Científicos de la Universidad de Chile, encabezados por el doctor Juan Asenjo, han anunciado que iniciarán en breve la fase de experimentación en humanos de una prometedora vacuna para curar el alcoholismo crónico.

“Se probó inicialmente in vitro con células humanas, luego se hizo una prueba con ratas genéticamente alcohólicas; y se logró disminuir el consumo de alcohol en un 50% durante un período de 30 días”, dijo el doctor Asenjo en una entrevista ofrecida el año pasado a Radio Nederland. Añadió que de extrapolarse en humanos, su eficacia llegaría al 90% y 95%.

LA ENZIMA QUE FALTABA El alcohol en el organismo de una persona se degrada en dos pasos por el aporte de dos enzimas presentes en el hígado. La primera metaboliza el alcohol y lo transforma en acetaldehído, y la segunda transforma el acetaldehído en acetato.

La vacuna empezó a desarrollarse en el 2007, y tomó como referencia el hecho que aproximadamente el 20% de la población de China, Japón y Corea es intolerante al alcohol. Esta condición se produce debido a un error genético que les impide a estas poblaciones producir la segunda enzima mencionada.

Por lo tanto, el alcohol permanece como aldehído y deriva en una avalancha de malestares propios de la resaca como náuseas, vómitos y jaquecas.

Los científicos chilenos pensaron que una inyección genómica sería la mejor alternativa porque el adicto no sentiría deseos de consumir alcohol, sino que, por el contrario, desarrollaría repulsión hacia la bebida. El equipo calcula que la vacuna tendría una eficacia de cobertura de 6 meses a 1 año.

Como sucede con otras vacunas, para transferir la información genética se necesitaría un vehículo para trasladarse. Esta función generalmente se cumple utilizando un virus.

Al respecto, la doctora Ysabel Montoja, especialista en tecnología del ADN y directora científica de Laboratorios Biolinks, dijo a El Comercio que si bien se trataba de una terapia esperanzadora, hasta que no culminasen los estudios en humanos, no era una realidad. “Antes de que la vacuna llegue al hígado, pasará por otras zonas del cuerpo. Por ejemplo, los leucocitos, los guerreros del organismo luchan, como lo hacen normalmente, para expulsar agentes extraños, y podrían degradar este virus en el camino. Sin embargo es un buen síntoma el hecho de que haya funcionado en ratones”.

SOLUCIONES VIGENTES Hasta el momento, hay parches y pastillas que contienen eldusifiram, un fármaco que desata los mismos efectos de resaca que la vacuna en actual desarrollo. Sin embargo, el método por inyección evitaría irregularidades en la administración, sea por olvido o intencionalmente para ingerir alcohol; y por el otro, el virus va directamente al hígado e inactiva la enzima clave y no todas las células.

FASE CLÍNICA Según el portal de la Universidad de Chile, la vacuna será probada entre marzo y abril de este año en veinte pacientes voluntarios del hospital San Borja Arriarán, en Santiago de Chile.

El financiamiento del proyecto está a cargo del Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico de Chile, la Universidad de Chile y la empresa farmacéutica Recalcine.

EL RIGUROSO CAMINO DE UN FÁRMACO Un largo camino por delante

Los estudios en humanos (clínicos) pueden tardar uno o dos años. Si en los resultados se comprueba la capacidad de esta vacuna para curar, sin producir efectos adversos significativos, los desarrolladores deberán recibir aprobaciones de comisiones de ética y elevarán solicitudes de aprobación de uso ante organismos que respalden la terapia como segura.

La más importante de estas licencias es la que otorga la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).

Mientras esto sucede, ya se han tomado algunas previsiones pues desde hace cuatro años, los científicos optimizaron el cultivo de células que eventualmente necesitarían para infectarlas en laboratorio y obtener una gran cantidad del virus que servirá como vehículo para la vacuna.

De igual manera, debido a que Chile no cuenta actualmente con la infraestructura necesaria para llevar el proyecto a gran escala, existe un convenio con el Instituto Butantán en Sao Paulo, Brasil.

Este centro tiene experiencia y la capacidad necesaria para la producción de vacunas inyectables en seres humanos.