"La Copa está medio llena o medio vacía", por Jerónimo Pimentel
"La Copa está medio llena o medio vacía", por Jerónimo Pimentel
Jerónimo Pimentel

A dos partidos de finalizar la Copa América, un necesario balance sobre el torneo, con como grata sorpresa. La revalorización del campeonato local, las diferencias con la Eliminatoria, entre otros. Aquí el análisis.

1. El torneo local no es tan malo

La presencia de Gallese, Ascues, Lobatón, Ballón y Sánchez en el equipo titular peruano podría ser un indicador de que el vapuleado campeonato nacional es más competitivo de lo que se cree. El éxito del equipo de Gareca, en efecto, invita a moderar a los detractores al haber acometido una tarea compleja: empezar un cambio de ciclo. La transición, de manera ideal, debería ser suave y no abrupta, y uno de los aciertos de esta selección ha sido ese: la combinación de juventud y experiencia, de base local con jugadores de amplio recorrido internacional.

2. La Copa América no es la Eliminatoria

El reto, ahora, es mantener ese equilibrio a lo largo del tiempo. Para jugar una Copa América bastan 18 jugadores bien concentrados durante un mes; para ir a un mundial se necesitan 30 a un nivel óptimo durante dos años. La discusión, luego, no es si esas tres decenas de futbolistas son fi guras de liga peruana o de la Champions, sino solo si son fi guras. Algo de suerte se necesita: el próximo sorteo del fixture puede ayudar.

3. Una prueba, no un examen

La Copa América, para Perú, es un torneo agridulce: no campeonamos hace 40 años, pero pasamos la fase de grupos en cada edición desde 1997; no nos lleva a un mundial, pero renueva la ilusión. Una de las consecuencias de esta ambivalencia es el entusiasmo extremo con el que se encara la Eliminatoria siguiente. Le pasó a Markarián, quien luego de quedar tercero con un equipo parchado (Chiroque fue una de las figuras) encaró los partidos ante Paraguay y Chile con ‘Los Cuatro Fantásticos’. Debemos aprender a dudar de ese hervor. Perú es y será por un buen tiempo un equipo justo, con armas limitadas y debilidades expuestas. Esto no es un llamado al ‘ratoneo’, sino a la estrategia.

4. También ha habido defectos

Hay cierto consenso en los aciertos de Gareca: dotó de confianza al plantel, maximizó el rendimiento de jugadores cuestionados (Advíncula) y supo manejar el festival de egos de los treintones. En lo táctico, a su vez, hay muy poco que reprocharle, pues ha mostrado dos valores que hace tiempo no se elogiaba a Perú de manera simultánea: flexibilidad y consistencia. Sin embargo, los partidos han dejado también algunas carencias difíciles de enmascarar. Las principales son: la ansiada madurez de Zambrano, que no llega; Vargas es lo mejor que tenemos pero no es un lateral izquierdo vocacional y a su edad es poco probable que mejore en marca, velocidad y recorrido; Retamoso rinde muy por debajo de Ballón cuando le toca entrar; y a Pizarro le quedan pocos minutos en el campo, incluso como armador detrás del ‘9’. La tarea de acá en adelante será encontrar indiscutidos para posiciones complejas sin que se resienta la propuesta de Gareca. Tremendo reto.

5. Desconfiemos de la tranquilidad

Jugar los seis partidos de la Copa alivia, ese es el primer error. El bronce, si se consigue, genera una satisfacción que se vuelve complacencia y, en el peor de los casos, comodidad. Perú funciona mejor cuando aprieta los dientes y tiene sentido de urgencia.

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