MDN
casa
Rosa Aguilar

Máscaras artesanales que evocan a las tribus africanas; textiles con patrones geométricos enmarcados o colgados en la pared, que rememoran la época incaica; o mesas bajas de aire oriental y troncos de árboles, empleados como muebles de apoyo, son algunos elementos que pueden dar vida a una decoración étnica, la cual se caracteriza por la integración de objetos y mobiliario de diferentes civilizaciones del mundo.

“La mezcla de diferentes culturas e influencias, como la oriental, africana e India, configura espacios que transmiten multiculturalidad, frescura y singularidad”, dice la interiorista Yesenia Schulz. Además, privilegia los materiales naturales, como la madera, la piedra, el barro, el algodón, la seda, el bambú, el mimbre, presentes a modo de revestimientos en una pared importante o como parte de los muebles, para generar calidez.

La arquitecta Inés Sevilla señala que una forma de proyectar una atmósfera moderna, sin alterar la estética étnica, es incluir mobiliario de líneas rectas y ligeras. “Opta por tonos neutros (blancos, habanos o hueso) para lograr un ambiente depurado, así resalten las texturas de las piezas”, precisa Sevilla.

Otra manera de que lo étnico y moderno convivan es apostando por piezas de acero para darle brillo a la propuesta, como lo sugiere la arquitecta Carla Cruz. Por ejemplo, un aparador de base de acero y tablero de cristal puede convivir con un gabinete indio de madera tallada. También puedes considerar repisas de acero para exhibir objetos étnicos. Funcionan también las piedras, como el granito: incorpóralo en tableros o en un muro protagónico.

Para dosificar una sala con acentos industriales y esencia tribal, ubica un sofá tapizado en lino o algodón en tono taupe, decóralo con cojines de diseños geométricos (rombos, triángulos), y opta por una mesa de centro de metal envejecido; así como un aparador tipo locker antiguo. En el caso de que busques pinceladas rústicas, agrega un par de butacas de mimbre con patas de acero; y acentúa el look boho con una alfombra kilim, de origen persa. Ilumina la estancia con una lámpara colgante de fibra natural, puede ser mimbre, bambú o ratán.
Si se trata del cuarto, y quieres agregar un toque de elegancia, considera una cabecera baja tapizada en lino color hueso, trabajada con la técnica del punto jalado y, al pie de la cama, sitúa una alfombra Beni Ouarain, de origen marroquí. Replica sus tramas en los cojines, mantas o adornos para amarrar la propuesta.

Contenido Sugerido

Contenido GEC