Óscar Arnulfo Romero: A 35 años del asesinato de "San Romero de América"
El 24 de marzo de 1980, el monseñor Óscar Arnulfo Romero fue asesinado mientras celebraba una misa. En ese entonces, el arzobispo de El Salvador se había convertido en una voz de denuncia en medio de la complicada situación política y social de dicho país. A 35 años de su muerte, el Papa Francisco anunció la beatificación por “odio a la fe” del llamado “San Romero de América”.
24 de marzo de 1980. 6:15 p.m. El monseñor Óscar Arnulfo Romero se preparaba a recibir el cuerpo de Cristo en la Capilla del Hospital La Divina Providencia. Para los cristianos, este momento significa el sacrificio de la cruz llevado al altar, pero ese día significaría también el sacrificio de quien les había acompañado en el Vía Crucis que vivía El Salvador.
“De esta Santa Misa, pues, esta Eucaristía, es precisamente un acto de fe: Con fe cristiana parece que en este momento la voz de diatriba se convierte en el cuerpo del Señor que se ofreció por la redención del mundo y que en ese cáliz el vino se transforma en la sangre que fue precio de la salvación. Que este cuerpo inmolado y esta Sangre Sacrificada por los hombres nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo. Unámonos pues, íntimamente en fe y esperanza a este momento de oración por Doña Sarita y por nosotros”. En ese momento se oyó un disparo.
Un francotirador se había instalado en la puerta de la Capilla y desde un auto apuntó al corazón de Romero.
El cambio de Romero
Óscar Arnulfo Romero nació el 15 de agosto de 1917 en una humilde familia de Ciudad Barrios, El Salvador. De pequeño tuvo una salud frágil, lo que no impidió que se destacara en la escuela. Su vocación despertó cuando aún era un niño, al asistir a una ordenación sacerdotal. Tras consultar al sacerdote sobre su deseo de ser también un pastor, ingresó al seminario Menor de San Miguel a los 13 años.
Luego, estudió en el seminario de los padres jesuitas San José de la Montaña, en 1937. Ese año sería enviado a estudiar en Roma, allí fue ordenado como sacerdote a los 25 años, en 1942. Cuando se preparaba a terminar su tesis en teología tuvo que retornar a El Salvador, pues la Segunda Guerra Mundial había estallado.
En abril de 1970 fue nombrado obispo auxiliar de El Salvador, y aunque le resultó difícil adaptarse a algunas líneas pastorales, el perfil de Romero se distinguía como el de conservador. Sin embargo, el cambio se daría el 12 de marzo de 1977, un mes después de ser nombrado como Arzobispo de San Salvador.
Ese 12 de marzo, un escuadrón de la muerte asesinó al padre Rutilio Grande, amigo de su feligresía y también de Romero, y a un anciano y un joven que lo acompañaban. La primera acción del arzobispo tras estas muertes fue la de no asistir a ninguna reunión con el gobierno, usuales para la autoridad eclesial, hasta que se investigue el crimen. Romero no asistió a ningún tipo de acto relacionado a este poder los siguientes tres años.
El vía crucis de El Salvador
Pero el asesinato del padre Rutilio Grande no fue el único que azotó a El Salvador. Las diferencias sociales y políticas, bastante marcadas en dicho país, ya había causado una guerra civil en 1826. Con frecuentes crisis políticas y la llamada “Guerra del fútbol”, los ánimos se fueron caldeando.
En los setentas, los grupos de poder político, económico y militar buscaban seguir imponiéndose ante las clases medias y campesinas, que habían comenzado a organizarse en asociaciones y colectivos para reclamar sus derechos y sus espacios en la sociedad. Los grupos más radicales o las guerrillas optaron por tomar las armas y las fuerzas armadas respondieron con mayor fuerza. Aparecieron los grupos paramilitares.
Las muertes en todos los frentes se daban casi todos los días y en distintos puntos del país. Ello sobrevino con la Guerra Civil, que aunque no fue anunciada oficialmente, se dio entre 1980 y 1992, y en la que se enfrentaron básicamente las Fuerzas Armadas y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
La voz de los sin voz
En ese complicado contexto el monseñor Óscar Arnulfo Romero era considerado como “la voz de los sin voz”. Con la muerte de su amigo, el padre Rutilio Grande, se acercó más al pueblo y se alejó de los grupos de poder. En sus homilías comenzaba a escucharse la voz de la esperanza, pero también de la denuncia tal como la de los profetas bíblicos.
El último registro de su diario, el 20 de marzo de 1980, muestra un largo recorrido entre la vida eclesial y las reuniones con los colectivos sociales en la búsqueda del diálogo. Además, abrió las puertas de la Iglesia para dar refugio a los campesinos y motivó la creación de una oficina de Derechos Humanos en el Arzobispado.
En la penúltima homilía que dio el día de su muerte exhortó a los militares a deponer las armas y dijo lo siguiente: “Ya sé que hay muchos que se escandalizan de estas palabras y quieren acusarla de que ha dejado la predicación del evangelio para meterse en política, pero no acepto yo esta acusación, sino que hago un esfuerzo para que todo lo que nos ha querido impulsar el Concilio Vaticano II, la Reunión de Medellín y de Puebla, no sólo lo tengamos en las páginas y lo estudiemos teóricamente sino que lo vivamos y lo traduzcamos en esta conflictiva realidad de predicar como se debe el Evangelio… para nuestro pueblo”.
La Comisión de la Verdad para El Salvador señaló al militar Roberto D’Aubuisson como uno de los autores intelectuales del asesinato monseñor Romero. D’Aubuisson fue fundador de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), partido que estuvo en el poder entre 1989 y 2009. Sin embargo, no hay sentenciados por el crimen.
Este año el Papa Francisco anunció la beatificación de Óscar Arnulfo Romero como mártir “por odio a la fe”. La ONU declaró el 24 de marzo como Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas, en memoria del llamado “San Romero de América”.
(Pamela Loli Soto)
Fotos: Agencias
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