Liverpool y Tottenham jugaron dos veces esta temporada. (Foto: Reuters)
Liverpool y Tottenham jugaron dos veces esta temporada. (Foto: Reuters)
Ricardo Montoya

Deambulando en la esquina de un viejo cuaderno encuentro esta sentencia del año 99: “No puede haber una mejor final. No puede”. Es que, aprovechando la inoportuna sustitución del capitán Matthäus por Fink sobre el cierre, el Manchester United resucitó frente al Bayern y encontró, en los descuentos, la tierra prometida. Franz Beckenbauer, por entonces presidente de los bávaros, ingresó al ascensor del Camp Nou para descender a la ceremonia de premiación cuando transcurrían los últimos segundos del tiempo reglamentario. Dos minutos más tarde, al llegar a la cancha para ser felicitado, se le congeló la sangre. En el banco, con Sheringham y Solskjaer había encontrado Ferguson, técnico de los británicos, la brújula para darle norte a una final perdida. Esa remontada aunada a la epopeya que en las semifinales los propios mancunianos habían escrito contra la Juventus; primero en Old Trafford la noche que Giggs rescató el empate a los 92’, y luego de visitantes, cuando lograron dar vuelta un 2-0 a la media hora de juego, era mi preferida. La prédica futbolística de ese equipo de sir Alex justificaba la elección. Esa, la del 99 era, entre todas, la favorita. Hasta este año.

En términos de espectáculo y emoción, la adrenalina que ha generado esta versión 2018-19 de la Liga de Campeones no tiene parangón. “La Premier se reivindica en la mejor Champions de la historia” ha titulado el diario español “Marca”. Veamos por qué: ad portas de la final, y tras el milagro de Anfield contra el Barza, no son muchos los que recuerdan que el Liverpool estuvo a punto de despedirse contra el Napoli en la fase de grupos. De hecho, y ante la misma diferencia de goles, los de Klopp solo clasificaron segundos en su zona, por haber convertido más tantos que los italianos. En el partido definitivo, en el último minuto de juego, Alisson Becker socorrió a los ‘Beatles’ con una salvada brillante ante el disparo de Milik. Sin esa atajada, ‘Los Cuatro de Liverpool’ hubiesen seguido siendo únicamente musicales.

El Ajax, irreverente en esta Liga, se bajó a dos pesos pesados en el camino. Primero, terminó con la hegemonía del Real Madrid, dando vuelta a la serie con un recital en el Bernabéu. Después, ya en cuartos, minimizó a la Juventus en Turín. No fueron finalistas, pero garantizaron el legado de Cruyff y Michels mostrando un fútbol fantástico.

El Tottenham no solo eliminó al City de Guardiola, VAR mediante, sino que lo hizo sin su capitán y estrella Mr. Harry Kane. Con esa misma voluntad, encomiable por cierto, extinguieron el sueño de los jóvenes del Ajax, ya que en el primer tiempo el 2-0 en contra parecía lapidario. Los holandeses habían ganado en Londres, por lo que la ventaja en Ámsterdam, para cualquier otro plantel, hubiese sido devastadora. Incapaces de darse por vencidos, los ‘Spurs’, con un Moura estupendo, consiguieron la hazaña.

Hay que darle alegría al pie. Solo falta que el 1 de junio el cierre de la liga conserve el brillo de todo el torneo.

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