“Un test me reveló hace poco que no detecto algunas tonalidades amarillas. ¡Todo lo que me pierdo!”, dice. (Victor Idrogo / El Comercio)
“Un test me reveló hace poco que no detecto algunas tonalidades amarillas. ¡Todo lo que me pierdo!”, dice. (Victor Idrogo / El Comercio)
Renzo Giner Vásquez

Hay mucho más en la realidad de lo que los sentidos humanos pueden percibir. Es la premisa en la que se basa el club de ciencias dirigido por el premio Nobel de Física del 2004, Frank Wilczek, e integrado por alumnos de posgrado de las universidades de Harvard, Illinois, Arizona y el MIT.

Entre ellos está Thomás Sánchez, quien hace unos días ofreció un taller durante el evento Clubes de Ciencias Perú, que tuvo como una de sus sedes a la Universidad Tecnológica del Perú (UTP).

—¿Ustedes mezclan la tecnología con los sentidos?
Sí, básicamente buscamos expandir los sentidos. Hay muchas formas de hacerlo pero nosotros nos enfocamos en la visión y los colores. Nos pusimos a pensar cómo podemos ver más allá de los colores cotidianos. Hay animales –especialmente los insectos– que ven una gran cantidad de colores y eso les abre un mundo nuevo, diferente al del ser humano.

—¿Cuán lejos estamos de esos animales?

Depende, si nos comparamos con los perros, ellos solo ven en dos canales. Sin embargo, si vamos al extremo de las mantis religiosas, ellas alcanzan 16 canales de colores. Imagina cómo es el mundo para esos animales, todo lo que ven, todo lo que entienden.

—Espere, ¿canales?

Así es. El ojo humano tiene tres receptores, es decir, captamos tres canales del espectro electromagnético. Estos nos permiten definir los colores que conocemos. Si alguien solo posee dos receptores, es daltónico; y si tiene uno, tan solo percibirá tonalidades de grises. Sin embargo, hay quienes poseen cuatro receptores. Lo que buscamos nosotros es que todos podamos ver en cuatro canales.

—¿Eso nos permitiría ver nuevos colores?
Sí, pero será medio raro.

—¿Por qué?
El problema será el siguiente: cuando le preguntemos a alguien de qué color es una cosa, te responderá basado en los colores que conoce. La mayoría de gente cuando ve algo rojo lo llama así, pero en realidad existen diferentes tonalidades. Lo que nos va a faltar serán nombres para tantos colores [risas].

—¿Cómo lo lograrán?
De por sí hay mucha gente que ya potencia sus sentidos con la tecnología. Como las personas que utilizan audífonos para escuchar mejor. Nosotros empleamos sensores para aumentar el número de canales con el que percibimos el mundo.

—Ustedes están creando superhéroes…
[Risas] De alguna forma sí. Pero en la ciencia todos buscamos crear superhéroes. Mira los brazos biónicos, por ejemplo. En este club pensamos en el futuro del humano, vemos qué pasa si nos ponemos partes robóticas, cómo influirían en el cuerpo, cómo influirían en la mente. Mezclamos construcción, robótica, física y algo de psicología.

—¿Cuán cerca o lejos están de lograr esto?
[Piensa] Todavía está en desarrollo, podemos decir que estamos en una etapa de prototipo. El proyecto lleva un año y medio de iniciado.

—¿Cómo llegó al grupo?
Desde niño me gustaron las artes visuales y dibujar. Con el tiempo entré a estudiar programación y quise combinar ambas cosas. Así que comencé a hacer obras de arte con tecnología, programaba imágenes siguiendo un patrón algorítmico orgánico. Creaba instalaciones que cambiaban tu percepción del color y el espacio. Al MIT le interesó que combinara arte y tecnología, les pareció que lo hacía de forma diferente.

—¿Toda esta exploración de los sentidos cuánto cambiará nuestras vidas?
Nos servirá para entender cómo funciona la percepción del color. Esto se puede aplicar a campos como la medicina, aunque nosotros lo hacemos pensando en entender cómo funciona el color. Cambiando la percepción de la gente puedes darle un giro a la mente y descubrir nuevas cosas.

—Un amigo mío no puede ver amarillos muy intensos sin que le duela la cabeza. Quizás no todos estamos listos para tantos colores...
A mí me pasa algo similar. Si hay una persona frente a una superficie de color azul, mis ojos se cansan rápidamente. Cada quien tiene diferente sensibilidad de colores, no todos vemos los mismos.

—¿Y hay algún entrenamiento para lograrlo?
Sí, pero solo se puede entrenar un poco porque es muy complejo. La vista en sí es complicada, desde la parte fisiológica, cómo llega la luz a los ojos, cómo la procesa la retina, cómo pasa a las neuronas. La física, la neurociencia, la psicología, todo influye para estudiar la vista. Es nuestro sentido más evolucionado.

—Hay quien dice que los colores no solo se ven, sino se sienten. ¿Qué opina?
Se suele asociar los colores con alguna emoción. Por ejemplo, algo rojo puede referirse al amor o a la violencia. Pero, en sí, el color no tiene ninguna emoción.

—Entiendo, el color solo se percibe con la vista.
Espera, hay algo llamado sinestesia. Es un fenómeno fisiológico que combina dos sentidos, hay personas que cuando ven un color escuchan algo. Ven algo de color azul y escuchan una nota, por ejemplo. Otras escuchan otro sonido o piensan en un color al comer algo. Eso pasa cuando los sentidos están conectados en el cerebro, nosotros también estamos estudiando cómo la podemos usar.

—¿Y por qué pasa eso?
Hay diversas teorías. Se cree que de niños nuestros cerebros están conectados entre sí, pero al crecer los caminos neuronales se van dividiendo. Eso no pasaría en las personas con sinestesia. Otra teoría apunta a que un hecho traumático puede generar que estos caminos no se desconecten.

—¿Cómo se imagina a los humanos del futuro?
Bueno, en uno aún lejano veo que tendremos una parte máquina. Y eso no implica tener un brazo mecánico gigante, pueden ser partes muy pequeñas, como los relojes, que ya casi son parte de nuestro cuerpo. Imagina más cosas así, que nos ayuden a hacer más cosas, a pensar en otras cosas nuevas pero que a la vez nos hagan más humanos.

—La gente teme que dependamos de la tecnología.
Creo que la tecnología es buena si nos ayuda a ser más creativos. Si vemos que la tecnología nos está quitando la creatividad, eso sí nos pondría en riesgo.

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