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Britney Spears a diez años de su quiebre emocional - 2

Hace 10 años, bajó al infierno. Fue un 16 de febrero del 2007, cuando la “princesa del pop” acudió con sus guardaespaldas a la peluquería Esther's Haircutting Studio del Boulevard Ventura, en Los Ángeles, California. Pidió hablar con la encargada, mientras era seguida por un enjambre de paparazzi que lo grababan y filmaban todo. Britney quería un corte de cabello radical, la estilista Esther Tognozzi se negó, entonces ella sin más remedio, tomó la afeitadora y se rapó la cabeza. Según señalan los medios, Britney, algo afligida y llorosa, decía que a su madre no le iba a gustar su nuevo look.  La estrella había tocado fondo en medio de una crisis matrimonial y frente a los ojos del mundo.

Ángel caído
Britney Spears había construido una carrera exitosa en muy poco tiempo. Desde su aparición a finales de los 90, llevaba cuatro discos en estudio, millones de dólares en su bolsillo, y una legión de fanáticos que seguramente hasta el día de hoy la adora. Pero Britney no estaba lejos de los problemas.  Tras su sonada ruptura con Justin Timberlake y el divorcio de sus padres en el 2002, un año después vino su matrimonio fugaz (de 55 horas) con su amigo de la infancia Jason Alexander, en Las Vegas. La cosa se puso peor cuando Britney, ya divorciada, se compromete con el bailarín Kevin Federline, un prospecto de unión nada auspicioso, pues este se involucró con la estrella cuando estaba esperando un hijo de otra mujer.
 
Contra todo pronóstico, Britney y Kevin se casaron en 2004, al poco tuvieron dos hijos y grabaron un reality show. La vida en pareja fue expuesta, y cuando la relación se complicó dos años después, todos ya estaban pendientes de la demanda de divorcio y el pedido de custodia de los pequeños.
 
Sin embargo, comenzaba la debacle emocional de la “princesa del pop”. Salidas nocturnas, comportamiento errático, entradas y salidas de centros de rehabilitación: todo pasaba como un huracán mientras Britney era juzgada  mediáticamente.


 
Contra todos
Después de salir de la peluquería, una nueva Britney calva cerró la noche dirigiéndose al local de tatuajes Body & Soul en Sherman Oaks, California, donde se tatuó en la cadera y  en la muñeca.  Pero no acabó ahí. Días después rapada y usando ropa de deporte, fue fotografiada atacando el auto de un paparazzi con un paraguas, una escena que seguramente se ha convertido en la más punk del escenario pop.

Britney Spears atacando a un paparazzi con un paraguas

Con esto, Britney estaba mostrando inconscientemente  su inconformidad con el mundo que la había convertido en la novia eterna de Estados Unidos. Para una celebridad que había jugado desde el inicio de su carrera con una imagen hipersexualizada, su arrebatada calvicie significaba el fin de la imagen perfecta e ideal que se espera de los ricos y famosos. Britney había encontrado en su cabeza rapada su propia liberación.
 
Descenso y ascenso
En Internet se hicieron apuestas sobre cuánto más seguiría vivía, pero Britney fue salvada de su autodestrucción. Tras dar tumbos en su desprolija presentación de “Gimme More” en los MTV Video Music Awards 2007, meses después tuvo un lamentable episodio al intentar encerrarse con sus dos hijos cuando se enteró de la pérdida de la custodia.


 
Spears fue ingresada contra su voluntad a un centro médico bajo el código 5140 en enero del 2008. Según se explica, este procedimiento dictamina que un agente de la ley puede confinar a un ciudadano a tratamiento si considera que podría tener un desorden mental que ponga en peligro su propia vida o la de los que le rodean. Nunca se ha comentado oficialmente si la rubia padece alguna enfermedad mental, pues su diagnóstico es un misterio hasta ahora, aunque se especula que sufre un trastorno de bipolaridad.
 
Además, un juez estipuló que Britney quede legalmente bajo la tutela de su padre, James Spears. Él tendría acceso total a la fortuna y a las propiedades de la cantante. Si bien fue una medida urgente para alejar a los cazafortunas, la medida se ha extendido y ahora es de por vida. Según el New York Times, esta acción típicamente se utiliza para proteger a los ancianos, los deficientes mentales o quienes están muy enfermos. 
 
La intérprete de “Toxic” no puede tomar decisiones importantes ni personales ni financieras sin la aprobación de sus tutores: su padre James, y un abogado, Andrew M. Wallet. Por ejemplo, todos los cafés de Starbucks que se toma (sus favoritos), son presentados como gastos ante un juez. El padre de Spears recibe cerca de 130.000 dólares al año como tutor y también se le rembolsa el alquiler de una oficina que utiliza. Jason Trawick, quien fue prometido de Britney hasta 2013, también fungió como cotutor para su bienestar personal. La misma suerte correría el modelo Sam Asghari, su actual pareja, si la cantante quisiera comprometerse, y luego casarse.
 
Mientras un grupo de sus seguidores pide que Britney sea liberada de la tutela, la estrella del pop mantiene su exitosa residencia en Las Vegas que le ha permitido equilibrar sus compromisos artísticos con su vida familiar. En Instagram, la madre de 35 años se muestra lejos de esa imagen perturbadora, calva, enojada y llorosa, para compartir los momentos más hogareños de su vida actual.  Ella realmente se ve recuperada, pero 10 años después, es imposible dejar de pensar en el momento en que Britney –malamente- recuperó su libertad.

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