Por sus características de flexibilidad y resistencia y su grosor de un átomo, el grafeno es utilizado en laboratorios médicos. En la imagen la sintetización del grafeno sobre un sustrato de plasma.
Por sus características de flexibilidad y resistencia y su grosor de un átomo, el grafeno es utilizado en laboratorios médicos. En la imagen la sintetización del grafeno sobre un sustrato de plasma.

| Respira profundo y mantén la calma: no es el fin del mundo. Tu hijo quiere cambiarse de carrera, no unirse a una banda de traficantes. Es un cambio, nada más. Y, si está seguro y ese nuevo camino lo hace feliz, debes apoyarlo.

“Los chicos eligen una carrera cuando son demasiado jóvenes y, a veces, con poca información. Entonces, pueden creer que les interesa, pero, al llevar los cursos, se desmotivan; y ya no se visualizan trabajando en esa profesión. En esos casos, el cambio es una posibilidad grande”, explica Jorge Pérez Reyes de la Flor, psicólogo de la Universidad del Pacífico.

-Tómense su tiempo-
Es preferible que se demoren en terminar la universidad en lugar de acabar trabajando en algo que no los motiva, pues eso terminaría haciéndolos trabajadores mediocres y personas frustradas.

Si tu hijo te plantea cambiarse de carrera, apóyalo. “Los padres deben ser acompañantes y siempre escuchar a los hijos. Si el joven no sabe qué carrera estudiar, hay que volver al punto de inicio: buscar información sobre las carreras que le interesan, conversar con profesionales, participar en actividades académicas como alumno libre y, si persiste la duda, buscar ayuda profesional”, aconseja Graciela Noriega, jefa del departamento de Psicología de la Dirección de Bienestar de la Universidad de Lima.

También se puede reservar la matrícula por un semestre para que el estudiante pueda aclarar sus dudas. Esto no significa que tendrá seis meses para rascarse la barriga. Puede estudiar un idioma, llevar cursos de informática, etc. O —como recomienda Noriega— ofrecer su trabajo en una empresa para conocer cómo se desempeñan los diversos profesionales.

No obstante, hay que tener en cuenta que, a veces, el problema no es la carrera, sino la universidad. Por eso, es imprescindible preguntar cómo se dicta en otras casas de estudio, qué infraestructura tienen, cuál es su orientación y qué metodologías usan.

-¿Y el dinero invertido?-
Obviamente, no es una situación fácil. Has invertido dinero en una carrera truncada. Sin embargo, no es plata perdida: tu hijo ha ganado experiencia y conocimientos que le servirán en su nueva profesión. Lo principal es que se sienta apoyado. Esto le dará la tranquilidad y seguridad para tomar una decisión sobre su futuro.

Ahora bien, si solo le falta un ciclo para terminar los estudios, sinceramente, conviene pedirle que la termine, que trabaje y se pague la otra carrera. Explícale que el dinero no sobra y que, si realmente quiere otra profesión, es viable y una posibilidad que él la financie.

-Bye bye, universidad-
En caso de que no quiera una carrera universitaria, no descartes el hecho de que la universidad no es para todos. “Algunos jóvenes son vendedores o emprendedores naturales, y no toleran estar en un aula varias horas al día. Ellos requieren algo práctico, activo, una carrera técnica o un emprendimiento. Por eso, es aconsejable escucharlo y orientarlo, incluso con un profesional si es necesario”, aconseja Jorge Pérez.

En suma, esfuérzate para que las ideas y las perspectivas de tu hijo estén claras y asume esta crisis como una gran oportunidad. No solo porque vivirá nuevas experiencias, sino porque estará afrontando y resolviendo uno de sus primeros grandes retos en su camino a convertirse en profesional. //

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