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La Tarumba
Ana Núñez

Había una vez un niño de aproximadamente siete años que se llamaba Fernando. Un día su papá murió y a Fernando no se le ocurrió mejor idea que correr a una de esas coloridas carpas que se levantaban cada año muy cerca de su casa, en el Centro de Lima, para ver si ahí podía encontrar lo que había perdido: la sonrisa. 

Todo parecía felicidad dentro de ese inmenso toldo. Él también se volvió a sentir feliz. Entonces, cada vez que llegaba el mes de junio, cada vez que comenzaban a aparecer los camiones con los artistas, las luces y las jaulas de los animales, Fernando dejaba todo para volver a refugiarse en el circo. Amigos, familia, colegio. Todo. 

Pero Fernando no quería ser un expectador más. Fernando quería ser parte del circo. Así que un día se puso a limpiar las butacas, luego comenzó a ordenar las herramientas, poco después ya era ayudante de uno de los equilibristas y, finalmente, un día de esos en los que ocurren milagros, le propusieron participar en el acto del ventrílocuo. El pequeño debía fingir que era parte del público y, previos tropezones y muecas graciosas, acercarse a ayudar al artista en su acto mágico. Fernando lo habría logrado, ya era parte del circo. 

El muchacho fue creciendo y aprendió a hacer acrobacias, malabares, pudo caminar sobre el alambre. El muchacho fue payaso. Hizo sonreír a otros que, como él cuando murió su padre, habían perdido la sonrisa. El muchacho lo tenía claro: de grande tendría un circo. 

A los 23 años, en 1983, Fernando y un grupo de amigos salieron por las calles haciendo actos de circo. Llevaron su magia por Barranco. Llevaron su magia por Jesús María. ¡Finalmente su sueño iba tomando forma! 

Un año después, el muchachito que frecuentaba los circos de la avenida Alfonso Ugarte, el pequeño que comenzó limpiando butacas y contando los tickets de la boletería, fundó . La palabra ‘tarumba’ significa ‘locura’. Locura buena, en este caso.

Así, entre función y función, entre temporada y temporada de circo, pasaron los años. En 2015, Fernando se convirtió en abuelo. El muchacho de nuestra historia había conocido la dicha de ser esposo, de ser padre, de crear de la nada un gran espectáculo, pero ¿qué era esto tan especial que sentía por ese pedacito de persona llamado Máximo?

Máximo tiene ya dos años y medio y Fernando no puede esperar más para presentarle la nueva temporada de , una temporada que tiene su punto de inicio en sus propios sentimientos: el de un abuelo que muere de amor tanto por su nieto como por el espectáculo de circo.

Así que, como en la vida misma, el ‘abue’ y ‘Max’ (personaje inspirando en el pequeño Máximo) vivirán mil y un aventuras, mientras que en el escenario circular de la hermosa carpa desfilarán los malabaristas y los magos, volarán los trapecistas y los equilibristas, y aparecerán esos ángeles que son las muchachitas que hacen de los lazos, sus alas.

Mientras esperan el 3 de julio, fecha del estreno de Ilusión, el espectáculo de este año de , Fernando Zevallos y su pequeño nieto Máximo son felices juntos. Porque el pequeño que perdió la sonrisa a los siete años, cuando murió su padre, la recuperó cuando llegó a un circo. Y no la perderá más mientras exista La Tarumba.

Y colorín colorado...

La Tarumba: Ilusión

  • Cuándo: De miércoles a domingo, desde el 3 de julio al 23 de setiembre.
  • Dónde: Carpa La Tarumba. Centro Comercial Plaza Lima Sur, Chorrillos.
  • Entradas: En Teleticket de Wong y Metro.
  • Celebración: Este año La Tarumba cumple 34 años de fundación.

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