“Sin agua ni víveres y por añadidura al garete; es decir, sin rumbo, se encuentran desde el 7 de agosto, 18 tripulantes entre ellos una mujer embarazada, que viajaban desde Panamá hasta Talcahuano (Chile) y que se calcula están a 280 millas de la costa en dirección noroeste del Callao, probablemente frente a Salaverry (La Libertad)”, con estas líneas comenzaría la cobertura periodística de El Comercio de uno de los rescates en alta mar más sonados de los años 70.
La noticia se conoció el 12 de agosto de 1970 cuando una bolichera peruana encontró, frente a las costas de Pacasmayo, un bote salvavidas con cuatro tripulantes a bordo, quienes manifestaron pertenecer al buque mercante ‘Puelche’, de bandera panameña, que estaba a la deriva desde el 29 de julio.
Ramón Cornejo, Juan Llanca, José Darío Maselli y Marco Antonio Fernández, de entre 26 a 32 años, refirieron a las autoridades de la capitanía del puerto de Pacasmayo, que ellos se ofrecieron para buscar ayuda en uno de los botes salvavidas. Sin embargo, el viento y la corriente hicieron que perdieran el rumbo.
“La tripulación se encuentra hambrienta, sin agua y sin medios de comunicación. Hemos estado a la deriva por más de 130 horas en el mar, en un pequeño bote, muriéndonos de frío y en peligro, hasta que fuimos recogidos por una bolichera peruana frente a Eten, pero nos llevaron hasta Pacasmayo”, declararon a los periodistas que llegaron hasta esta localidad norteña. Además creían que cuando dejaron la nave, esta se ubicaba casi frente a Huacho.
Los motores del ‘Puelche’ habían fallado ocasionando la paralización de su grupo electrógeno por lo que no podían comunicar su situación a tierra. Pero mediante un aparato receptor que funcionaba a pilas podían escuchar las radios limeñas Unión, Del Pacífico y Mar. Aprovechando esta información, las autoridades pidieron a la tripulación perdida que coloquen sábanas blancas en cubierta para que puedan ser avistados por los aviones de rescate de las bases de la FAP en Chiclayo y Piura.
Un viaje que comenzó mal
El mercante ‘Puelche’ no salió en perfectas condiciones de Valparaíso (Chile) cuando partió hacia Panamá y frente a Coquimbo quedó por primera vez al garete. Solucionado el problema continuaron rumbo hacia Perú demorándose 18 días en vez de una semana, que era el tiempo normal de viaje. Estas declaraciones las hizo Reinaldo Ortega Rojas, miembro de la tripulación que fue desembarcado en Paita por medidas disciplinas. Además aseguró que la tripulación pasó dificultades por falta de alimento y dinero. Al desembarcar en el Callao tuvieron que vender sus pertenencias para comprar comida. A pesar de las dificultades llegaron a su destino.
Periodistas de El Comercio ubicaron en Lima al dueño del ‘Puelche’ Pablo Klimper quien declaró que su hijo Pablo Klimper Isla, de 21 años, estaba a bordo. El empresario confiaba en la experiencia de la tripulación para sobrevivir y en los 47,000 litros de agua, cantidad suficiente para 47 de días de viaje además de la madera que podían usar para calentarse durante meses.
El viaje de regreso a Talcahuano (Chile) comenzó el 14 de julio. El viejo barco llevaba 30 toneladas de carga cuyo contenido hasta ese momento se desconocía.
La búsqueda
Aviones “canberra” de la FAP peinaron la costa entre el Callao y Piura a 280 millas mar afuera. La Marina tenía listo su remolcador Guardián Ríos en la Base Naval del Callao para zarpar ni bien se encontrara la nave. Pero las horas y los días pasaban y no había rastro del ‘Puelche'. Con radares de largo alcance los buques de la Armada Peruana buscaban en alta mar la embarcación que ya llevaba 23 días desaparecida. No habían novedades en los últimos despachos enviados por los destructores BAP Castilla y BAP Aguirre. La Fuerza Aérea Ecuatoriana se sumó a la búsqueda sobrevolando las islas Galápagos, considerado uno de los puntos donde podía estar la nave.
Mientras tanto a bordo del ‘Puelche’, la tripulación del ‘Puelche’ comenzaba a desesperarse. Ya no se escuchaba el sonido de los aviones ni se veía a lo lejos los buques. Una de las grandes preocupaciones era que se adelantara el parto de la joven embarazada Mariluz Gonzales. Por ello el capitán Fernando Guzmán Loezar y seis tripulantes más decidieron buscar ayuda. El riesgo era grande, pues el bote salvavidas estaba en mal estado. El 22 de agosto se despidieron de sus amigos. Pasaban las horas y no avistaban tierra. Tampoco lograron pescar y solo se alimentaban con arroz que había llevado el cocinero Rodolfo Ávila Sánchez.
Pero su suerte cambiaría al amanecer del 27 de agosto cuando el contramaestre de la nave Víctor Vera Espinoza divisó los mástiles del ‘Victoria Ocho’, embarcación ballenera de bandera japonesa. “Grité con todas mis fuerzas para despertar a todos que como impulsados con un resorte se incorporaron”, declaró Vera cuando fue recibido por periodistas y pobladores en el puerto de Paita, a donde fueron trasladados para recibir atención médica.
¡Puelche a la vista!
En cuestión de horas dos buques de la Marina de Guerra ubicaron al carguero panameño. Con gran dificultad, debido al peso y la fuerza del mar, comenzaron la ardua labor de remolcarlo. Para el 31 de agosto el BAP Aguirre, que tomó la posta del rescate, fue avistado en el puerto de Paita remolcando al viejo carguero. Las imágenes tomadas por nuestro reportero gráfico José Martínez muestran el preciso instante en que los seis tripulantes, entre ellos Mariluz Gonzales con siete meses de embarazo, pisaban tierra firme. Entre abrazos y lágrimas fueron recibidos por sus compañeros.
El ‘Puelche’ transportaba 2,250 cajones con whisky; así como, 50 cajas de cigarros, camisas, juguetes, televisores y artefactos eléctricos. Aunque ninguno de los 18 tripulantes se enfermó durante su periplo en alta mar, el rescate por grupos fue los mantuvo en zozobra porque no tenían forma de escuchar las noticias por falta de electricidad.
Después de 32 días perdidos en alta mar, la tripulación tenía muchas historias que contar como la improvisada votación para presidente de Chile. Con el permiso del capitán, también chileno, tres tripulantes instalaron una mesa de sufragio para votar por sus candidatos. Concluido el acto electoral, los tres ciudadanos chilenos entonaron el himno de su país y echaron botellas al mar con sus votos. Sus compañeros de otras nacionalidades siguieron con respeto el proceso.
El ingeniero ecuatoriano José Gallegos Váscones informó que el motor se apagó debido a que una tubería de abastecimiento de petróleo se rompió. “Cuando intentamos poner en funcionamiento el motor después de reparar la avería, las dos baterías del barco no respondieron”, dijo Gallegos. Agregó que el tripulante encargado de recargar las baterías se confió demasiado y no verificó su estado. La tripulación manifestó su deseo de continuar su viaje hacia el sur cuando los daños hayan sido reparados.