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Ingresa a esta casa con historia en cada uno de sus rincones - 2

Valeria Moscoso

La casa de Macarena Belaunde la refleja: emotiva, fuerte, intensa, excéntrica. Ella no le teme a las mezclas ni considera el exceso como un problema; es más, lo resalta. Su capacidad para reunir y armonizar épocas, estilos y conceptos distintos en un solo espacio podría considerarse una habilidad para interpretar su propia historia. “En mi casa siempre van a encontrar cosas antiguas. Algunas las he heredado y otras las he ido comprando en anticuarios de diversos países. Me encantan las antigüedades”, comenta Macarena sin quitar la mirada de una de las paredes desde donde se lucen unos cuadros con las fotos de ella y su hija hechas con esmalte y retazos de revistas. Su gusto por el arte popular la motiva desde pequeña. “Mi abuela era anticuaria, al igual que mi mamá; y mi abuelo era coleccionista de arte precolombino. Yo viví ocho años en Chile y ahí me dediqué a la venta de artesanía peruana, e hice mis propias piezas inspiradas en la cultura Wari y en la selva”, cuenta Belaunde, quien regresó al Perú cargada de todas las piezas que definían su carácter y gustos. 

Estilo personal

En el área social es casi imposible reconocer un solo estilo. En el comedor, se luce una lámpara hecha por ella misma con botellas de agua. Esta pieza única y escultórica ilumina la mesa de campo que decoró su casa en Chile. Seis sillas Tólix refrescan este estilo entre vintage y rústico. A su alrededor, una vitrina almacena más objetos comprados en un anticuario y acompaña una pared pintada de negro donde resaltan cuadros adquiridos en mercados de pulgas de París, en anticuarios de China y otros hechos por la artista chilena Rosario Perieggio. La sala nos recibe con una gran imagen de la artista peruana Patricia Claro, muebles heredados por su familia, una gran mesa de centro comprada en la India y unos sitiales ingleses a los que Macarena tan solo les cambió el color. “Si tengo que describir mi casa, diría que es un poco compleja, llena de cosas… Como todas, ¿no? La mayoría de casas no reflejan a las personas, pero siento que mi casa me refleja totalmente. Soy excéntrica. Me gusta lo étnico, los objetos con historia”, dice desde este espacio donde abundan las máscaras africanas compradas en mercados de pulgas de París. 

Cambios necesarios

Al llegar a este departamento ubicado en un segundo piso, Macarena decidió hacerle algunos cambios que incluían cambiar el color de las paredes y darle un toque diferente al piso de las áreas privadas. “El parqué estaba en mal estado, así que decidí pulirlo y pintarlo con pintura de tráfico y laca. Elegí el color blanco para que le diera más luz”, explica. Los dormitorios de ella y de su hija, pueden contar muchas historias del pasado, como el fragmento de un altar con la figura de un ángel, uno de los muchos puntos de atención en la habitación principal. La calidez y romanticismo de los dormitorios no se aleja de ese aspecto vintage que lo invade todo. “Cuando la gente viene por primera vez a mi casa, le parece distinta, pero le encanta. A mí me gustaría que no se guíen por las reglas de decoración comprando cosas por catálogo que no dicen nada de ellos, sobre quién es su familia, sobre cuál es su pasado”, finaliza. Y lo dice alguien que almacena una gran parte de su historia en 200 m2.

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