Off topic: Al encuentro de Ultrasiete
Mi amigo Patrick Espejo -autor del blog Todo menos fútbol- publicó hoy una nota sobre el encuentro que tuvo con Kohji Moritsugu, el actor japonés que durante muchos años interpretó a Ultrasiete, el inolvidable superhéroe que marcó un hito en la televisión nipona y también en la peruana. Sé que no tiene que ver con la tecnología, pero estoy seguro que así como ustedes, muchos otros lectores de este blog recuerdan con nostalgia las aventuras de Dan Moroboshi y por eso -con autorización de Patrick- reproduzco a continuación el texto sobre su encuentro con Moritsugu.
Ni bien observé que descendía por la escalera central de su casa-restaurante, lo imaginé gigante, de casi 40 metros, como cuando peleaba contra los monstruos del espacio que se habían ensañado con Japón y que, de conquistarlo, sería el fin del mundo conocido. Bajó con un pantalón de buzo gris, de algodón, de un tono muy similar al uniforme que utilizaba cuando caracterizaba a Dan Moroboshi en el Escuadrón Ultra, y usaba una sudadera roja, del mismo color que el traje con el que se vestía como Ultrasiete, el personaje de ficción que muchos peruanos aún recuerdan.
Kohji Moritsugu es un hombre complejo. Enamorado de la música francesa, en especial de Edith Piaf, ha pasado casi toda su vida amarrado al traje del superhéroe, de ese personaje llegado desde el planeta Nébula M-78 que adopta la forma humana y el nombre de Dan Moroboshi al ver que un hombre que estaba escalando una montaña se sacrificaba lanzándose al vacío para salvar la vida de su compañero.
“¡Qué…! ¿en el Perú veían la serie?”, fue lo primero que dijo, luego de que su hija menor –quien hizo las veces de traductora– le explicara que veníamos desde Sudamérica y que, aprovechando un viaje a Japón, habíamos querido trasladarnos hasta la pequeña localidad de Kanagawa para cumplir uno de los sueños de niño: estar al lado del primer superhéroe de carne y hueso que peleaba contra los monstruos más feos del espacio sideral.
Después de 33 años, lo tenía nuevamente al frente, en persona y ya no a través de ese viejo televisor Panasonic, a transistores, por donde veía la emisión de los capítulos que pasaba por entonces Canal 7, a las 7 de la noche. Era una cita infaltable.
Años más tarde, con algunos amigos de la oficina, participamos en una subasta por Internet y conseguimos los 49 capítulos de la serie original, aquella que fue estrenada en 1967 en Tokio, en lo que para ellos era la apuesta más arriesgada de la TV nipona, pues por primera vez empleaban personajes de carne y hueso y locaciones japonesas en una historia que exportarían al mundo. Hasta entonces, sus anime habían sido todos en dibujos animados, con los ojos bien redondos, como para no denotar el origen asiático.
Viéndolos ya a colores, sin la inocencia de un niño, uno era capaz de encontrar los hilos de los aviones volando, las casas de madera a escala o el cierre en el traje de hule del monstruo del espacio.
LA BÚSQUEDA
Pero ni ese detalle podía opacar las muchas horas que de niño le dedicábamos a esa serie. Cómo olvidar, además, los muñequitos y los monstruos que vendían en el parque Salazar o que venían de sorpresa en los chocolates Juguete de Motta.
Una misión de trabajo nos llevó, hace unas semanas, de viaje a Tokio y aunque esa megaciudad llena de luces de neón dista mucho de la que aparecía en la tele, el solo hecho de estar ahí evocó la memoria, como lo haría a cualquier que está terminando los treinta o es un poco mayor.
Con la ayuda de algunos amigos, salimos a la búsqueda de Kohji Moritsugu. “Claro que está vivo, es más, hasta el 2009 ha estado participando en diferentes películas de cine, con personajes pequeños, pero siempre ligados a la familia Ultra”, contaba Percy Takayama, un periodista peruano que viajó para cubrir el Mundial de Fútbol de Japón y Corea en el 2002 y terminó conociendo a Akiko Suzuki, con quien se casó.
“Aquí en Japón se sigue viviendo la pasión de los Ultra al máximo. Imagínate que sacaron bebidas gaseosas de diferentes sabores y con la imagen de los personajes de la serie y los monstruos. Es más, hay un parque temático en Tokio que está dedicado a los héroes ultras”, agregó.
En esos días iniciamos la búsqueda de Kohji Moritsugu. Indagamos en los canales de televisión, pero no sabían dar razón de él. Intentamos a través de unas productoras que tienen la representación de actores de películas, pero nada. Hasta que apareció en la localidad de Fujisawa-shi, en Kanagawa, a unas dos horas en tren desde Tokio, incluido un cambio de ruta a mitad de camino.
Con el dinero ganado por sus actuaciones, él ha puesto un pequeño restaurante, al que llama Joli Chapeau, el cual está habilitado en el primer piso de su casa. Fue allí donde lo encontramos.
“LA HISTORIA ERA PERFECTA”
Terminó de descender los 14 escalones que separaban el segundo piso del primero, saludó inclinando el cuerpo y nos dio la mano. “Es un gran honor”, alcanzamos a decir.
Tras las presentaciones, y vencido los nervios, atiné a preguntarle: ¿Qué es lo que más le llamó la atención para aceptar ese papel? “La historia de Ultraman Seven es perfecta, porque lleva un mensaje profundo. La serie cambió mi vida. Cuando empecé a trabajar en las grabaciones, nunca imaginé que iba a quedar marcado para toda mi vida. No me canso de ver los videos. Es una gran serie, para las diferentes generaciones”, respondió.
Moritsugu era un modelo publicitario hasta que Tsuburaya Producciones lo convenció de darle el papel de Dan Moroboshi.
¿Y se ve con los otros integrantes del escuadrón?, pregunté, con la curiosidad de un aficionado que quería verlos juntos. “Hasta ahora seguimos siendo buenos amigos y nos juntamos cada cierto tiempo. La relación durante la filmación fue muy buena, éramos una familia”, dijo. “La gente me sigue llamando Dan, no me llama por mi nombre”, agregó.
Su casa es un museo del personaje. Un modelo del Pointer a tamaño escala nos da la bienvenida. Réplicas del casco las hay en todos los tamaños, mientras que las paredes están adornadas con decenas de fotos en blanco y negro –y una que otra a color– del equipo Ultra completo.
No es de los que hable mucho. Nosotros tampoco estábamos en una entrevista formal. Moritsugu confiesa que lo que más le encantó, y lo marcó, fue que el personaje fue dulce, inocente, más allá de la fuerza que empleaba cuando enfrentaba a los monstruos. Antes de regresar a su descanso, él nos dejó una enseñanza: “El nombre del personaje, Moroboshi, tiene una fuerza especial. ‘Moro’ significa ‘algunas’, y ‘Boshi’ significa ‘estrellas’. Esas estrellas son las que nos han acompañado siempre”, aseguró antes de despedirse y regresar a su habitación.
Al salir, veo su carro estacionado a un costado. Es un Mini Cooper rojo (como Ultrasiete), con sus líneas en plomo y con un número 7 grabado en la puerta.
No hay nada mejor que haber cumplido con un anhelo que tenía desde niño. No todos los días uno le da la mano al personaje que salvó al mundo de la invasión extraterrestre.