). ¿Por qué se permite?
Me imagino que no existe la disposición de tomar acción. Nosotros podemos tener un sinnúmero de reglas y ordenanzas, pero la idea es aplicarlas. Si pasas por la casa, no encuentras ninguna referencia, salvo una placa. A pocas cuadras está el Congreso, donde hay comisiones de cultura y una comisión del Bicentenario. ¿Qué respuesta podría darle un padre a su hijo si ve un maniquí al lado de la placa donde dice que ahí nació Ricardo Palma?

¿De quién es la responsabilidad de evitar que esto siga sucediendo?
Ahí debería haber una sinergia entre el Ministerio de Cultura y la Municipalidad de Lima. Ellos son los administradores del patrimonio. La Municipalidad tiene los datos de los propietarios de estos inmuebles: saben si están en custodia por la Beneficencia Pública de Lima, si tienen dueños privados, etc.

El historiador Carlos Contreras denunció en una columna publicada en este Diario sobre los peligros que corre el Archivo General de la Nación, que está repartido en tres sedes.
En el Pasaje del Correo Central se guarda la parte colonial, justo al medio del pasaje. Ahí se encuentra, por ejemplo, el Libro Becerro, un documento de 1533 y donde está la firma de Pizarro. Es, digamos, el registro más importante y más antiguo de la historia del Perú. Sucede que está en un sitio donde hay una amenaza terrible y que es, prácticamente, una bomba de tiempo. Hay desde conexiones clandestinas hasta desagües que se están escapando. Podría haber un incendio en cualquier momento, por las chimeneas.

¿Cómo funciona Lima Antigua? ¿Recibes alguna clase de auspicio o subvención?
Me encantaría que así fuera. Lima Antigua es el proyecto de un coleccionista que decide compartir con las personas lo que ha conseguido para que puedan informarse. Tomé ese camino, primero con el blog y luego con redes sociales. Pero jamás quise convertirme en la Wikipedia de Lima. Buscaba, más bien, una respuesta inmediata de la gente. Ahora subo la foto, coloco algún dato y hago que los visitantes adivinen qué lugares son. Para darle incluso más agilidad a la página salgo a la calle, hago comparaciones; algunas veces incluso en video.

Mucha gente no sabe que no eres historiador. ¿Cómo verificas la información que manejas?
Me documento con los libros antiguos que he adquirido. Y cuento con un grupo de amigos, profesionales en distintos ámbitos: desde historiadores del arte hasta arquitectos, urbanistas o fotógrafos. No soy el dueño de la verdad. Busco, como facilitador, que la gente sea quien participe. Si saben más que yo, excelente.

¿Podrías elegir un período histórico en el que te habría gustado vivir?
Sería la Lima de las primeras décadas del siglo XX. Quisiera ver cómo era el trabajo de los fotógrafos que retrataban la calle en ese entonces. //

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