Son reconoció que jamás había experimentado un contexto similar al vivido en el Manchester City vs. Tottenham, por la revancha de los cuartos de final de la UCL. (Foto: AP)
Son reconoció que jamás había experimentado un contexto similar al vivido en el Manchester City vs. Tottenham, por la revancha de los cuartos de final de la UCL. (Foto: AP)
Redacción DT

El fútbol, ese ballet de la clase obrera, como lo llamaba el filósofo inglés Simon Critchley, alumbra, cada muchas lunas, futbolistas como . Es decir, concibe individuos con la suficiente determinación como para torcer lo que se suponía tendría que ser su destino.

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En Corea del Sur, los varones están obligados a hacer el Servicio Militar durante 24 meses antes de cumplir los 28 años. Sonny, como llaman sus compañeros del Tottenham a Min Heung Son, bordeaba los 26 y estaba forzado a conseguir la Medalla de Oro en los Juegos Asiáticos, si aspiraba a que se le conceda, “en gracia”, la omisión de la norma, por ser deportista destacado. Fracasar en su intento le hubiese costado abandonar a los Spurs donde, sigilosamente, había escalado hasta convertirse en uno de los estandartes del plantel. Dos años sin fútbol competitivo hubiesen condenado su carrera a la incertidumbre, que siempre depara el paso del tiempo. La única alternativa era la victoria. Lo problemático era que del otro lado estaba Japón que, hasta ese entonces, se había erigido como el favorito del torneo y que, unos meses atrás, había tenido una mejor participación mundialista que los surcoreanos. Pese al fracaso de su equipo en Rusia, Son pudo anotar dos goles. Uno de ellos el día que su nación despidió a Alemania de la Copa del Mundo.

El caso es que, esta vez, el éxito no les fue esquivo. Dos asistencias suyas en la prórroga, transformadas en gol por sus compañeros, tuvieron como recompensa la presea dorada y le abonaron a Son el sueño de seguir perteneciendo a la Premier League.

Años antes, y en su infancia, su padre aplicó una disciplina militar para convertir a ese niño talentoso en un deportista de élite. Son, desde muy pequeño y obligado por su progenitor, debía pegarle a la pelota, con ambos pies, durante dos horas diarias. Recién, a los 15, obtuvo el permiso paterno para competir con otros chicos de su edad.

Dos años después, y al advertir su magnífica pegada con las dos piernas, un agente del Hamburgo sugirió su traspaso al club germano. Allí el joven Son llegó a alternar en algunos partidos de la Bundesliga con Paolo Guerrero. Su carrera fue brillante y casi siempre en ascenso. No solo mejoró su producción goleadora y números de asistencias de gol temporada a temporada, sino que, además, empezó a desarrollar una versatilidad impresionante que lo ha hecho útil, no solo de extremo sino en distintas posiciones del campo. Recientemente, y vistiendo la camiseta del Tottenham, es uno de los que más destaca robando pelotas o bloqueando remates de los contrarios. Es un “todoterreno”.

Otro aspecto que impresiona en el coreano es su liderazgo. Cada vez que Harry Keane, capitán y goleador del Tottenham, se ha ausentado, el hiperactivo Son ha logrado suplir su ausencia, adquiriendo protagonismo en las redes rivales. Ha marcado en los seis partidos que Keane se ha perdido de la temporada. El futbol es tierra de imponderables y azares, pero dada la calidad de los rivales es complicado que este Tottenham campeone en la . Lo que también es difícil es que este equipo de Pochettino con Son, a la cabeza, no vaya por ella.

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