RONNY ISLA ISUIZA @Ronny_Isla Redacción Online

Fue una entrevista extraña. No es la primera vez que contacto a alguien a través de una webcam, sorteando las horas y los miles de kilómetros que separan a Lima de Palo Alto, California. Pero la de anoche tuvo un ingrediente particular. Mi rostro no solamente fue retransmitido en directo a un monitor, sino que además tuve el control de un soporte mecánico de 1,6 metros de alto que me permitió recorrer las instalaciones donde se encontraba mi entrevistado.

La tecnología que hizo posible el contacto forma parte de una revolución llamada robots de telepresencia (o sistemas de presencia remota). Estos robots permiten que personas ubicadas en distintos lugares del mundo confluyan e interactúen en un mismo espacio, pero con la posibilidad de que puedan desplazarse con libertad, según la situación en la que se encuentren.

Uno de los últimos casos en que estos robots han demostrado su utilidad es el de un niño estadounidense que no podía acudir a la escuela debido a un grave cuadro de alergia. Devon Carrow transportó su presencia a un robot de 1,20 metros con un enlace inalámbrico de video que le permitió asistir a clases a distancia, participar en ellas, caminar por los pasillos y dialogar en el recreo. Dos años antes, un niño de Texas con un problema similar también usó este robot.

A mediados del 2012, la inventora Claire Delaunay creó una pequeña plataforma de telepresencia para smartphones, un pequeño robot rodante denominado Botiful que pretende innovar la forma en que nos comunicamos a través de videollamadas. Ejemplos hay varios y seguramente has oído hablar de ellos, pero si no fuera el caso, basta con recordarte que el excéntrico Sheldon Cooper lo usó en un capítulo de “The Big Bang Theory” para interactuar con Steve Wozniak.

EL ROBOT BEAM Aquel armatoste, cuyas ruedas, altavoces y gran pantalla aparecieron en TV en setiembre del 2010, era un robot denominado Texai, creado por la empresa Willow Garages, cuyo propietario es el conocido emprendedor Scott Hassan, quien antes de convertirse en un exitoso empresario trabajó como ingeniero principal de Google y de Alexa.com. Hassan es hoy en día CEO de Suitable Technologies, la compañía que desarrolló el robot de telepresencia Beam con el cual logramos entrevistarlo.

“La utilidad y la aplicación de estos robots son diversas. Los doctores pueden transferir diagnósticos complicados a colegas que se encuentran en lugares remotos y asistir a pacientes que no pueden movilizarse. Personas de la tercera edad podrían recibir visitas en sus casas de salud o se les puede practicar un chequeo médico sin necesidad de que salgan de sus casas”, explica Hassan a elcomercio.pe mientras mira el monitor de Beam en el que se proyecta mi cara. Estamos conversando, pero también podemos desplazarnos por las instalaciones de su compañía.

El robot es muy fácil de controlar. Solo es necesario utilizar el programa desarrollado por Suitable Technologies y una conexión a Internet que enlaza el robot con la computadora. El video y el audio se transmiten en simultáneo a Beam cuyos movimientos se controlan con las flechas del teclado de la PC. El robot puede avanzar y retroceder así como girar hacia los lados para continuar avanzando. Es una labor sencilla pero hay que adaptarse para no perder el pulso y chocarse con algún obstáculo. Dos cámaras guían al usuario para evitar cualquier incidente.

La mención que Scott Hassan hace sobre el empleo de Beam en el campo de la medicina no es casual. Sus robots participan por estos días en el evento FutureMed, que reúne a serie de propuestas tecnológicas que pueden contribuir al desarrollo de la medicina y al tratamiento de los pacientes, como las impresoras 3D, los kits portátiles que analizan el ADN y hasta drones (vehículos aéreos no tripulados) con la capacidad de llevar medicinas a lugares remotos afectados por catástrofes.

A este ambiente futurista, llevado a cabo en San Diego, Suitable Technologies llevó sus robots, pero sus ejecutivos se quedaron en Palo Alto, desde donde explicaron en qué consiste su tecnología y al mismo tiempo presumieron de las ventajas de la presencia remota (no tenían que estar en San Diego para demostrar la utilidad de Beam).

El robot, cuya velocidad máxima es de 1,5 m por segundo, tiene una autonomía de 8 horas y solo necesita ser recargado de energía durante dos horas. Mide 1,6 metros de altura y pesa 42 kilogramos. Tiene webcam y una pantalla LCD de 17 pulgadas. Cuesta nada menos que US$16.000. Su base rodante resiste golpes e impactos contra muebles y muros.

Scott Hassan no da crédito a los cuestionamientos que reciben estos aparatos que transforman la comunicación en una actividad impersonal y mediática. “Cuando hablas por tu teléfono, te estás comunicando con una persona, no con la máquina. Con Beam ocurre lo mismo y hasta es mejor porque tu esencia y tu personalidad se están desplazando, están en movimiento. Puedo estar en un lugar sin necesidad de volar durante horas y viajar miles de kilómetros para llegar ahí”, afirma.

“Quizá no es el escenario idea, pero es lo más cercano a lo mejor”, matizó.

Hassan, quien cree que así es como se comunicarán los trabajadores en un futuro no muy lejano, asegura que él permite que sus empleados no acudan a su centro de labores de manera presencial sino que lo hagan utilizando sus terminales Beam, alentado de esa manera el teletrabajo.

Un improvisado partido de fútbol con nuestros robots da por concluido el encuentro que más que una entrevista fue una verdadera y asombrosa aproximación al futuro que cada vez con mayor fuerza toca a nuestras puertas.