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Cuando el pueblo manda
Carlos Meléndez

El referéndum es un tipo de consulta ciudadana que, por iniciativa de los gobernantes o de la propia gente, lleva a los electores a las urnas para favorecer o rechazar alguna propuesta de cambio legal de mucha trascendencia. También conocido como plebiscito –aunque la normativa nacional solo se refiere a ‘referéndum’–, es un canal de participación directa de los ciudadanos como, entre otros, la revocación de autoridades elegidas (recordemos la realizada en contra de la gestión de Susana Villarán en el 2013). Este tipo de consultas masivas pueden llevarse a cabo en todo el territorio o parcialmente, según el alcance de la norma en cuestión.

EL PLEBISCITO FALLIDO

En política internacional, los plebiscitos son mecanismos de negociación entre Estados para poner fin a guerras u otras situaciones bélicas. De hecho, luego de la Primera Guerra Mundial, su empleo fue perfeccionado y expandido para validar particiones territoriales, impuestas por las partes triunfadoras. Precisamente, nuestra historia registra un intento de consulta popular de este tipo, como salida a la traumática Guerra del Pacífico. Luego de la invasión a Lima, en 1883, el entonces mandatario peruano Miguel Iglesias cedió un acuerdo (el Tratado de Ancón) por el cual las provincias peruanas de Tacna y Arica pasarían a posesión temporal de Chile, cuyos definitivos destinos serían determinados por un plebiscito popular, sin fecha ni procedimientos fijados en aquel momento. Después de décadas de negociación, esa consulta nunca se llevó a cabo, Arica pasó formalmente al territorio chileno y Tacna retornó al suelo patrio.

Parecería que cuando se trata de demarcaciones limítrofes, las consultas ciudadanas se tornan fallidas en el país. Recordemos que en el 2005, como parte del proceso de descentralización, Alejandro Toledo convocó a referéndum regional para aquellos departamentos que debieran integrarse conjuntamente en regiones. Así, electores de 16 departamentos salieron a las urnas a votar a favor o en contra de su inclusión en ‘macrorregiones’. El resultado fue adverso para los propósitos descentralistas, pues el NO a la integración se impuso de manera apabullante. Solo en Arequipa el 50,4% favoreció la fusión con Tacna y Puno. En el resto de regiones, el SÍ no superó siquiera el 20%.

AUTORITARISMO EN LAS URNAS

Nada más democrático que llevar al pueblo a las urnas. Aunque estemos de acuerdo con esa premisa, se pueden dar casos en los que líderes autoritarios busquen legitimar sus enfrentamientos políticos o rompimientos al orden constitucional, a través del respaldo plebiscitario. Augusto B. Leguía y Alberto Fujimori, no casualmente quienes gobernaron el país por más de una década cada uno, entendieron que su permanencia en la Casa de Pizarro dependía de cambiar de Constitución Política. Para validar las respectivas reformas constitucionales, llevaron las nuevas Cartas Magnas a consultas populares.

Abril parece ser el mes de los ‘auto-golpes’. Augusto B. Leguía había ganado las elecciones de 1919 de manera contundente: 70% versus el 30% de su rival Ántero Aspíllaga. Sin embargo, el recién elegido mandatario consideraba que los poderes fácticos de entonces –los militares– no le iban a permitir asumir su investidura, así que a pocos días de conocerse los resultados tomó por asalto el poder. Su primera medida fue convocar a una Asamblea Constituyente, respaldada precisamente por el apoyo mayoritario de las urnas en el referéndum. A finales de ese año, la nueva Constitución fue aprobada también por el Congreso: 79 votos a favor, sin ninguno en contra.

LEE ESTE SÁBADO EL INFORME COMPLETO SOBRE LOS PLEBISCITOS EN EL PERÚ EN SOMOS

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