Tenía 15 años, un retraso de seis meses de regla, la cara cubierta de acné y los ovarios terriblemente adoloridos. Pese a todos estos síntomas, decidí pasarlo por alto sin saber las consecuencias que me traería.
Nunca había ido al ginecólogo y tenía miedo de que mi mamá pensara mal si le pedía ir, pues era una adolescente. Luego de algunos días, el dolor en mis pechos se volvió insoportable y hablé. Mi madre inmediatamente me consiguió una cita en ginecología. Al llegar me pidieron exámenes generales de sangre y una ecografía, cuyos resultados estarían listos unos días después.
Al recibirlos, descubrí que mis niveles de prolactina estaban sumamente elevados, al igual que mis niveles de testosterona. Al verificar la ecografía, solo aparecieron quistes. Así, la doctora concluyó que tenía un falso embarazo. Mi cuerpo estaba preparado para dar de lactar y albergar un bebé en mi vientre. Además, descubrí que tenía síndrome de ovario poliquístico.
¿Cómo se resolvió mi falso embarazo?
La doctora explicó que mi cuerpo había reaccionado como si estuviese pasando por un embarazo, pero lo más curioso es que hasta el momento no había tenido relaciones sexuales. Miles de dudas aparecieron por mi cabeza y sentía mucha vergüenza por ser una adolescente de 15 años.
La ginecóloga me recetó dos fármacos: uno que estimula los receptores de dopamina y las famosas pastillas anticonceptivas. Debido a los malestares falté una semana al colegio y mis amigos preocupados no entendían qué me pasaba. Incluso le conté a algunos más cercanos y recibí burlas a cambio; fue un momento muy complicado para mí. Pasaron los días y finalmente el dolor bajó, mi prolactina volvió a la normalidad y ya no habían señales de un falso embarazo.
La importancia del seguimiento ginecológico
Un año después del falso embarazo, lamentablemente mi ginecóloga falleció y ante su ausencia y algunos miedos de mi madre, esta optó por quitarme los anticonceptivos. Todo iba bien; me venía la menstruación de manera regular y no sentía ninguna molestia, hasta que pasaron seis meses y nuevamente volvieron los problemas: no reglaba todos los meses, tenía mucho acné y tenía el temor de vivir otro falso embarazo.
Busqué a otra ginecóloga y esta me explicó que no podía dejar de tomar anticonceptivos hasta que los quistes se desintegraran. Ya son siete años los que voy tomando pastillas anticonceptivas, claro que mucho más suaves que las iniciales. Mi cuerpo reacciona muy bien, desapareció el acné, reglo todos los meses y mis quistes han desaparecido, pero si dejo de tomar los anticonceptivos, los síntomas vuelven.
Descubriendo mi verdadero diagnóstico
Investigué un poco más de esta condición y pude conversar con la ginecóloga estética Corina Hidalgo, quien me aseguró que lo que realmente tenía era amenorrea, y existen dos tipos:
- Amenorrea primaria: Se produce cuando al cumplir los 16 años una mujer no ha menstruado ni ha desarrollado caracteres sexuales secundarios.
- Amenorrea secundaria: En este grupo se incluyen las amenorreas fisiológicas, es decir, la falta de menstruación en la mujer por causas naturales, es decir, un embarazo o la menstruación.
Yo tenía amenorrea secundaria, pero correspondía al tipo hipergalactorrea. Según explica Hidalgo, con esta se presenta, no solo falta de regla, sino también sensibilidad mamaria y otros factores que podrían confundirse con los de un embarazo. Por ello, es sumamente necesario acudir a un especialista que nos guíe en este tipo de casos y controlarlos a tiempo.
Recuerda hacer tus controles ginecológicos una vez al año para prevenir y controlar cualquier enfermedad relacionada a tus mamas, ovarios y útero.
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