El vuelo del “Jesús del Gran Poder”

(Foto:Archivo Histórico El Comercio)
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El 29 de abril de hace 90 años, se despedían del Perú los aviadores Ignacio Jiménez (31) y Francisco Iglesias (28), tras permanecer siete días en nuestro país. Los ibéricos habían cumplido el desafío de unir España y Brasil en 43 horas y 50 minutos, en una época en que los “raid” aéreos equivalían a “jugarse la vida”.

“Como se sabe, el avión ‘Jesús del Gran Poder’, después de hacer un recorrido de 6.550 kilómetros desde Sevilla hasta Bahía, y visitar las capitales de América del Sur en viaje de buena voluntad, arribó a Lima el martes 23, siendo objeto de una entusiasta y cariñosa recepción”, publicó El Comercio.

Ese día un servicio especial de ómnibus trasladó a los limeños desde el Parque de Barranco hasta la Escuela “Jorge Chávez”, en Las Palmas (Surco). Numeroso público llamaba a la redacción de El Comercio para saber la hora exacta de la llegada. Y el Diario informaba a sus lectores según los telegramas recibidos desde Chile.

Lima vivía una jornada de fiesta. Miles de personas se desplazaron en autos y buses desde el centro de la ciudad hacia el sur. Un redactor y un reportero gráfico de El Comercio partieron de nuestra sede principal a la 1:30 de la tarde, tomando la avenida Leguía.

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
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A las 3:40, el avión Breguet XIX, de cuatro toneladas y media, aterrizó procedente de Arica. Entre aplausos, miles de espectadores recibieron al “Jesús del Gran Poder” en la Base Aérea de Las Palmas. Hasta allí se hicieron presentes el embajador español Jaime de Ojeda y el ministro de Relaciones Exteriores peruano Pedro José Rada y Gamio, entre otras personalidades.

A los capitanes Jiménez e Iglesias se les recibió con ramos de flores, adornados de cintas con los colores de España y Perú. Luego fueron cargados en hombros y aclamados por la gente. Ese mismo día visitaron los conventos de Los Descalzos y Santo Domingo, y fueron agasajados en el Casino Español, informó el Decano.
“Lima es la ciudad más española de todas las visitadas en América”, expresó Jiménez en su discurso.

El jueves 25, los pilotos disfrutaron de una recepción en el Círculo Militar. Luego, en Ancón conocieron la base aeronaval y degustaron cebiche de corvina en el Hotel Branizza.

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
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En El Comercio

El viernes 26 la sede principal de esta casa editora los recibió en medio de aplausos de todo el personal.

El director Antonio Miró Quesada expresó lo siguiente: “El Comercio acoge a los aviadores con verdadera admiración y simpatía, y formula votos para que coronen triunfalmente y con toda felicidad su audaz y extraordinaria proeza, para gloria de ellos, para gloria de España y de los pueblos que, como el Perú, están unidos a la gran nación española por la raza, por el afecto y por la historia”.

Tras brindar con champaña se retiraron a través del hall principal del Decano. Luego se dirigieron al Country Club para una recepción y observaron una comedia en el Teatro Forero.

(Foto:Archivo Histórico El Comercio)
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La partida

El 29 de abril, muy temprano, la nave fue abastecida con dos mil litros de combustible. Su itinerario comprendía una parada en Paita, y luego un enlace a Colón, en Panamá. Jiménez e Iglesias revisaron la máquina, firmaron autógrafos y recibieron la bendición del sacerdote Antonio Bombín.

Como recuerdo de su estadía en nuestra capital, un emblema de la aviación peruana fue esmaltado en el fuselaje del biplano con la inscripción: “Arriba, siempre arriba-Perú”. Jiménez subió a la cabina y se inició el movimiento de la hélice. Entre tanto, Iglesias permaneció en tierra y dirigió a los mecánicos hasta que el motor calentó lo necesario. Luego ocupó su posición en el avión.

“La máquina viró hacia el norte del campo y desde allí en un ‘decollage’ sencillo y fácil, con elegancia y suavidad el ‘Jesús del Gran Poder’, bajo la hábil dirección de los pilotos españoles, despegó tranquilamente a las 10 y 10 minutos de la mañana, escuchándose en ese momento una nutrida salva de aplausos que los aviadores agradecían con las manos en alto. Tras un viraje sobre el campo, la máquina enfiló hacia el norte y rápidamente se perdió en el horizonte”, escribió El Comercio.

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