IÑIGO MANEIRO

Durante un largo rato viajamos por la carretera Los Libertadores. Regresamos de Huancavelica en un viaje repleto de experiencias visuales: las lagunas, los campos de llamas y alpacas y los cerros de colores llenan el paisaje. Me llama la atención el escaso tráfico que hay en esta vía. Salvo en torno a los principales centros poblados, la pista se mantiene impecable y casi vacía.

Como ocurre en la mayoría de las carreteras del Perú, apenas hay señalética que me indique dónde está el sitio que estamos buscando mi compañero Billy Hare y yo: Incahuasi, la Casa del Inca, uno de los principales sitios arqueológicos del departamento de Huancavelica, en la provincia de Huaytará.

Primero veo un pequeño lago, que resultó ser un embalse que alimenta los pueblitos agrícolas que se encuentran más abajo. Es como el inicio de un enorme cañón formado, a su vez, por otros menores, llenos de rocas y piedras que forman bosques líticos, extravagantes y misteriosos. De reojo voy mirando, mientras manejo, carteles o avisos de Incahuasi. Estamos a unos 20 kilómetros de Huaytará y por estos parajes se encuentra esta ciudadela que está considerada como el pequeño Machu Picchu de la sierra central.

Finalmente aparece. Un letrero minúsculo. Sin más indicación que un nombre. Dejamos la camioneta y empezamos a caminar junto al embalse. Desde la parte alta contemplo el sitio arqueológico. Dos imponentes casas de piedra con techo de paja junto a antiguas terrazas de cultivo. Todo dentro de uno de esos cañones, pegado a una quebrada y bajo unos cerros de piedra que parece que se van a caer en cualquier momento.

Estamos a unos 3.700 m.s.n.m. Recorremos el sendero de 800 metros hasta el fondo del cañón. El lugar es mágico. Son las 4 de la tarde y es la mejor hora para ver cómo los últimos rayos de sol iluminan los muros de piedra, las casas, los depósitos, un ushnu y también un intihuatana, y las rocas pulidas que aparecen dispersas y olvidadas junto a la quebrada. Algunas son enormes y han sido labradas formando asientos, otras crean pasadizos oscuros como si fuesen puertas que te introducen a una realidad sagrada. Pensamos que Incahuasi, también, podría haber sido el sitio de descanso para la autoridad inca, como lo fue Machu Picchu.

El lugar se intuye inmenso. En las laderas y cimas de los cerros se observan otras construcciones menores. No hay nadie, todo está silencioso. Pensamos que sería bueno venir a acampar y observar las estrellas desde este lugar, y que podría ser un excelente completo de viaje para aquellos que, desde Lima, van a Paracas, Huancavelica, Ayacucho, o simplemente a las playas del sur. Porque además, en ruta desde San Clemente, Pisco, se pasa por Humay y Tambo Colorado.

Nosotros simplemente nos olvidamos del tiempo mientras caminamos por el sitio y sacamos fotos. El sol nos sigue acompañando en esta parte final del viaje

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