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(Foto: Anthony Niño de Guzmán)

Por Yessenia Quispe Galván

Los Qhapaq Qolla han tenido la osadía de intentar robar la imagen de la Virgen del Carmen pero sus guardianes, los Qhapaq Chuncho, han repelido el intento y los han vencido. Uno de los caídos, ya muerto, es llevado por los Saqras (demonios) al purgatorio, mientras la batalla infernal que se libra entre ambos continua en la plaza principal de Paucartambo. Un villorrio colonial de balcones azules, oculto en una quebrada de los Andes a dos horas de la ciudad del Cusco, donde la religión y la cultura se mantienen intactas desde hace más de 300 años.

Los Qollas, danza que emula a los hombres del altiplano, se enfrentan tenazmente con los Chunchos, venidos de la selva de Paucartambo, en esta batalla que se recuerda el 17 de julio durante ‘La Guerrilla’.

Dos días antes, la feligresía es testigo del ingreso de las 18 danzas multicolores, que por su constancia lograron que la festividad sea declarada Patrimonio Cultural de la Nación. Al anochecer, los fuegos artificiales iluminan el cielo Paucartambino, en el Qonoy (juego con el fuego), considerado el primer atentado de los Qollas de arrebatar a la Virgen.

Al día siguiente, el fervor se ve reflejado en los rostros de los hijos de la Mamacha del Carmen. A su recinto llegan para la misa con sollozos y cantos en quechua y español los Qhapaq Negro y Qhapaq Qolla “Kawsaspacha kutimusaqku/ wañuspaqa Diosllawaña”, “Si vivimos, volveremos/ si morimos, estaremos con Dios”.

La procesión de la Virgen se desarrolla por la tarde: un mar de gente cubre las calles empedradas de su pueblo y las lágrimas empañan los rostros de sus fieles, pero quienes no se atreven a apreciarla y se ven enceguecidos por su luz son los Saqras apostados en balcones y tejados. Por la mañana y en un acto de profunda emoción, los danzantes visitan el cementerio para rendir homenaje y recordar a sus entrañables compañeros que descansan, ya en la eternidad. //

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