FERNANDO VIVAS (@Arkadin1)

Nos reímos un poco más que en el 2012, porque el Gobierno está más desgastado y, por lo tanto, es mayor fuente de remedos.

Nuestro humor televisivo es esencialmente remedón y rara vez toca la sátira que, para decirlo de algún modo, es el ‘macroremedo’ de todo un estado de cosas con explícita intención crítica. Lo nuestro, en sketches desperdigados de “El especial del humor” y “El cártel del humor”, no pasa de parodia nacional.

Tanto J.B. como Carlos Álvarez se han afianzado en sus respectivos ‘El especial’ y ‘El cartel’. Tienen la misma escuela (y similares sketches de escuelitas) y el mismo formato silvestre. Pero el rebote es muy distinto. J.B., en los sábados de Frecuencia Latina, mantiene el público y el impacto que tenía cuando hacía dupla con Carlos, mientras este, en los domingos de ATV, compite con los programas políticos que concentran a la audiencia a la que destina lo que él mismo llama ‘humor político’.

‘El especial’ remeda en exceso a los programas de su canal, mientras ‘El cartel’ tiene más tiempo para armar sus propios números y, a través de ellos, aludir a una Lima achorada, informalísima, alegosa y protestona, sobretodo en los remedos a la atribulada Villarán.

“Risas de América” es el refugio y relajo masivo del televidente que no quiere sacar ningún plus al humor. Puro duelo de chapas, rutina de firmes y bambas grupales, y personajes tan pobres como la Pánfila o la propia Zoila de Ernesto Pimentel pueblan anacrónicos y desvaídos callejones. A veces, más y mejor humor encuentro en “Al fondo hay sitio”, en “La noches es mía” de Galdós o en alguna ocurrencia de Susy Díaz y afines.