Juan Carlos Oblitas y su labor mayor: renovar a Gareca en medio de la crisis que ha ensuciado el nombre de la FPF.
Juan Carlos Oblitas y su labor mayor: renovar a Gareca en medio de la crisis que ha ensuciado el nombre de la FPF.
Miguel Villegas

Juan Carlos Oblitas ha cumplido 67 años pero debería tener 20, o menos. Sería más imprescindible que Paolo o Jefferson, Carrillo o Flores serían eternos suplentes. Su importancia en la historia del fútbol peruano va más allá de los dos mundiales o el título sudamericano de 1975: fue el precursor de una posición –extremo por izquierda- que no abundaba en el continente y que parecía una rareza por su velocidad y disciplina, en un medio lento y burocrático. Cuando Oblitas atacaba los defensores derechos no podían marcarlo, apenas perseguían. Y cuando se volvía lateral, cosa de tres segundos, tenía un orden tal que más de uno podía decir que el Perú de los setenta defendía con 5.

Tras salir campeón como jugador con la ‘U’ –el club del que es hincha-, migrar a España, mudarse a México y arribar a Bélgica, Oblitas dejó el fútbol para hacer docencia: se convirtió en un técnico exitoso con la misma inteligencia de su etapa de jugador. De Marcos Calderón aprendió el manejo de vestuario, de Roberto Scarone la frialdad para decidir estrategias y de Chale, el Niño Terrible, la manera de llegar a lo más íntimo del jugador. El técnico Oblitas fue importante no solo por los campeonatos con Universitario y Cristal –el célebre Tri-, sobre todo por la influencia que tuvo en los jugadores que luego se harían entrenadores, la llamada generación Francia 98: Chemo, Reynoso, Maestri, Pepe Soto, Cominges, Ñol. Todos, cobijados notablemente por el Ciego, que hasta en eso, fue uno de los mejores.

Cuando empezó todo (mediados del 2015), en su faceta de Director Deportivo, de obligado pararrayos de balas, audios y misiles, e influyente a un nivel mayor y más macro, Juan Carlos Oblitas tiene la misión de extender todo eso que fue como futbolista y entrenador a un medio que nunca tuvo un proyecto en serio y a un fútbol como el peruano que, como la política, cree en el mesianismo. El último legado del Ciego debe ser la confirmación de que el Plan Qatar 2022 -hoy Plan Centenario- no necesite de un crack, de un gran entrenador o de un millonario dirigente. Que ningún iphone chuponeado borre meses de trabajo profesional, transparente, con más de 20 personas involucradas en área deportiva. Eso depende de todos.

"Si estamos o si seguimos con personalismos hoy, estamos fregados", dijo hoy, en el momento más difícil desde que volvió a Videna, sin entrenador seguro, con un presidente involucrado en el caso de mayor corrupción de la historia del Poder Judicial.

En eso está, a los 67 años: otra vez siendo el mejor jugador de nuestro equipo.

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