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Deysi Cori
andrea doria

A los siete años, era una niña tímida y callada (lo es un poco hasta hoy). No entendía por qué sus compañeros de clase hacían tanta bulla y alboroto, ella solo quería que se mantuvieran en silencio para atender a sus profesores. Quizá ese silencio es ahora su principal herramienta para concentrarse y escuchar a su mente dictarle las jugadas precisas que la harán ganar partidas de ajedrez.

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“Recuerdo el primer torneo en el que participé. Fue en el colegio, estaba en segundo de primaria. El director preguntó si alguien quería representar al salón y jugar contra alumnos de otros grados. Dije que yo quería y jugué contra los más grandes de secundaria. Gané mi primera medalla. Me sentí rara, pero estaba contenta”, recuerda.

Desde ese momento, ganar se ha convertido en una constante. A los 15 años obtuvo su primera medalla en un torneo profesional en los juegos Panamericanos Sub 20 en la ciudad de Cali, Colombia. En noviembre del 2018, a los 25 años, otra vez una ciudad colombiana la vio llevarse su último título como campeona, por cuarta vez consecutiva, del torneo Continental de Ajedrez de las Américas lo que le otorga la clasificación directa a la Copa del Mundo en el 2019 y el título de Gran Maestra.

Cuando tu papá te enseñó a jugar, ¿te imaginaste competir a nivel profesional?
No, porque practicar ajedrez implicaba jugar muchos torneos, viajar, leer libros que costaban mínimo S/50 soles y estudiar con profesores especializados. Mi familia era muy humilde y no podía costear todo eso. Esa parte fue la más difícil. Pero de pequeña le dediqué muchas horas y por mucho tiempo entrené sin parar y eso fue lo que me ayudó a ganar. Cuando le dedicas mucho tiempo a algo te tiene que ir bien. Con trabajo todo se puede lograr.

Además, tienes talento.
Muchas personas dijeron que mi hermano y yo teníamos talento, y supongo que sí. El talento para mí es la capacidad de aprender más rápido algo en lo que estás interesado. Por ejemplo, en mi caso, no tengo tan buena memoria y para el ajedrez tienes que leer muchos libros en los que te explican los movimientos. Son jugadas que tienes que recordar y, a partir de eso, modificarlas. Hay muchas cosas que se trabajan, no es puro talento.

¿Cómo fue tu infancia?
Hice muchos sacrificios. Mientras otros jugaban, yo practicaba y estudiaba ajedrez. Salía del colegio a las 12:30 p.m. directamente al Estadio Nacional a clases durante tres horas. Después me llevaban a la Plaza Francia a jugar partidas con quien estuviera allí. Nos quedábamos hasta la noche, comíamos corriendo y las tareas del colegio las hacía en los recreos. Recuerdo haber jugado un torneo en Navidad. Fue bastante duro.

¿Lo volverías a hacer?
Sí, porque así como he dejado de hacer algunas cosas, gané otras. He viajado, conozco más de 30 países, distintas culturas, he hecho muchos amigos. Y ha mejorado un poco la situación económica de mi familia.

¿Qué se siente ganar?
No pienso en eso. Desde muy pequeña me acostumbré a ganar y luego a pensar en la siguiente partida. Siempre me exijo más y más. Llegó un momento en el que no valoraba los títulos que ganaba a pesar de que mucha gente se acercaba a felicitarme. Luego, me di cuenta de que lo que ganaba era importante, que era algo por lo que había trabajado.

¿Hay alguna mujer ajedrecista a quien admires o contra quien quieras jugar?
Lo que quiero es jugar otra vez contra los que me han ganado. En especial con uno: Hikaru Nakamura, Gran Maestro Internacional de ajedrez estadounidense. Es mayor que yo y jugamos en un mundial. Contra él me gustaría volver a competir porque es un desafío.

¿Te picas mucho?
Normalmente no, pero esa partida era muy importante y difícil. Lo normal era que él me ganara, pero en un momento compliqué el juego y tuve una gran oportunidad. Fue una partida larga, jugamos seis horas. Estaba por empatarle, pero al final me ganó. Sentí como si me hubieran robado la partida.

¿Cómo manejas el perder? ¿Te frustras?
Me pongo muy tensa, pero durante las partidas. Es difícil porque, por ejemplo, en los campeonatos mundiales tienes que jugar 11 partidas. Y si al comienzo del torneo no empiezas bien, te puede afectar. Trato de estar calmada. Me pongo nerviosa, pero intento controlarlo. Yo misma me digo: tranquilízate, tómate un tiempo. Me paro, tomo un poco de agua, regreso y sigo concentrada. Los nervios me quitan la concentración y necesito estar calmada.

El ajedrez es un deporte en el que hombres y mujeres pueden ser contrincantes.
Hay campeonatos solo de hombres y otros solo de mujeres. Pero hay torneos absolutos donde participan ambos. Desde los ocho años me acostumbré a participar en esos torneos. No solo me gusta jugar los torneos femeninos, me gusta jugar los absolutos porque el nivel es más alto. Quiero competir contra los mejores.

¿Te sientes muy presionada por ser siempre la mejor?
Aquí, en el Perú, tengo 2000 puntos en el ranking y el que me sigue tiene 300. Tengo que mantenerme así. En general, soy exigente con mis resultados.

Además del ajedrez, estudias en la universidad.
Sí, al principio cuando ingresé a estudiar Relaciones Internacionales pensé que podía hacer las dos cosas. Me matriculé en seis cursos, pero no puedo. Ahora solo llevo un par de cursos virtuales para poder seguir jugando ajedrez.

¿Quieres enfocarte más en tu carrera como ajedrecista? ¿Cuál es la siguiente meta?
El 31 de diciembre mi hermano (el también ajedrecista Jorge Cori) llegó de Estados Unidos. Ha dejado por un año la universidad para entrenar conmigo. Ambos nos estamos dando un plazo para entrenar al mismo ritmo que teníamos antes de empezar cada uno la universidad, eso nos permitirá participar en más torneos durante este año. Tenemos un objetivo: soy la número 56 a nivel mundial y él está en el puesto 53, queremos llegar a estar entre los 10 primeros. Estamos en la capacidad de lograrlo, pero tenemos que dedicarle mucho tiempo.

Tienes un objetivo claro y vas en busca de eso, ¿siempre fuiste así?
Antes, mis padres eran los que nos motivaban a seguir, a estudiar. Mi papá nos repetía que podíamos lograr lo que nos propongamos con esfuerzo y sacrificio. Pero a veces, de niña, ese discurso me parecía aburrido. Ahora he madurado, me di cuenta de que no puedo lograr nada sin estudiar, sin entrenar, sin sacrificarme. Este plan que tengo es una decisión consciente. Estoy en un nivel en el que puedo lograr muchas cosas y no quiero dejar pasar la oportunidad.

Es importante tener metas en la vida.
Las mías, antes, no eran muy claras. De pequeña jugaba mucho, luego lo dejé, no le dedicaba tanto tiempo. Era por inmadurez. Creo que es importante tener metas, ser disciplinada y ordenada. La preparación en el ajedrez es un entrenamiento rígido, estricto. Para lograr estar entre las mejores debo hacer varias cosas, no solo jugar bien. Necesito alimentarme bien, hacer ejercicios para aguantar varias horas de partidas, estar en forma. Además, es importante tener la ayuda de un psicólogo para los momentos difíciles y de estrés. Es la suma de muchos factores.

¿Qué te hace feliz?
Estar con mi familia, el amor. Ahora estoy con pareja y me siento feliz. Me están pasando cosas buenas y bonitas. El amor me da fuerza. Es importante tener un apoyo emocionalmente. Además, estoy muy contenta por estar junto a mi hermano. Siento que tengo una mayor responsabilidad de dar la talla para cumplir esta meta que nos hemos propuesto. Estoy segura de que puedo lograr lo que me proponga.

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