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Gareca
Pedro Canelo

Desde hace más de treinta años, aprendió a ser un hombre a quien no le entran balas. “Los intocables” se llamó la producción fotográfica de la revista argentina “El Gráfico” en 1984 que reunió a jugadores que, al vivir su mejor momento en sus clubes, eran considerados casi intransferibles. Como goleador de Boca Juniors, Gareca fue elegido para ese histórico retrato donde también aparecen ex futbolistas (algunos hoy técnicos) como Carlos Bianchi, Hugo Gatti y Ricardo Bochini. A todos los vistieron como esos agentes federales que se enfrentaban a Al Capone en una serie de TV de los sesentas y años después en la película de Brian de Palma. Con una ametralladora en las manos, el ‘Tigre’ también anunciaba tener la puntería que millones en el Perú sufrieron un año después. El hombre que, como técnico de la selección nacional de fútbol, sostiene el sueño mundialista de todo un país a dos meses del final de las Eliminatorias 2018, fue el mismo que en 1985 disparó el tiro de gracia en el arco de Eusebio Acasuzo con la osadía y apuro del intocable mayor, Eliot Ness. Nos mató.

“Yo no empujé a Chirinos. El que forcejea es Pasculli, a mí solo me llegó la pelota y anoté. No toqué a nadie (risas)”. Sobre una silla de oficina, en uno de los jardines de la Videna de San Luis, Ricardo Gareca expía cualquier culpa en ese foul no cobrado que clasificó a Argentina al Mundial 86 y que dejó casi afuera a aquella selección peruana de Uribe, Cueto y Velásquez. Han pasado más de tres décadas de esa confusa jugada en el Monumental de River que selló el 2-2 final. Javier Chirinos era el defensor peruano que, ante la arremetida del argentino Pedro Pablo Pasculli, no logra despejar el balón disparado por el caudillo albiceleste, Daniel Passarella. La falta no fue cobrada por el árbitro brasileño Romualdo Arppi Filho. En las portadas de casi todos los medios argentinos de la época, quien aparece es Passarella rematando y el golero Acasuzo en infeliz intento de atajada. Gareca había sido el hombre-gol-salvador y comenzaba a ser postergado hasta en las fotografías. Un año después, el técnico Carlos Salvador Bilardo decidió no llevarlo a México 86. Al ‘Richard’ lo condenaron a ser una suerte de filántropo futbolístico: compró todos los boletos con el gol a Perú, pero nadie lo invitó a subirse al avión. 

Le preguntamos al ‘Flaco’ –prefiere ese sobrenombre al tantas veces usado ‘Tigre’- qué hubiera pasado si a esa jugada de gol le aplicaban el VAR, ese sistema de videoarbitraje que está comenzando a ser implementado hoy en el balompié para solucionar las jugadas polémicas. “Si el árbitro lo cobró es válido. Para mí todos los tantos convalidados son legítimos”, cierra Gareca con la serenidad de un profesor de yoga y el cálculo de un auditor financiero. Romina Antoniazzi, su jefa de prensa, dice que ha conocido pocas personas en el fútbol que transmitan tanta calma. Faltan cinco días para el próximo partido de Eliminatorias, el rival es Bolivia, pero la paz es de Gareca. 

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