#NiUnaMenos: Por eso caminamos
#NiUnaMenos: Por eso caminamos
Lizzy Cantú

Estas líneas son un atasco en una máquina del tiempo. Las escribo antes de la marcha #NiUnaMenos, antes de salir a la calle. Tú las lees al día siguiente, horas después de que volviste a casa con la frente en alto, las piernas y la voz cansadas, el orgullo intacto. Entre tú, lectora del futuro y yo, hay tres días y un océano de diferencia. Estas líneas son un ejercicio de quiromancia. Un salto de fe.

El país en el que yo escribo jamás había visto algo así; #NiUnaMenos llenó las calles de mujeres y de hombres conmovidos por la violencia de género. Movidos por un solo deseo. Una marcha es un puente entre un ideal y una realidad. Por eso se camina. Para que los pasos de todas juntas un sábado por la tarde nos acerquen a ese mundo donde las niñas ya no tengan que marchar. Donde ellas caminen libres, seguras y -si quieren- solas al colegio, a su trabajo, a una discoteca, a encontrarse con su destino. Para que nuestras hijas construyan el siguiente puente, y solo se detengan a contemplar el que construimos nosotros con esa mezcla de sorpresa e incomprensión con que hoy miramos las Pirámides o Líneas de Nasca.

Salimos a la calle en mancha para decirle a Fulano Pegalón, a Zutano Impune y a Autoridad Ciega/Sorda/Corrupta que sabemos lo que han hecho y no permitiremos que nos sigan sometiendo. #NiUnaMenos. El país en el que yo escribo aún discute sobre el grado de responsabilidad de una mujer en su propia violación. El país en el que yo escribo aún debate cuán oscuros han de ser los moretones en el rostro de una mujer para que la policía no suelte a su agresor. En el país en el que yo escribo los diarios cuentan todas las semanas que una mujer murió a manos de un desgraciado al que ella llamaba amor.

Hoy releí las memorias de Gloria Steinem, la feminista norteamericana, protagonista de la lucha por los derechos civiles y de género en EEUU. Ella recuerda la histórica Marcha de Washington liderada por Martin Luther King en 1963: “Había decidido no ir a la marcha hasta que me encontré camino a ella. Lo único que puedo decir años después es: Si contra toda lógica te sientes atraída hacia un evento, ve. El universo está diciéndote algo”.

Ella recuerda que King estaba por terminar su discurso cuando la cantante de gospel le gritó: “¡Diles del sueño, Martin!”. Solo entonces King se aferró al atril, miró al mar de gente a sus pies e improvisó uno de los discursos más famosos de la Historia. Steinem apunta: “Siempre imaginé que si yo estuviera presente en la creación de la Historia, lo sabría mucho después. Pero aquello era la Historia en el momento”. Ayer tuviste la oportunidad de ver -en tiempo real- cómo se transformaba el país. Dichosa tú. Yo aún estoy preparándome para salir.