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Cuando nuestras mascotas alcanzan la tercera edad - 1

Por Andrea Carrión / WUF

Para quienes aman a los animales y tienen uno o más en casa, pensar en el envejecimiento de su mascota puede ser tan incómodo como doloroso.

Hace poco, una tía comentó cómo su hijo se descompuso cuando cayó en la cuenta de que su perro también se hará viejito y que, eventualmente, morirá.

“¿Y cuánto años tiene Lucas?”, preguntó mi primo de 10 años.

“Lucas ya tiene como 6 años”, respondió mi tía, “ellos suelen vivir unos 12 años”, agregó.

Y de pronto mi primo rompió en llanto y entre sollozos dijo “yo no quiero que Lucas se muera”.

El consuelo inmediato ayudó a aliviar el dolor de mi primo, pero también ayudó saber que mientras mejor cuidado reciba Lucas, más años tendrá para jugar con él.

La prevención en la tercera edad de nuestras mascotas es tan fundamental en el cuidado de su salud como lo es con las personas. La única diferencia es que los animales no pueden verbalizar sus síntomas, por lo que sus dueños debemos de estar doblemente atentos.

La edad cronológica, calidad de vida y carga energética son factores que influyen en la condición de envejecimiento de una mascota. Según Jesús Chanamé Parraguez, docente de la carrera de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Científica del Sur, es el veterinario quien debe evaluar a nuestra mascota y brindar mecanismos de ayuda para sobrellevar juntos la vejez de nuestros perros y gatos, quienes podrían empezar a perder sus capacidades fisiológicas.

“En perros no es tan fácil establecer a qué edad se considera a un paciente geriátrico, por la diversidad de razas. De manera general se sabe que los perros de raza pequeña son más longevos que los de raza grande o gigante”, comenta.

El especialista detalla que, por ejemplo, un Pekinés se considera paciente geriátrico a partir de los 12 o 13 años, en cambio un gigante como un Gran Danés se considerará geriátrico desde los 7 u 8 años.

En cuanto a los gatos, estos suelen comenzar a envejecer  a partir de los 12 años de edad.

“La disminución natural y paulatina de los sistemas inmunológico, músculo-esquelético, cardiovascular, nefrourológico (riñones, vejiga, uretra) y tegumentario (piel) pueden manifestarse repentinamente como trastornos graves a pesar de que existen muchas formas de prevención, así como de manejo o sostenimiento”, asegura Chanamé. El docente de la Científica insiste que la clave está en la prevención.

Una de las principales herramientas para prevenir enfermedades está en la alimentación. Elegir la dieta adecuada es la clave. Por ejemplo, si tu mascota es menos activa debido a su edad, entonces necesitará menos calorías. Se recomienda limitar las porciones de comida y fijarse bien en los bocaditos que le des entre comidas pues el sobrepeso puede, entre otras cosas, afectar sus articulaciones.

Otro factor a tomar en cuenta es la seguridad en casa. A medida que se hacen viejitas, nuestras mascotas empiezan a perder la capacidad de ver y oir. Mantén los pasillos libres de objetos que puedan dañar a un animal con problemas de visión y usa barreras en caso sea necesario mantenerlo a salvo. Si presenta problemas de audición, puedes usar las manos para comunicarte con él o ella.

Si tienen problemas para movilizarse debido a condiciones como la artritis, siempre es bueno colocar rampas, escaleras, usar camas ortepédicas, cajas de arena de fácil acceso o incluso usar sillas de ruedas.

Que sean viejos no significa que hayan abandonado las ganas de entretenerse. Si bien en muchos casos el físico ya no les da como para perseguir pelotas en el parque, sí pueden engancharse en tareas que reten su mente. Existen actividades más sedentarias como morder huesos (manzano de preferencia) o jugar con rompecabezas para mascotas, de esos en donde colocas comida y ellos deben de buscarla.

¿Y cómo dejar de lado el afecto? Hay quienes no solo se olvidan de darle cariño a su mascota, sino que se ovidan de ésta por completo. El abandono de mascotas adultas es muy común, solo basta con preguntarle a quienes administran albergues de animales. El abandono no solo afecta emocionalmente a un animal que ha vivido con personas casi toda su vida, sino que pone su vida en peligro, al igual que se compromete la salud y seguridad pública.

Por eso, insistir en cuidar a tu mascota y demostrarle cariño hasta sus últimas horas no es un capricho. Se trata de una parte fundamental de su cuidado, además de ser doblemente terapéutico. Un buen masaje beneficiará tanto a quien lo recibe como a quien lo da. 

En esta etapa de la vida de tu mascota siempre es bueno tener cerca a tu veterinario de confianza. Los dueños son la primera fuente para que el especialista ayude en el manejo del paciente senil, por lo que hay que estar muy atentos a ciertos cambios y, además, seguir los siguientes consejos:

Hacer ejercicio: Eso ayudará a mantener el peso de tu mascota y a minimizar la degeneración de sus articulaciones. Pueden ser pequeños paseos de 10 a 15 minutos, estando siempre atento al comportamiento y deseo del animal.  

Consulta médica dos veces al año. Vacunación, tratamiento antiparasitario, control de peso, dieta, control odontológico y cambios ambientales.

Examen geriátrico mínimo. Hematología, perfil bioquímico, radiografías, ecografías y otros exámenes que el profesional prescriba.

Reportar cambios. En su apetito, estado de ánimo, nivel de energía, masas en la piel o genitales, dificultad en la micción o defecación, olor o coloración repentina, entre otros.

No olvidar sus dientes: La salud dental de tu mascota es crucial. De no cuidarse pueden presentar síntomas dolorosos y hasta peligrosos.

* Nota redactada con la colaboración de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Científica del Sur y con información de PetMD.

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