Cabrito y ceviche en La Picantería La Norteña.
Cabrito y ceviche en La Picantería La Norteña.
Arturo León

Fotos de artistas, alcaldes y personalidades adornan la entrada al local. En los últimos 60 años han pasado varios famosos por aquí. En la pared también hay una caricatura de Rodolfo Capuñay, el administrador principal, la palabra "Aniversario" y el número 59, que pronto será cambiado por el 60. La Picantería La Norteña se creó un 25 de setiembre de 1959. Hay muchos motivos para celebrar en el local que está ubicado en el corazón de La Victoria (Avenida Isabel La Católica 1370).

Si este huarique está abierto hace más de medio siglo es gracias a Asunciona Capuñay López y Andrés Capuñay Gonzales, una pareja oriunda de Monsefú -distrito de Chiclayo- que viajó a Lima en busca de más oportunidades. Llegaron con una idea clara: vender comida norteña, hoy famosa en todo el Perú. Doña Asunciona había heredado la buena sazón que varias generaciones atrás caracterizaron a los Capuñay.

Así comenzaron. Compraron un terreno vacío en La Victoria, lo condicionaron con esteras, mesas y sillas de paja, una cocina bastante rústica, pero suficiente para dar a conocer a los limeños los sabrosos platos que se venden en Lambayeque. Con esfuerzo, mucho trabajo, pero sobre todo una sazón única, las ventas del pequeño local les ayudó para sacar adelante a sus 11 hijos. Cuando el primero de ellos se graduó de economista, empezó la construcción del restaurante tal cual hoy se conoce.

Cinco de los diez hermanos Capuñay estuvieron presentes el día de nuestra visita.
Cinco de los diez hermanos Capuñay estuvieron presentes el día de nuestra visita.

"Siempre hemos trabajado aquí, desde niños", recuerda Jorge Capuñay. "Mi mamá trabajó muy fuerte para sacarnos a todos adelante, y prácticamente todos somos profesionales. Cuando fallecieron, nosotros nos hicimos cargo de todo. Mis hermanas heredaron la sazón de mi mamá y están siempre en cocina. Nosotros ayudamos en todo lo que se puede y mi hermano Rodolfo es el administrador, el que siempre está aquí", agrega.

Pasemos a lo más importante: la comida. Los hermanos Capuñay cuentan que sus platos bandera son tres: ceviche, cabrito y espesado. Probamos los dos primeros porque el último se prepara solo los lunes (manteniendo así la tradición chiclayana). El ceviche es de tollo, como en el norte. Los trozos de pescado son pequeños, casi como cubitos y está sazonado de la forma más simple (y rica) posible. No tiene más que limón, sal y ají. Viene acompañado de yuca, camote y choclo. Ah, y bastante juguito.

El ceviche que sirven en local ubicado en La Victoria es fresco, jugoso y picante.
El ceviche que sirven en local ubicado en La Victoria es fresco, jugoso y picante.
El cabrito a la norteña es uno de los platos bandera.
El cabrito a la norteña es uno de los platos bandera.

El cabrito es un plato de otro nivel. La carne, suave y sabrosa. Combinada con el arroz y los frejoles calientitos, la experiencia es todavía más placentera. La verdad es que da pena terminarlo de comer. Mientras tanto, Jorge Capuñay recuerda cuando recién abrieron y él todavía era un niño. "En ese tiempo solo se vendía chicha de jora. Cerveza muy poco. Mi mamá traía de Chiclayo la jora y la leña del algarrobo y con eso hacía la chicha. Nosotros llenábamos las botellas".

Sin la sazón de su madre, hubiera sido difícil mantener vivo el restaurante tanto tiempo. Más aún si tenemos en cuenta que hoy, muy cerca del lugar, hay restaurantes conocidos como El Verídico de Fidel o Mi Barrunto. "Nuestro fuerte son las manos norteñas de nuestras hermanas, las que preparan los platos. Nosotros mantenemos una tradición, un mismo sabor, que viene de nuestros antepasados. Por eso decimos que somos un huarique", explica otro de los hermanos Capuñay.

La entrada de La Picantería La Norteña cuenta con fotos de artistas, políticos y otras personalidades que algún vez asistieron al local.
La entrada de La Picantería La Norteña cuenta con fotos de artistas, políticos y otras personalidades que algún vez asistieron al local.

La Picantería La Norteña cuenta actualmente con 14 mesas. Cuando se llena se pueden ver hasta 70 personas disfrutando de la comida chiclayana. También tienen segundo piso pero solo se habilita para eventos u ocasiones especiales. Tampoco han pensado en expandirse a otros distritos. "Este es nuestro templo", aseguran. Y sí, se come como mandan los dioses.

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