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Luna
Redacción EC

Cuando la humanidad llegó a la en julio de 1969 -y regresó en cinco oportunidades más-, no solo se dedicaron a dejar marcas en su superficie, sino que además de traer muestras a la Tierra, realizaron experimentos como la instalación de sensores para medir posibles movimientos sísmicos en el satélite. Finalmente resultó que sí existen temblores en la Luna, pero no tienen las mismas condiciones que aquellos que se registran en nuestro planeta.

En la Tierra cuando ocurre un temblor se debe al movimiento de las placas tectónicas y, gracias a décadas de estudio, se han logrado determinar zonas de mayor probabilidad de ocurrencias. En la Luna la situación es distinta.

Cuando la misión Apollo descubrió estos sismos, los científicos no conocían completamente las causas y los epicentros no podían ser determinados, a pesar de tener sismógrafos entre 1969 y 1977; un misterio que recientemente la NASA resolvió. De acuerdo a un estudio publicado por científicos de la agencia espacial de Estados Unidos, se determinó que es el proceso de "encogimiento" de este cuerpo celeste el que causa estos temblores.

Así, la Luna ha reducido su tamaño en cerca de 50 metros durante los últimos cientos de millones de años, "al igual que una uva se arruga mientras se encoge hasta transformarse en una pasa, la Luna se arruga mientras se encoje", así lo explicó la NASA, aclarando que, "a diferencia de la piel flexible de la uva, la superficie de la Luna es frágil y quebradiza, por lo que forman fracturas".

La pregunta central es por qué ocurre este fenómeno que está "achicando" la Luna. La NASA sabe desde hace décadas que nuestro satélite natural pasa por este proceso y se debe a que su interior se está enfriando desde la sucesión de colisiones de asteroides que vivió durante sus primeros años de formación y que dejaron a una elevada temperatura su centro.

Tras el paso de los años, este calor comenzó a disminuir y, con la baja de la temperatura, se activaron estos movimientos y comenzaron a formar estas grietas que, en algunos casos, superpusieron partes de la luna sobre su propia superficie, generando líneas marcadas que pudieron ser observadas por algunos de los astronautas que caminaron ella.

Esta investigación podría tomar un nuevo camino dentro de cinco años cuando una nueva misión, Artemis, permita que la humanidad regrese a la Luna.

Emol, GDA

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