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Jorge Malpartida
Miguel Villegas

Como si caminara en puntas de pie, Jorge Malpartida (Arequipa, 1990), va todos los días a la redacción de El Comercio con su libreta, su lapicero, su grabadora y algún libro en la mochila. Tiene 29 años pero los modales de un viejo de 40. Debe ser por eso que sus proyectos no son convertirse en Youtuber o ser Tuitstar: Jorge Malpartida quiere publicar libros. “Patato: el goleador humilde que miraba al frente” (Quimera Editores), un perfil sobre Eduardo Márquez Obando, durante las décadas de 1960 y 1970, es la prueba de su constancia. El Chino Malpartida ha escrito sobre los bomberos, sobre los árboles de la Benavides, de la Línea Amarilla, sobre el caos del tránsito limeño. Pero nada le provoca más insomnio que los goles de sus ídolos.

Hoy que partió el ídolo absoluto del Melgar de Arequipa, conviene saber quién era.

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Melgar resume su historia en tres apellidos: Márquez, Neyra y Zúñiga. ¿Por qué escribir sobre ‘Patato’ Márquez? Es decir, tú no lo viste jugar...

Patato Márquez es un jugador del que siempre me habló mi padre. Él como muchos arequipeños de su generación lo vieron jugar en los 60’s y 70’s en el estadio Melgar, en los partidos de la liga local y la Copa Perú. Era la figura del FBC Melgar porque burlaba a todos los defensas y no se cansaba de meter goles. Pero esos relatos para mi eran muy lejanos, ni siquiera había videos de sus hazañas. Sin embargo, siempre tuve la curiosidad de conocer un poco más a quien había sido el ídolo de mi viejo.

¿Cómo fueron los primeros contactos con tu personaje?

Ya como reportero, en 2015, en el año del centenario de Melgar, busqué a Patato para hacerle una entrevista para El Comercio, cuando cubría deportes en Arequipa. Esa vez encontré a un tipo común, un abuelo retirado que pasaba sus días tranquilo, jugando con sus nietos y viendo los partidos del ‘Dominó’, como cualquier hincha. Su historia parece la de un personaje del anime Supercampeones. No era muy alto, tampoco fornido, antes de ser delantero fue recogebolas. Integraba la escuadra de un club provinciano, pero aun así tuvo el coraje y el talento para anotarle al Santos de Pelé (que por esos años era el mejor equipo del mundo). También humilló con un bombazo al portero Amadeo Carrizo de River Plate y superó con sus gambetas a los defensas gigantes del Dínamo Moscú, cuya estrella era Lev Yashin, la araña negra. Además, formó parte del equipo que ganó la Copa Perú en 1971 y logró el ascenso de Melgar a la primera división, categoría que no ha perdido desde entonces. Y, pese a todos estos logros, seguía siendo alguien humilde, no era el arquetipo de futbolista famoso. Era consciente de su talento pero no era altanero ni soberbio. Todo eso me impulsó, luego del primer encuentro, a profundizar más en su vida y tratar de entenderlo. ¿Quién es ‘Patato’ Márquez? ¿Cómo logró ser un jugador tan talentoso? ¿Por qué, a los 75 años (los cumple el 27 de marzo) sigue siendo recordado en la actualidad?

Patato, el goleador humilde que miraba al frente. El periodista Jorge Malpartida es periodista de El Comercio desde el 2012.
Patato, el goleador humilde que miraba al frente. El periodista Jorge Malpartida es periodista de El Comercio desde el 2012.

¿Arequipa es una fuente de historias futbolísticas?

Creo que el fútbol siempre es una excusa para hablar de algo más. A mí no me interesa necesariamente el juego, sino lo que sucede alrededor de este, las emociones y sueños que se generan a partir del deporte. Desde esa perspectiva, mi ciudad tiene muchos personajes y episodios futbolísticos que podrían contarse. Por ejemplo, el triunfo de Cienciano en la Copa Sudamericana 2003 ocurrió en un estadio de la Unsa abarrotado. En los torneos amateur y en las ligas distritales también hay dolor y gloria. Hace unos años, vi como unos hinchas sexagenarios lloraban a moco tendido, pegados a la reja de la cancha, cuando el centenario club Piérola se fue al descenso, luego de 56 años. Escenas conmovedoras como esta abundan, solo hay que detenerse unos minutos a observarlas.

Melgar tiene todo: altura, hinchada, historia. ¿Por qué le costó tanto estar en los primeros lugares a nivel país, como hoy?

Durante mucho tiempo estuvo a la deriva como institución sin una visión clara ni profesional. También estuvo en manos de dirigentes que no eran muy trasparentes o que solo estaban en el club para servirse de él y no para impulsarlo. Actualmente, con los procesos concursales y la junta de acreedores ya en marcha, se ha puesto orden a las finanzas y se tiene un club con solvencia económica y seriedad, que tiene la capacidad de organizar a los jugadores y el equipo técnico. Creo que eso le ha permitido ahora ser uno de los protagonistas del torneo local, aunque todavía, como al resto de equipos peruanos, le falta esa jerarquía para destacar en competencias internacionales.

¿Por qué en el Perú existe muy poca -o ninguna- literatura deportiva?

A raíz de la clasificación de Perú al Mundial de Rusia hubo un entusiasmo por publicar libros de fútbol. Creo que el momentáneo éxito de nuestra selección sirvió de impulso, pero durante muchas décadas no existía un real interés por publicaciones deportivas debido, quizás, a que no abundan las victorias. Usualmente, se lo veía como un espacio de derrotas. Sin embargo, creo que el deporte, el fútbol especialmente, forma parte de nuestra identidad cultural y no debemos abandonar su reflexión, sobre todo cuando lo que abunda es la tristeza y las oportunidades perdidas. Este panorama menos triunfalista es mucho más rico e interesante de abordar y nos permite ampliar la discusión para entender las razones de nuestro fracaso o, para no ser dramáticos, la poca continuidad de los éxitos.

¿Qué lees? ¿A quién lees?

Me interesa leer a periodistas que se siguen apasionando por las historias y buscan nuevas formas de conmover a los lectores. Las crónicas y reportajes de Juan Villoro, Martín Caparrós, Leila Guerriero, Juan Pablo Meneses siempre sirven de referencia. También la generación Etiqueta Negra: Gabriela Wiener, Marco Avilés, Daniel Titinger, Joseph Zárate, Julio Villanueva Chang, etc. En el plano de la ficción, Julio Ramón Ribeyro y Vargas Llosa son fijos. También estoy pendiente de narradores contemporáneos de mi región: Yuri Vásquez, Zoila Vega Salvatierra, Orlando Mazeyra y Jorge Monteza. Y, últimamente, estoy prendado del argentino Hernán Casciari, quien te hechiza con sus historias cotidianas, y su afán por encontrar nuevas formas de llevar la literatura a las audiencias digitales. Tampoco puedo dejar de lado mi identidad friki, así que no abandono las historietas de superhéroes como Spiderman, Batman, Superman y los X-Men, que me permiten conectar con ese adolescente interior que aún puede maravillarse y encontrar heroísmo y épica en los relatos más simples.

¿Tienes un proyecto nuevo en mente?

Desde algún tiempo estoy interesado en las historias de las picanteras arequipeñas, esas mujeres que han creado sus dominios dentro de las cocinas que siguen funcionando con fogones y leña. Creo que las picanterías y las familias que están a cargo de ellas nos permiten entender las tradiciones y la identidad cultural de Arequipa.


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