Durante las tres y excesivas gestiones municipales del señor Luis Castañeda Lossio, este ha hecho todo lo posible por dejar sentado lo que parece ser un principio de vida: el señor Luis Castañeda Lossio siempre estuvo pensando en alguien a lo largo de su función pública.
Esta obsesión por el pensamiento evocativo del señor Luis Castañeda Lossio se ha hecho manifiesta de manera explícita. Partió de la utilización emblemática del más trabajador de los insectos, la hormiga, acompañado de la tautológica sentencia “Pensando en ti”.
Aquí empiezan las interrogantes: ¿eran las hormigas las destinatarias recurrentes de los pensamientos del señor alcalde? ¿O acaso había descubierto el señor Luis Castañeda Lossio que dichos himenópteros tenían a nosotros, los limeños, como principales sujetos de sus reflexiones diarias?
Para quienes no tenían la sensibilidad requerida para entender la proyección de su aparentemente inocuo mensaje, el señor Luis Castañeda Lossio ha recurrido a una manera aún más directa de transmitir su filosofía.
Por ejemplo, cada uno de los pilotes de cemento de las entradas secundarias del zanjón del Paseo de la República lleva su nombre: Luis Castañeda Lossio, Luis Castañeda Lossio, Luis Castañeda Lossio. Esta insistencia, en efecto, hace pensar que el señor alcalde está pensando en alguien, así sea en sí mismo.
Siendo aún más reiterativo, si es que esto fuera posible, durante todos estos años las magnas exposiciones artísticas que se han presentado en la sala municipal Pancho Fierro —Picasso, Dalí, Chávez, Baca Rossi, etc.— han estado siempre premunidas en sus anuncios a pie de página del omnipresente mantra “Pensando en ti”.
Esto abría nuevas vertientes de especulación: ¿nos quería decir el señor Castañeda Lossio que estaba dedicado a pensar constantemente en los grandes artistas plásticos del Perú y del mundo? ¿O era esa la velada revelación de que grandes obras de arte habrían tenido como fuente de inspiración pensar en el alcalde de Lima?
La respuesta no es simple. Trasciende toda consideración menor y superficial. Pertenece a la élite de misterios humanos de la talla de la desaparición de la Atlántida, la construcción de la gran pirámide o la función de las líneas de Nasca.
Pero, al cabo de prolongados y posiblemente innecesarios años de alcaldía del señor Luis Castañeda Lossio, es hora de hacerse esta gran pregunta obviada durante tanto tiempo. Antes de hacerla resulta impostergable enumerar una sucesión de hechos factuales:
El señor Castañeda Lossio tiñó Lima de amarillo. En su gestión se desplomó el puente Solidaridad. Destruyó el paisaje de la Costa Verde con un malecón absurdo. Construyó un by-pass con 530 grietas. Tardó tres años en pintar monumentos de cobre y cubrir con cemento y césped sintético la alameda 28 de Julio. Y como si lo paisajístico y el despropósito de la obra pública no bastasen, abandonó el orden vehicular y la seguridad ciudadana haciendo de la ciudad un espacio donde la convivencia cotidiana puede costar la vida, convirtiendo el gobierno de la urbe en un ejercicio de cinismo y risitas cachacientas que escoltan un desdén patológico por el ciudadano de a pie.
Cuando hizo todo esto, señor Luis Castañeda Lossio, sería tan amable de decirnos, antes de irse, ¿en quién mierda estaba pensando?