“[En 2016] dejaremos un Perú menos desigual, con movilización social a favor de los excluidos, un poco más solidario y optimista”, contestó Nadine Heredia en su primera entrevista como primera dama para la revista ¡Hola! Perú.
 (Foto: Archivo revista ¡Hola! Perú)
“[En 2016] dejaremos un Perú menos desigual, con movilización social a favor de los excluidos, un poco más solidario y optimista”, contestó Nadine Heredia en su primera entrevista como primera dama para la revista ¡Hola! Perú. (Foto: Archivo revista ¡Hola! Perú)
Teresina Muñoz-Najar

Ni en la Universidad de Lima –es bachiller de la Facultad de Comunicación– ni en la PUCP –donde obtuvo una maestría en Sociología– demostró su interés por la política. Sí, más bien, su amor por la trova y el teatro. Ella se hizo política por su relación con (y su entorno) y, juntos, no solo formaron un partido, sino el binomio que en el 2011 ganó la presidencia del Perú.

Como bien señala Fernando Tuesta Soldevilla, nuestro entrevistado en las siguientes páginas, la conquista del poder es la etapa más épica de cualquier político o partido (el drama es gobernar). Ahora bien, como muchos otros (comunismo, socialcristianismo, socialdemocracia, liberalismo), los humalistas también buscaron vínculos internacionales para financiar sus campañas. Encontraron el apoyo del llamado “giro a la izquierda” y es ahí donde radicó gran parte de su fortaleza. Pero también de su debilidad.

Nadine aprendió mucho entre los años 2006 y 2011 y se convirtió en una experta comunicadora. Por eso, cuando ingresó a Palacio, prefirió convertirse en el brazo derecho de su marido; ser una suerte de intérprete de sus proyectos y decisiones, y comprometerse con el quehacer del poder, antes que ceñirse el traje tradicional de primera dama. Hoy es imposible compararla siquiera con Eliane Karp. Si bien en un principio contó con el apoyo de la ciudadanía y hasta tuvo la pretensión de convertirse ella misma en candidata a la presidencia (con el apoyo, entre otros, de Mario Vargas Llosa), poco a poco fue avasallada por su ambicioso protagonismo.

Nadine Heredia cayó en desgracia, no solo por sus agendas y las implicancias que estas tienen, sino porque no supo administrar su imagen. Aun con ello, tiene derecho a comparecer en libertad; incluso cuando la mayoría de los peruanos esté de acuerdo con su prisión preventiva y el castigo público.

Pecados políticos 
“Desde el día en que Ollanta Humala ganó la presidencia, Nadine Heredia se situó al lado de él bajo la premisa de que ella también construyó el partido”, dice Tuesta Soldevilla, profesor de Ciencia Política de la PUCP. Y sigue: “En consecuencia, Nadine no quiso ejercer el rol de primera dama convencional, pero tampoco supo ubicarse en el escenario del poder de manera pública. Y ese fue su gran problema”. Nadine se convirtió así en una especie de consejera/asesora de su esposo –“seguramente porque es la persona a la que le tiene más confianza”–, como también lo pudo ser Violeta Correa para Fernando Belaúnde. Pero hay una diferencia en el caso Nadine. “Ella se distancia de Violeta porque, al contrario de esta, se hizo demasiado visible. Quería hacerse notar”.

Pero ¿cómo empieza Nadine a ser la gran comunicadora del gobierno de su marido y a tener un papel casi tan protagónico como el de él? Descúbrelo este sábado en la edición impresa de la revista Somos

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