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Rosa Aguilar

El capitoné es una de las técnicas más utilizadas en la tapicería actualmente, y aporta calidez, elegancia y mucha textura, por su apariencia mullida. “Está compuesta por botones o remaches cocidos en una superficie acolchada, de tal manera que crean pliegues lineales”, indica la arquitecta Karin Mendoza, de MO-Studio.

Nació en el siglo XVIII en Inglaterra, y una de las primeras piezas elaboradas con esta técnica fue el famoso sofá Chesterfield. ¿Con qué tipos de tapices se puede trabajar? El capitoné funciona con cuero, cuerinas y hasta telas lisas o estampadas (terciopelo, lino, jacquard). La arquitecta Yesenia Schulz dice que es posible emplearlo en cabeceras, sofás, sillas, banquetas e incluso en cojines.

Para que este detalle resalte en una sala, úsalo en un sofá de tres cuerpos de cuero o terciopelo, y combínalo con butacas o una banqueta lineal, vestidas con un textil más ligero, como el lino, para generar un contraste visual. También puedes darle protagonismo al capitoné, aplicándolo en un puff de tono encendido (naranja, azul, morado), y de gran formato (aproximadamente de 1 m x 1 m); o al tapizar la pared principal del dormitorio, y prescindir de una cabecera.

Esta técnica funciona con todo tipo de estilos, pero depende del color y el tipo del tapiz. Es así como un sofá forrado en cuero envejecido encaja perfectamente en un entorno industrial; y una butaca en terciopelo menta puede acentuar el look vintage de un rincón de lectura.

Hay versiones más contemporáneas del capitoné, las cuales son ideales para espacios más modernos y nórdicos. Una de ellas es la que une retazos cuadrados de tela, y en cuyos vértices se colocan botones (sin generar relieves o pliegues), resultando en una superficie ligeramente acolchada.

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