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Centenario de Nicomedes Santa Cruz: el legado del poeta afroperuano que se forjó a sí mismo | FOTOS
Hoy, 4 de junio de 2025, se cumplen cien años del nacimiento de un nombre imprescindible en la cultura peruana: Nicomedes Santa Cruz Gamarra (1925-2025). Fue en el popular barrio de La Victoria, en Lima, donde nació este artista e intelectual peruano de talla mayúscula. Sus versos y aportes al rescate de la identidad afroperuana siguen resonando como testimonio vivo de su legado.
Centenario de Nicomedes Santa Cruz: el legado del poeta afroperuano que se forjó a sí mismo | FOTOS
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Nicomedes Santa Cruz vio por primera vez la luz el 4 de junio de 1925, en pleno oncenio de Augusto B. Leguía, en un hogar humilde de La Victoria. Fue allí, entre oficios y jornadas de trabajo manual, donde abrió primero los ojos, luego los oídos, y finalmente su corazón al ritmo de la poesía. Ese camino de pulso firme y verbo potente lo acompañó hasta los 67 años, cuando la muerte lo reclamó el 5 de febrero de 1992, en Madrid, ciudad que lo acogió sus últimos años.
Nicomedes aprendió los secretos de la herrería desde muy joven, y, al igual que el hierro se templa al calor del yunque, él forjó su verso hasta dominarlo con maestría. Con los años, se convirtió, sin duda, en un incansable embajador de la cultura afroperuana.
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Pero toda trayectoria tiene un inicio. El de él arrancó siendo apenas un adolescente cuando descubrió su vocación: cinco años antes de su debut público en la poesía, ya practicaba en silencio, convencido de que llegaría el día en que su nombre, al igual que el de su hermano Rafael —el torero que triunfó en Acho en 1947—, brillaría en las crónicas de los diarios.
Nicomedes Santa Cruz buscó en sí mismo tu vena artística y la halló llena de ritmos y metáforas. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
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DE HERRERO A POETA
Envuelto en las brasas de la herrería familiar de Chacra Colorada, en Breña, Nicomedes Santa Cruz decidió romper ese círculo y emprendió en 1956 un viaje de descubrimiento por el Perú y sus límites. Al volver a Lima, traía en la mente una sola convicción: ser artista.
Con disciplina, Santa Cruz pulió su verso hasta convertirse en glosador de la Compañía Pancho Fierro —grupo que más tarde adoptaría el nombre de Ritmo Negro del Perú— y así comenzó a escribirse su historia.
El estreno llegó la noche del 11 de mayo de 1957 en el Teatro Municipal de Lima, repleto de espectadores. Nicomedes subió al escenario junto a sus compañeros para presentar la revista musical “Estampas de Pancho Fierro” y dejó claro que su voz venía para quedarse.
Poesía y música, música y poesía eran lo mismo en la sensibilidad del gran Nicomedes. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
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Esos años finales de la década de 1950 marcaron un punto de inflexión. Un mes después de su debut teatral, el 11 de junio de 1957, un treintañero Santa Cruz se estrenó en la radio chilena, en Radio Corporación de Santiago.
Pero en julio de ese mismo año enfrentó una prueba dolorosa: la muerte de su padre, Nicomedes Santa Cruz Aparicio, un hombre culto cuya visión de “ciudadano del mundo” el poeta haría suya para siempre.
De la pena emergió un motivo de celebración: en octubre de 1957 vio la luz “Gente morena”, disco en cuyo lado A quedaron para la historia sus primeras décimas y glosas. De esta forma, comenzaba la trayectoria artística de un creador que renovaría la poesía afroperuana.
Santa Cruz apoyaba campañas sociales y benéficas como las colectas de Fe y Alegría. (Foto: Reproducción fotográfica del Archivo de la BNP)
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PERIODISTA E INVESTIGADOR
En 1958, Nicomedes Santa Cruz tuvo que forjar de nuevo su espíritu de herrero para seguir avanzando. El 1 de junio de ese año apareció su primera crónica en El Dominical de El Comercio: “Ensayo sobre la marinera”, donde enseñaba los secretos de cómo bailarla con elegancia y sentimiento.
Fue entonces cuando estrechó lazos con figuras clave de las letras peruanas: admiró profundamente al dramaturgo Sebastián Salazar Bondy (1924-1965) y, poco después, congenió aún más con el narrador Ciro Alegría (1909-1967), quien dedicaría varias notas elogiosas al trabajo de Nicomedes.
Hombre de espectáculo —nacido para brillar en escena—, no sorprendió a nadie cuando, el 26 de julio de 1958, formó parte del primer programa comercial de la televisión nacional en Canal 7.
Nicomedes Santa Cruz defendió la cultura afroperuana y la puso en valor. (Foto: Reproducción fotográfica del Archivo de la BNP)
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Paralelamente, reforzó su presencia en la radio al producir “Romancero de las calles de Lima”, un espacio que fusionaba poesía y tradición popular para llevar la voz de la cultura afroperuana a todos los hogares.
CREADOR POR EXCELENCIA
Sus conferencias en la universidad se convirtieron en auténticos eventos, especialmente cuando desgranaba la historia de la décima en Hispanoamérica. A mediados de 1958, canalizó ese entusiasmo cultural en la creación del conjunto Cumanana, que brilló por primera vez el 10 de diciembre de ese año.
Sin embargo, su ascenso artístico se vio sacudido el 29 de abril de 1959, cuando perdió a su madre, Victoria Gamarra. Fue un golpe devastador, pero la urgencia creativa lo empujó de nuevo al estudio: así nació el disco Nicomedes Santa Cruz y su conjunto Kumanana.
Foto al gran decimista Nicomedes Santa Cruz, en marzo de 1961, durante una entrevista realizada en la sede histórica del diario El Comercio. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
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Ese año de 1959 publicó el libro Décimas (Editorial Juan Mejía Baca) y, junto a su hermana Victoria, se dedicó a escribir comedias y a preservar las tradiciones musicales peruanas, desde la marinera hasta la zamacueca.
En las décadas siguientes, su compromiso con la música negra dio como fruto catorce discos fundamentales. De igual modo, reunió once volúmenes de poesía y estudios folclóricos, y mantuvo viva la crónica de nuestras raíces a través de columnas en El Dominical de El Comercio, donde documentó la décima, la marinera, el tondero, el cajón, la quijada y la llamada “Navidad negra”.
Nicomedes Santa Cruz, aquel herrero devenido en poeta insustituible, cerró su historia el 5 de febrero de 1992 en el Hospital Clínico de Madrid, a los 67 años. Su legado, sin embargo, sigue vivo en cada verso y ritmo que resuenan con fuerza en el Perú.