Semana Santa: Catacaos es una fiesta de fe, arte y gastronomía
Estoy en Piura, a 31 grados centígrados y sin planes de ir a la playa. No es que no me guste, ni que sea una penitencia por el feriado religioso, sino que he venido a conocer la Semana Santa de Catacaos que es Patrimonio Cultural de la Nación.
Llego en veinte minutos al distrito piurano, a bordo de un Hyundai rojo conducido por Tomasa Terleira Gonzáles, o Tomy como me pide que la llame, la primera mujer de Her Taxi, una empresa que garantiza la seguridad de nosotras en tiempos de riesgo.
En cuanto subí a su vehículo le pregunté por las actividades de Semana Santa: el ingreso de la burrita el Domingo de Ramos, procesiones todas las tardes, almuerzo de los siete potajes el Jueves Santo, celebración de la Pasión de Cristo y otros eventos más hasta el domingo, cuando cierran la fiesta con una procesión de Cristo resucitado y la quema de un castillo con fuegos artificiales.
Llego a la Plaza, que está cercada porque en los días de Semana Santa se instala una feria de artesanías, dulces tradicionales, medicina natural, celulares y todo lo que puedas imaginar. Lo primero que veo es su iglesia, en la que cientos de fieles renuevan su fe cada año, y en minutos me encuentro en la famosa calle Comercio, que luce jarrones coloridos, canastas y sombreros de paja toquilla en venta.
Hago una parada en La Casa del Sombrero, un negocio familiar con dos décadas de historia, que ofrece accesorios hechos de paja toquilla y a precios muy tentadores. Cada pieza, según el modelo y calidad de tejido, puede costar desde S/50. Juan Carlos Chávez, administrador e hijo de los propietarios, me dice que lleva tanto tiempo comercializando estas piezas, que ha aprendido sobre el tejido. Así que se anima a cambiarle un detalle a mi sombrero, uno de los mejores souvenirs del viaje y artículo de uso obligado en Piura.
Siete platos de Semana Santa
Almuerzo en La Chayo, una picantería que funciona hace más de 40 años en la esquina de los jirones San Francisco y Paita. Un clásico de Catacaos, célebre por su buena sazón. Pido pepián de pavo, que solo sirven los domingos, y quedo satisfecha. Otros comensales prueban sopa de novios, tamalitos verdes, carne seca, seco de chabelo, majado de yuca y otras delicias norteñas.
Pero el gran banquete se da con los siete potajes, una tradición de Semana Santa en la que dos familias de Catacaos ofrecen centenares de platos, de forma gratuita, como agradecimiento al Señor.
Es jueves Santo, el jirón Tumbes está toldado y con mesas dispuestas para la entrega de recetas. La fila de gente que busca ingresar es tan larga que da la vuelta a la calle. Se sirven frutas, queso, galletas, ají de gallina, sopa de novios, estofado y más. Debes estar por lo menos cuatro de horas bajo el sol abrasador de Piura para disfrutarlo.
El viernes, también se ofrecen los siete potajes, pero con pescado. Si no quieres esperar, ve por tu malarrabia (puré de plátano y queso fresco, servido con pescado y menestra) a alguna de las picanterías de la zona. Es el plato típico de los viernes de Cuaresma.
Tras la comilona, llamo a Tomy para volver a Piura. Desde que me dejó en Catacaos ha realizado tres viajes hacia la ciudad, pero no me sorprende. Este año, se espera la llegada de 50.000 visitantes en Semana Santa, según el alcalde de la ciudad, José Muñoz Vera. La fiesta promete.
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