En 1572, se desposaron en Cusco la ñusta Beatriz Clara Coya, nieta de Huayna Cápac y legítima heredera del Imperio de los Incas, y Martín de Loyola, sobrino de San Ignacio de Loyola. Y en Madrid, en 1611, contrajeron nupcias Ana María Lorenza Ñusta de Loyola, hija de Martín y de Beatriz, con Juan de Borja, sobrino de San Francisco de Borja. La escena es registrada en el cuadro de pintor anónimo cusqueño “Matrimonio de don Martín de Loyola con doña Beatriz Ñusta”. Pintado en el siglo XVIII, recrea los hechos ocurridos siglo y medio antes.
A decir del historiador Ramón Mujica, ambos enlaces fueron “matrimonios de conveniencia”, ceremonias de profundo significado político que entroncaron la dinastía inca con la jesuita. En efecto, como señala Pedro Pablo Alayza, director del Museo de Osma, este lienzo muestra la unión familiar entre las casas De Loyola y Borja a través de la sangre inca. Asimismo, establece cómo se formó el mestizaje entre la altísima estirpe incaica y la de los virreyes. “Este cuadro retrata la condición mestiza como una forma de conquista, pero que la distingue de otras formas de colonización, donde se genera una división de las razas. La tradición ibérica va por la unión con los grupos locales”, afirma Alayza.
Para Mujica, asesor también del Museo de Osma, el cuadro delata uno de los secretos mejor guardados de la Compañía de Jesús: su agenda teocrática o su proyecto político de construir, sobre la base del antiguo imperio incaico, una nueva y renovadora iglesia americana con fieles indígenas, mestizos y criollos. “Este cuadro es un canto al mestizaje racial americano, fenómeno social condenado por el cronista indígena Guaman Poma de Ayala y mal visto por varias órdenes religiosas que no admitían a indios ni a mestizos al sacerdocio católico”, explica.
No sorprende entonces, que esta escena no solo se repitiera en otros lienzos, sino que fuera representada teatralmente en el atrio de la Catedral del Cusco hasta entrado el siglo XVIII.
EL PODER JESUITAEs por ello que Túpac Amaru I, “asistente” a la boda en la imagen, nunca vio a la coya en el altar, pues murió ejecutado en la Plaza de Armas del Cusco en 1572. Sin embargo, su presencia simbólica en la escena resulta fundamental. Convertido al cristianismo, antes de ser condenado se dirigió al pueblo para decirles su última voluntad: “Los jesuitas me han abierto las puertas del cielo y desde allí voy a poder gobernar y protegerlos. Por tal razón, deben ayudarlos”.
Como advierte Alayza, el cuadro es muy interesante porque ilustra la relación directa entre las élites inca y jesuita. “De allí se entiende que el pueblo indígena construya para los jesuitas su iglesia en la Plaza de Armas del Cusco, a pocos metros de la catedral. No es común que en el mundo católico dos iglesias compartan una plaza principal. Eso demuestra su enorme poder y las tensiones políticas en la época”, señala.
“Los jesuitas tuvieron un poder muy grande, lo que explica que a fines del siglo XVIII fueran expulsados de los territorios españoles”, recuerda Alayza. Una influencia basada en su inteligente acercamiento a las poblaciones a las que llegaban en su vocación misionera, en México, el oriente o el Perú. “En realidad, fueron grandes antropólogos, que estudiaron las tradiciones y hábitos para usarlos en la evangelización. Mucho de lo que ellos escribieron nos sirve hoy para entender el mundo andino”, afirma.
EXPUESTO EN MADRIDPresentado en el Museo del Prado como Obra Invitada el próximo 19 de febrero, como parte de las actividades paralelas del Perú como protagonista de la Feria ARCOmadrid, será la primera vez que una pintura peruana de este período histórico sea expuesta en la célebre pinacoteca madrileña. Con ello, se rompe una atávica visión que consideraba el arte americano de los períodos coloniales un epígono de la producción europea. Un prejuicio que en las últimas dos décadas, gracias a los recientes estudios del arte virreinal americano, se viene superando. Hoy, estas obras son exhibidas, con lujosos catálogos, en diversos museos del mundo.
“Esto es el resultado de los nuevos vientos académicos que han renovado las 'lecturas' del arte virreinal”, enfatiza Mujica. “Muchas de las pinturas indígenas, mestizas o criollas virreinales ya no son vistas como meras copias 'coloniales', derivativas e imitativas de los grandes maestros europeos. Ahora son expresiones 'originales' que modifican los modelos visuales metropolitanos y que en su momento reivindicaron elementos de las culturas e identidades nativas americanas”, explica.
En efecto, El Prado era uno de los últimos bastiones del arte eurocentrista. “Allí no había cabida para la pintura virreinal peruana”, comenta el investigador. “Pero en los últimos años, el museo ha empezado a ceder ante la presión académica internacional y sus directivos empezaron a darse cuenta de que la gran pintura manierista, barroca y neoclásica americana, con su estética e iconografías propias, son grandes obras de arte y no meros productos artesanales de copistas indígenas sin imaginación propia, como lo aseveró más de un viajero ilustrado europeo del Siglo de las Luces (s. XVIII). Ese prejuicio lamentablemente se ha mantenido vigente hasta nuestros días”, añade.
MÁS INFORMACIÓNLugar: Museo del Prado. Paseo del Prado s/n, Madrid. Temporada: del 19 de febrero al 21 de abril del 2019.
INFOGRAFÍA
1. Sayri Túpac (1516-1561)A la muerte de su padre, Manco Inca, fue reconocido inca por los españoles. Mantuvo privilegios y derechos de propiedad en el Cusco. Murió envenenado.
2. Túpac Amaru (1545-1572)Hermano de Sayri Túpac. Lideró la resistencia en Vilcabamba, pero fue capturado por Martín de Loyola y ejecutado en el Cusco por orden del virrey Toledo.
3. Cusi Huarcay (1531-1586)Esposa de Sayri Túpac. Cuenta la leyenda que un hechicero se valió de un pajarillo para que Cusi aceptara a Sayri Túpac y quedará embarazada de la ñusta Beatriz.
4. Martín G. de Loyola (1549-1598)Sobrino de San Ignacio de Loyola, lideró la expedición militar que capturó al inca Túpac Amaru. Como recompensa, recibió en matrimonio a la ñusta Beatriz.
5. Ñusta Beatriz (1556-1600)Última princesa inca. Hija de Sayri Túpac y Cusi Huarcay, El virrey Toledo la ofreció en matrimonio a Martín G. de Loyola, con quien tuvo una hija llamada Ana María.
6. San Ignacio de Loyola (1491-1556)Fundador de la Compañía de Jesús, orden religiosa que participó activamente en la evangelización en el Virreinato del Perú desde 1568 hasta 1767.
7. San Francisco de Borja (1510-1572)Uno de los santos fundadores de la Compañía de Jesús. Abuelo de Juan E. de Borja y de Francisco de Borja, virrey del Perú entre 1614-1621.
8. Juan E. de Borja (1573-1634)Nieto de San Francisco de Borja. Se casó con Ana María, con quien viajó al Perú para reclamar tierras en el Cusco pertenecientes a Sayri Túpac, abuelo de ella.
9. Ana María Lorenza de Loyola Coya (1593-1630)Hija de Martín G. de Loyola y la ñusta Beatriz. Tras la muerte de ambos, es enviada a España y quedó bajo la tutela de la familia Borja. Regresó al Perú con su esposo.
10. Catedral del Cusco (Como sería en el siglo XVI)Desplegada en el ángulo superior izquierdo, encontramos a la panaca inca. Visten con mascaipacha, cetro y sandalias doradas. Al lado de la catedral, se pinta una idealizada ciudad del Cusco.
11. Catedral de Madrid (Como sería en el siglo XVI)Contrapuesta a la capital inca, aparece el paisaje madrileño y la representación de la catedral española.
12. El Sol y el cristogramaAl centro de la imagen, aparece el Sol, el dios de los incas, y sobrepuesto se ha colocado el cristograma, símbolo de los jesuitas.