Los autos de Google Street han recorrido millones de kilómetros, fotografiando calles y paisajes en 39 países del mundo. Pero más allá de usar sus mapas 3D para ver los lugares que ya conocemos, ¿han cambiado la forma en que nos relacionamos con el mundo exterior?

Arrastre y suelte al pequeño hombre naranja de Google en el mapa de la calle donde vive. Es muy posible que encuentre su casa.

Mueva la figura a lo largo de las calles circundantes y encontrará la tienda donde compra la leche, el bar donde va a tomar algo y quizás algún vecino o dos, con sus rostros borrosos para que permanezcan en el anonimato.

Los autos de Google Street View ya han recorrido, por ejemplo, el 65% de las calles de países como Reino Unido, y los mapas 3D incluye algunos museos, catedrales, y cada vez más se pueden explorar también tiendas.

Esta tecnología no es del gusto de todos: 250.000 familias alemanas pidieron que sus hogares figuraran pixelados en el sistema.

Pero a pesar de esto, los planes para escanear cada vez más ubicaciones siguen adelante.

Sin embargo, más allá de darnos la oportunidad de ver lugares desde Internet en momentos de aburrimiento ¿Street View ha cambiado en algo el modo en que vive la gente?

OTRA FORMA DE HACER TURISMO John Haas, profesor de la Universidad Northwestern en Illinois da algunas pistas. Antes de un viaje de trabajo a París, se pasó un par de tardes en Street View paseando por las calles en los alrededores del hotel donde iba a quedarse.

Estamos a unas cuatro o cuadras de la Torre Eiffel Podía trazar un camino, podía ver cuán lejos estaba un café, restaurantes y tiendas, explica.

En el pasado, Haas habría buscado en guías de la ciudad, pero siente que con los mapas interactivos de Street View vive una experiencia completamente distinta.

El poder sumergirse en un mapa ofrece a los usuarios utilidades imposibles para un mapa convencional.

Algunos negocios, como empresas instaladoras de antenas satelitales y cristales, pueden mirar la propiedad a través de Internet y hablar con los clientes sin siquiera tener que visitar el lugar.

Los conductores pueden encontrar puntos de referencia que faciliten su ruta y los arquitectos pueden estudiar los edificios sin siquiera estar ahí.

Para la gente con menos de 25 años es difícil recordar un tiempo en el que se usaban mapas de papel, dice Simon Garfield, autor del libro On the Map: Why the World Looks The Way It Does (En el mapa: por qué el mundo luce así).

Los mapas actuales los hacen técnicos y maestros del píxel, que están más preocupados por la rapidez de carga en la pantalla que en la ausencia en el mapa de, por ejemplo, Manchester o Chicago.

A algunos usuarios les gusta elegir la casa de un amigo o encontrar la ubicación en la que se desarrolla la historia de un libro, la oportunidad de visitar virtualmente esos lugares de la infancia y la opción de investigar un bar o un restaurante antes de encontrarse allí con un amigo.

Menos felices son aquellos cuyas casas son retratadas sin que se les diera tiempo a repintar la puerta del garaje.

Pero son estas pistas sobre un barrio, y sus hogares, que se vuelven atractivas para quienes buscan casa.

LA MUERTE DEL MAPA DE PAPEL El profesor Jerry Brotton, autor del libro A History of the World in Twelve Maps (La historia del mundo en doce mapas) afirma que los mapas siempre perdurarán, sólo tienen una forma distinta. El mapa de papel está en declive, cuenta.

Aunque todavía hay que resolver ciertos problemas de privacidad, lo que definirá lo que hacemos dependerá de quién es dueño de estos datos y de si la gente puede elegir si aparecer o no en estos mapas, opina Brotton.

También será algo que miraremos atrás históricamente, cuando en algún punto queramos ver cómo lucían las calles en 2013.

Street View ya ha cambiado la forma en que la gente conoce los lugares cómo interactuamos con el mundo físico, dice por su parte el profesor Andy Miah, director del Instituto de Futuros Creativos en la Universidad of the West de Escocia.

Los usuarios la usan como una guía extendida, y haciéndolo entienden el entorno de forma distinta. La visita virtual, junto con la real, pasa a formar parte de cómo recordamos un lugar.

LA REALIDAD, MÁS ATRACTIVA A medida que la gente use más Street View tenderá a ver el mundo real a través de una pantalla, en lugar de mirar a su alrededor, pensando sobre él como un entorno digital, asegura Miah.

Aunque no todos están convencidos de que Street View haya traído al mundo algo beneficioso.

Alexander John Bridger, profesor de psicología en la Universidad de Huddersfield en Reino Unido, admite que a pesar de sus utilidades, Street View tiene un lado malo,

Los usuarios de Street View pueden perderse la experiencia de donde están y la cosa se convierte en algo muy automático necesito ir de aquí hacia allí Así que se convierte en un mecanismo rutinario de comportamiento, afirma.

Llegar a un lugar y confiar en nuestros sentidos o conversaciones con extraños puede ser una experiencia mucho más provechosa, agrega.

A la vieja usanza.