SUZETTE TORI

Magaly la ejecutiva, la que está a punto de incursionar en el negocio de la belleza, comparte una moderna oficina con Magaly la directora de la revista Magaly Teve y con Magaly Medina, el controvertido personaje de la televisión que hace unos meses le dijo adiós a la pantalla después de haberse dedicado por completo a ella durante 15 años. Pero a esta entrevista también llegó Magaly mujer, la que quiere paz y tranquilidad, pero que en el fondo de su ser sabe que este descanso es solo temporal, que lo suyo es ganar, no pasar desapercibida, ser siempre la mejor. Todas estas Magalys estuvieron frente a nosotros y por momentos parecía que se peleaban unas con otras, cada una queriendo hacer prevalecer su verdad. ¿Quién ganará al final esta batalla? Parece que una de las cuatro tiene las cosas bastante claras.

¿Te aburriste del personaje Magaly Medina y por eso te fuiste de la televisión? No, me aburrí del espectáculo, de la masificación de una farándula bien bagre, empezando por sus animadores. Ya no había personajes ricos, divertidos, ya a nadie le causaba interés ver un ampay a un futbolista. La televisión decidió llenar la pantalla con toda esta generación de bataclanitas en ascenso. Entonces dije: ¿qué hago acá?

¿Cuáles eran esos personajes ricos y divertidos de tu época? Susy Díaz, por ejemplo, que se ha quemado ella sola y ya no genera tanto interés porque la han exprimido al máximo. Ahora cuando veo a esas modelitos que intentan dar opinión, digo qué taradas, ¿por qué simplemente no presentan la nota?

¿Qué hacía diferente a tu programa? Yo soy una periodista que opinaba en mi programa, y mis opiniones interesaban a la gente de la farándula, causaban enemistades, nunca amistades, pero tenían efectos favorables o desfavorables, generalmente favorables, y eso era lo que me mantenía en el candelero. A la gente mi crítica no le pasaba desapercibida, eso creo que era lo interesante de mi programa.

Imagino que debe ser agotador hacer un programa de televisión diario durante 15 años. Pero claro que es agotador, durante 15 años no tuve vida. Yo trabajaba de 10 de la mañana a 10 de la noche. Los últimos cinco o seis años decidí que iba a romper un poco mi rutina para ir a almorzar fuera del canal, porque yo ahí vivía. En mi camerino tenía absolutamente todo: zapatos, medicinas, perfumes, hasta mi ropa, y encima para no chocarme con la gente de la farándula no salía a ninguna parte.

¿Por qué decidiste restringir tu vida social? Siempre quise mantener una distancia, no pertenecer a la farándula sino estar alejada de ella y verla desde mi punto de vista de periodista y televidente. Sin embargo, finalmente me convertí en un personaje más de la farándula, pero era inevitable, qué iba a ser.

En aquel ya famoso programa de Fuego Cruzado con Augusto Ferrando, criticabas el bajo nivel de la televisión. ¿Tu percepción cambió estando dentro? Una cosa es ser una productora de balcón y otra cosa es estar en la cancha. La vida me llevó por senderos por los que nunca de repente quise transitar. Cuando se me aparece la oportunidad de estar en televisión, yo lo consideré un reto, y ahí me di cuenta de que funcionas si eres comercial, no funcionas si no eres comercial. A Ferrando yo le criticaba que ridiculizaba a la gente pobre por un saco de arroz. Y me mantengo en esa opinión.

¿Y no se ridiculizaba también a algunos personajes en tu programa? Sí, pero no era gente humilde, eran personajes que querían a toda costa brillar y aparecer en la televisión, entonces creo que nos utilizábamos mutuamente. A mucha gente yo no le he tenido nada de respeto porque venía a tocarme la puerta para hacer cualquier cosa, al precio que fuera, con tal de aparecer en televisión, como siguen haciendo muchísimos personajes ahora.

Lee la entrevista completa en la edición de hoy de Somos.