SOFÍA BUSTAMANTE

Algunos de sus muros se caen a vista y paciencia de las autoridades que no saben cómo mantener tanta reliquia histórica. Es desordenada e innegablemente bulliciosa, debido al ruido incesante del tránsito caótico de las vespas y por los gritos inentendibles de los romanos. Pero la Ciudad Eterna tiene un encanto y belleza que solo son comprensibles una vez que se pisa suelo romano y, por lo mismo, todo se le perdona. Como sus decenas de gladiadores a las afueras del Coliseo que intentan posar para la foto o el gran número de vendedores ambulantes que hacen lo imposible para vender rosarios, joyas y carteras que imitan a las grandes marcas de lujo. Se le perdona, incluso, su controvertida ley que impide comer en la calle.

Basta con visitar los tesoros del Foro Romano o sentarse donde posó la sexy Anita Ekberg para la película “La dolce vita”, en la enorme Fontana di Trevi y arrojar una moneda con tal de regresar a Roma –como asegura el mito– para olvidarnos de todos sus defectos.

La columna vertebral para recorrerla suele ser a través de sus más afamados monumentos y palacios, porque a la mayoría nos mata la ansiedad de posar frente al Coliseo e ingresar a ese antiguo anfiteatro, donde hace 2.000 años sangrientos gladiadores luchaban para entretener al pueblo. Pero lo cierto es que al cabo de unas pocas horas, sea cual fuere la ruta o la angosta y empedrada calle que tomemos, nos volvemos a maravillar con la capital italiana.

Porque lo que Roma ofrece es para todos los gustos. Así, a pocas cuadras del Coliseo, encontramos la Plaza Venecia: monumental obra que cobija un palacio, una iglesia, un imponente monumento a Víctor Manuel II y, lo mejor, una increíble panorámica de la ciudad. Otra de las construcciones que impresiona es el Panteón de Agripa, una obra que a pesar de haber sido erigida en el año 126 d.C, aún se conserva en buen estado y sorprende porque su diámetro y altura miden exactamente lo mismo: 43,30 metros. Pero, si se cansa de monumentos, dese el gusto de probar los afamados helados (gelatos) italianos o un expresso en el tradicional café Giolitti en la vía del Vicario.

Siguiendo con la ruta turística, el Panteón es imperdible y a 600 metros del antiguo templo romano (hoy convertido en iglesia católica), Piazza Navonna se erige como otra de las visitas obligadas. Ahí suelen instalarse artistas inquietos por retratar a los turistas frente a los palacios de Cupis y Lancellotti o en algunas de sus tres hermosas fuentes. La Plaza de España, en cambio, es completamente distinta en diseño pero igual de interesante, gracias a su empinada escalinata que conduce hacia la iglesia Trinita dei Monte y su fuente de Barcaccia, cuyo diseño imita un barco. Si quiere hacer compras, via Condotti, que desemboca en la Plaza de España, ofrece tiendas de moda y lujo.

Y si llegó a Roma no puede irse sin visitar el Vaticano, el estado soberano más pequeño del mundo. En el corazón de la Santa Sede se encuentra la popular Basílica de San Pedro, que desde su cúpula ofrece la vista más inspiradora de la ciudad.

LA OTRA ROMA Trastevere es el barrio más popular y uno de los más antiguos de la capital italiana, cuyo nombre se debe a su proximidad con el río Tevere, responsable de la frase “Roma caput mundi”, como la llamaron los antiguos romanos. A este agitado barrio llegan los turistas en busca de sus atractivos restaurantes, como La Parolaccia, donde se ofrecen las típicas pastas italianas. San Lorenzo, en cambio, tras años de agitación política y social, hoy se transformó en el barrio universitario por excelencia, gracias a la presencia de la Universitá La Sapienza. Un paseo alternativo en el que se aprecia la cara más cotidiana de la ciudad.

La majestuosidad de Roma no se acaba en sus siete colinas, pues en sus alrededores, a unos 30 km, en Tivoli, sus históricos monumentos y hermosos jardines imperiales siguen sorprendiendo. Uno de ellos es Villa de Este, compuesto por una enorme residencial, un parque con juegos de agua al estilo italiano y sus infaltables fuentes y esculturas. La villa fue creada durante el Renacimiento para destacar el período artístico más importante de todos los tiempos. A pocos pasos de Villa de Este sorprende Villa Adriana, una pequeña ciudad construida bajo el mando del intelectual emperador Adriano.

Recientemente encontraron cinco nuevos edificios y El jardín secreto que aún no se abre y seguirá siendo un misterio para los turistas.